Usted está aquí: martes 6 de marzo de 2007 Cultura Cumplir con el oficio

Cumplir con el oficio

Berta Maldonado

Mi relación con Gabo es antigua, familiar y cotidiana, por eso me es tan difícil hablar de él.

¿Cómo se puede hablar de la vida que se vive con los amigos? No es así.

Sólo en algunos momentos nuestra relación fue de trabajo. Cuando le pedí que me escribiera los guiones para un programa de televisión que se me ocurrió con Mauricio Garcés de estrellota, con una estrellita preciosa en cada programa, ¡y aceptó! Escribió 13 programas. La serie se llamó Piso de soltero o Departamento de soltero, no me acuerdo bien, y fueron unos programas fuera de serie. Recuerdo el caso de la mujer encajueladita en el que Mauricio está con una chiquita nueva y le anuncian que en la puerta está la galana en turno. Aterrorizado le inventa no sé qué historias a la chiquita y la mete en la cajuela de su auto, en el que sale a pasear con la galana. Después de una serie de momentos de terror en los que está punto de ser abierta la cajuela, regresa Mauricio a su casa, y trata de sacar a la chiquita de la cajuela con interrupciones de carcajada... la pobre amanece hecha nudo y furiosa, ¡y es Mauricio el0 que acaba encajuelado!

Hace dos o tres años traté de recuperar los videos y ni rastro de ellos, ni de los guiones. Cómo si no hubiera sucedido.

En otra ocasión trabajamos juntos en el folleto Cuatro mil años de Celanese Mexicana, en el que hace una comparación entre el gusano de seda que se alimenta de morera y produce un hilo sedoso, y Celanese, que se alimenta de... ve tú a saber qué, y produce un hilo sedoso.

De ése sí conservo una copia por allí. Para hacer el folleto tuvimos que ir a Guadalajara en el avión de Celanese, Antonio España, el diseñador; Enrique Bostelmann, fotógrafo; el cliente Bosch García; Gabo y yo. El avión era gordo, azul y se elevaba con mucho esfuerzo. En realidad, volaba tan bajo que se veían las copas de los pirules por la ventanilla. A Gabo no le gusta volar. Ni entonces ni ahora. Esa vez le dije que cerrara los ojos y llegamos sin percance. El regreso fue horroroso, porque nos agarró una tormenta eléctrica.

La tercera vez fueron los documentales institucionales para Cervecería Cuauhtémoc. Le dije al director de Relaciones Públicas: ''te voy a traer sus libros La hojarasca y Los funerales de la mamá grande para que estés tranquilo, y veas que escribe muy bien".

-''No me traigas nada, yo nunca he leído un libro" -me dijo.

Los guiones para los documentales fueron bellísimos: una mujer necia y sabelotodo que quería demostrar que se puede hacer cerveza en casa, lo que le sirvió a Gabo para establecer un comparativo con las grandes máquinas de cervecería; y el otro ''Me llamo Martín Moreno y tengo todos mis problemas resueltos", en el que se hablaba de las prestaciones que recibían los trabajadores de Cuauhtémoc, que cubrían su vida de tranquilidad y bienestar.

Gabo y yo fuimos muy felices haciendo esos trabajos. Es un hombre serio y trabajador que, cómo él dice, ha cumplido con lo que el oficio le exige a un escritor: trabajo, trabajo y más trabajo.

 
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