Usted está aquí: domingo 4 de marzo de 2007 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Aguas profundas, corrientes mansas

Ampliar la imagen Manuel Espino, la derecha que busca instaurar un gobierno paralelo Foto: Carlos Ramos Mamahua

A ver quién explica la desgana del priísmo en la asamblea unidimensional en la que un delegado descubrió que "el Ecuador es el centro de la Tierra". A ver quién explica el juego de sombras de la derecha en el que dan vueltas a la noria las siluetas de millones de pobres con el telón de fondo de privatizaciones seguidas de estatizaciones, seguidas de reprivatizaciones... Y así, ad nauseam.

Luis Téllez cabalga de nuevo y anuncia la venta de autopistas concesionadas por el gobierno que luego acudió al rescate de quienes, para explicar su fracaso, dijeron ser contratistas y no financieros. Caminos y puentes de peaje vuelven a la mesa de remates: dinero de un solo golpe, dijo Felipe Calderón. Y anunció un nuevo programa de carreteras y autopistas. Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Viaje al centro de la Tierra, escribió Julio Verne. La dicha foxiana de no saber leer permite negar que en política hay izquierda, hay derecha y el centro es tierra de nadie. Los anglosajones dicen, the middle of the road y alguno afirmaba irónicamente que quienes van por el centro del camino son atropellados por quienes vienen en un sentido o el otro. Beatriz Paredes sabe de dónde viene y dónde tiene que ir. Propuso un PRI de centroizquierda y en la asamblea despistada por la imaginaria línea ecuatorial sugirieron un PRI de izquierda democrática. Son matices, diría la tlaxcalteca: Me da gusto que el partido vaya mucho más adelante que mí formulación.

El PRI en busca del fin del pasado. Los años de la sana distancia fueron epílogo de brillo democratizador, como el de Boris Yeltsin, sin vodka, pero también bajo tutela imperial. Vino la alternancia y Vicente Fox convirtió a México en protectorado. Y ahora el PAN, el partido de la legalidad que se había refugiado en el centro simulado del Partido Popular (PP) de Aznar el exiguo, se desgarra en el poder. Felipe Calderón restablece el uso del escudo nacional, se declara convencido de la vigencia del Estado laico y acude al Ejército para arrebatar al narcotráfico el control de vastas extensiones del territorio nacional. Pero del interior de su partido brotan miasmas de golpismo, pronunciamientos de autonomía partidista a costa del Poder Ejecutivo que se deposita en un solo individuo.

Desde la extrema derecha se erige inquisidor de México y del resto de la América nuestra, el inconcebible Manuel Espino. Personaje pardo como los de la Revolución Pacífica de Oliveira Salazar, bárbaro del norte de talante falangista. En círculos intelectuales se habla del "gobierno en la sombra" que preside Andrés Manuel López Obrador. Los del poder real hablan del gobierno paralelo que pretende instaurar el señor Espino con ayuda de antiguos secretarios del señor Fox. Desde el sinarquismo que encontró cauce en el sector patronal, Carlos Abascal se escuda en la semántica y afirma obrar de buena fe, para difundir que Calderón era el candidato idóneo, no el mejor.

En el PRD el clientelismo del DF es fuerza centrípeta y la llamada Nueva Izquierda aspira a centrífuga. Paradójicamente, la derrota de 2006 (el fraude, la imposición, dicen) hizo realidad el utópico lema del 68 parisino: "La imaginación al poder". Ahí asumió el poder Andrés Manuel López Obrador y nadie se lo disputa atrás del espejo, pero afuera, en la pluralidad amenazada por la podredumbre interna y la presión del exterior, facultad que no se ejerce se pierde; no hay vacío de poder que dure un "nanosegundo". De ahí que Amalia García sobresalga entre gobernadores sin equilibrio. De ahí que Lázaro Cárdenas pagara su cuota al autoritarismo en Sicartsa y abriera espacios al debate sobre gobernabilidad. Tema a la moda.

En fin, con el Ecuador en el centro de la Tierra, Narciso Agúndez Montaño en Baja California Sur, Zeferino Torreblanca en Guerrero, Juan Sabines en Chiapas y Marcelo Ebrard en el Distrito Federal pueden verse en la izquierda, sin moción retrógrada planetaria, ni la eclipse lunar total en estos idus de marzo. La imaginación al poder, pero el Güero González lo ejerce en San Lázaro, y en Xicoténcatl sirve al activismo de Carlos Navarrete para no dejar que le haga sombra el protagonismo de Ricardo Monreal.

Afuera, en el frío, asamblea extraordinaria del PRI en la que asume la presidencia del CEN Beatriz Paredes, y la secretaría general Jesús Murillo Karam: prólogo a la asamblea ordinaria en la que, ya conducidos por Beatriz Paredes, encuentren el norte perdido y declaren al omnivalente PRI partido de izquierda. Eso o la involución paralizante por miedo a la mayoría y a declarar la urgencia de una política social de Estado. El miedo a perder la chamba los hizo perder el poder. Pero ni siquiera la merma brutal de cinco lustros en el crecimiento económico y la creación de empleos ha eliminado los enclaves de poder real que mantuvieron la hegemonía partidaria durante 71 años. La alternancia en el Ejecutivo desplazó la agenda política al Congreso. Y volvió al federalismo el poder cedido al centralismo en aras de un estado moderno capaz de preservar en el poder al nacionalismo revolucionario.

Los resabios de la unanimidad que pasaba por unidad hacen dudar a los militantes y mueven a los medios a cuestionar la capacidad conciliadora de Beatriz Paredes, la factibilidad de reunir partes enfrentadas y confrontadas; ven con entusiasmo, pero con aprensión, el poder de Manlio Fabio Beltrones; y con generosa suspicacia la franca posición conservadora y pragmática de Emilio Gamboa. Y en cada gobernador adivinan el fantasma de viejos cacicazgos. La desmemoria borró el vigor de los liderazgos que lograron la creación de la pléyade de partidos regionales socialistas, obreros, agraristas, que se fundieron en 1929 para dar paso a un partido nacional y revolucionario: unidad para resistir el abismo de la disolución del poder constituido.

Hoy, los gobernadores del PRI saben que ejercen el mandato en espacios de poder real. Hay más semejanzas entre Fidel Herrera y Enrique Peña, por ejemplo, que las ilusorias diferencias diseñadas por teóricos de la polarización de neoliberalismo y nacionalismo revolucionario. Eduardo Bours podría ser modelo del revisionismo sexenal que hizo la apertura económica y abrió las puertas del poder desde el interior. Hubo elecciones internas y Beatriz Paredes preside el CEN del partido derrotado en 2000, humillado en 2006, pero gobierna 17 entidades de la Federación y tiene en el Congreso de la Unión una fuerza sin la cual no puede aprobarse reforma alguna.

Si la victoria es de la militancia, el sector campesino y el popular revitalizarían su capacidad de gestión y la gerontocracia cederá en la CTM ante la fuerza incontestable del número de afiliados al Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana y, sobre todo, al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, que recibieron a Felipe Calderón y a Jesús Reyes Heroles en las plataformas de Ku-Maloob-Zaap, donde Pemex produce ya medio millón de barriles diarios de crudo. Rumbo a aguas profundas del Golfo, donde anuncian alianza estratégica con Petrobras. Rumbo a la cumbre del Grupo de Río en Georgetown, Guyana.

Si el alza en el precio del petróleo permitió que la Rusia de Putin dejara de estar bajo tutela extranjera, no desdeñemos los veneros que expropió y nacionalizó Lázaro Cárdenas en marzo de 1938.

 
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