Usted está aquí: viernes 2 de marzo de 2007 Estados Niños, 55% de trabajadores en campos meloneros de Michoacán

Igual que a sus padres, trasnacional les paga $85 por jornada hasta de 12 horas al día

Niños, 55% de trabajadores en campos meloneros de Michoacán

Sedeso destina $4 millones para mejorar condiciones de obreros; el gobierno debe dar cuentas: panista

ERNESTO MARTINEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Jornaleros adultos y niños, procedentes de Guerrero, Oaxaca, Morelos y Michoacán, laboran en campos de melón en esta última entidad, donde la temperatura llega hasta 40 grados centígrados Foto: La Jornada Michoacán

Huetamo, Mich., 1º de marzo. En las casi 3 mil hectáreas de la zona melonera de Michoacán, que abarca parte de los municipios de Huetamo y San Lucas, y colinda con Guerrero, trabajan unos 3 mil 500 jornaleros, 55 por ciento de ellos menores de 15 años, quienes al igual que sus padres reciben de la empresa estadunidense Legumbres San Luis 85 pesos por día.

A la orilla del río Balsas, cerca del área de cultivo, familias completas viven hacinadas. Las barracas de Ojo de Agua, San Jerónimo y La Empacadora se ubican a una hora de Huetamo y los indígenas trabajan hasta 12 horas a más de 40 grados centígrados.

Hombres, mujeres y niños cosechan el fruto, otros lo acarrean a la empacadora para embarcarlo al interior del país y Estados Unidos. Todos se cubren la cabeza y la boca con trozos de tela, en parte para no sentir tan fuerte el calor, pero también para evitar el polvo que surge cuando remueven las matas, e impedir el contacto con pesticidas, dice el trabajador Jorge Delfino Cruz.

Huetamo es un municipio árido, con un enorme índice migratorio, pues la mayoría parte a Estados Unidos; son pocos los que trabajan para la empresa estadunidense porque a pesar de que no hay alternativas de empleo, no cualquiera es jornalero, porque es poca la paga, muchos los riesgos y pesado el trabajo.

Noventa por ciento de los trabajadores procede de Guerrero, el resto de Oaxaca, Morelos y de Michoacán, entre otros estados. La temporada alta de la cosecha va de febrero a junio.

Del total de migrantes guerrerenses 41 por ciento habla alguna lengua indígena y hay mujeres que sólo hablan la materna. Inclusive en el albergue de Ojo de Agua, las barracas están divididas: una hilera para los amuzgos y otra para los nahuas.

Más de 50 por ciento de los padres de familia no sabe leer ni escribir. Los niños tienen clases después de las cinco de la tarde, cuando terminan sus labores.

El pasado 23 de enero una misión de integrantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), de la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), del Congreso de Michoacán y otras instituciones, efectuó recorridos por las regiones donde laboran estos indígenas.

Todo parece indicar que los responsables de la empresa fueron advertidos de la llegada de los funcionarios y para evitar problemas no dejaron trabajar a los niños, según dijo el jornalero Miguel López Díaz, quien afirmó que desde hace varias semanas unos 15 han enfermado de la garganta.

"El mayordomo nos dijo que llegaría hoy un doctor, pero no aparece; yo mismo me he sentido mal, tengo como cuatro semanas con gripe y no me alivio", dijo.

A algunos niños les salen ronchas y uno no sabe lo que tienen, por eso no dejamos que se acerquen a los químicos, porque se gana hasta mil pesos en las preparaciones pero casi nadie le entra porque es casi como la muerte; allí en esos cuartos usted puede ver los tambos, dice.

Con todo, López Díaz comentó que antes viajaba hasta Sinaloa, donde se empleaba como jornalero agrícola, pero está muy lejos, les pagan casi lo mismo y los patrones no iban por ellos ni les cubrían el pasaje de regreso a sus casas en la sierra alta de Guerrero, como hacen los de Legumbres San Luis.

Otro jornalero dijo que los patrones se preocupan mucho porque las plantas estén en perfectas condiciones, no así la gente, que vive amontonada, la mayor parte del tiempo sin agua; los niños mal cuidados en guarderías donde es casi seguro que se enferman. "En la mañana le dieron café a mi niño y lo tuvimos que llevar a la clínica de San Jerónimo", ejemplificó.

La situación no es fácil, dos o tres niños de cada albergue murieron el año pasado, dijo.

Los patrones comentan que los menores son los mejores porque se mueven rápido y no tienen dificultad para agacharse.

Pero para Jersaí Martínez González, mayordomo de Legumbres San Luis, no es una condición que los padres traigan a sus hijos para contratarlos; sin embargo los traen "y ni modo de sacarlos, además les pagamos lo mismo que a los adultos".

Informó que además de los 85 pesos que les pagan por jornada les dan 13 pesos más por hora extra y 10 pesos diarios para su retiro, cuando va a terminar la temporada, además de los pasajes de ida y vuelta a sus comunidades de origen.

El trato que reciben los jornaleros es violatorio a los derechos humanos, sobre todo lo que corresponde a la explotación infantil. "Han perdido hasta su identidad. Un 83 por ciento de los jornaleros no tiene acta de nacimiento y 63 por ciento ni siquiera credencial de elector", dice Gumesindo García Morelos, presidente de la CEDH.

"El organismo no puede hacer exhortos directos a las empresas empleadoras de mano de obra infantil, pero se tiene que hacer algún diagnóstico para presentarlo a instancias de gobierno y mediante la opinión pública", señala.

Ana Lucía Medina, la panista que preside la comisión legislativa de derechos humanos, dijo que la finalidad no es obstruir el trabajo de nadie, sólo mejorar las condiciones de los jornaleros.

Comentó que la Sedeso destina al año casi 4 millones de pesos para mejorar las viviendas y dotar de sanitarios, medicinas y agua potable, lo que beneficia a 2 mil 770 jornaleros. "Habría que preguntar dónde está el gobierno y otras dependencias del estado para dar cuenta de ello", dijo.

 
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