Usted está aquí: martes 27 de febrero de 2007 Opinión Exposición de Jesús Mayagoitia

Teresa del Conde

Exposición de Jesús Mayagoitia

Hasta el 9 de marzo se encuentra vigente una breve muestra antológica de carácter semirretrospectivo de este escultor, quien ha privilegiado el acero aliado a la geometría, como método fundamental de expresión. Otros lo han hecho también, el más difundido y prolífico ha sido Sebastián (Enrique Carvajal) que es, hasta donde recuerdo, su estricto coetáneo; también Paul Nevin, nacido en Francia y con estudios en Inglaterra es de esa misma generación; Francisco Moyao debe ser unos dos años mayor y tiene en común, con Mayagoitia, las labores de docencia que ambos desempeñan en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Mayagoitia en Xochimilco y Moyao en la división de posgrado, o sea en el edificio de Academia, donde tiene lugar la muestra de la que doy cuenta debido, sobre todo, a que pocas personas (excepto alumnos y profesores) se adentran en el ámbito al que conduce la calle de Moneda, cosa que pienso concierne al recién fundado Nuevo Consejo de la Crónica.

El más preciso y obseso de los escultores que he mencionado es Mayagoitia, sin que con eso quiera decir que debido a su virtuosismo deba colocársele en un plano superior al que guardan sus compañeros. Mi intención es poner de manifiesto sus modos de hacer.

El geometrismo, más en escultura que en otros medios, fue una moda durante cierto momento de la historia artística del país, y por esa razón en 1977 apareció un libro publicado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, cuya elaboración determinó una exposición importante sobre el tema, organizada por Fernando Gamboa en el Museo de Arte Moderno (MAM), el año anterior. Mayagoitia no fue incluido en el libro de marras ni tampoco en la exposición, pero un año después tuvo su primera muestra individual en la misma Academia y una de las piezas entonces exhibidas (1978), reaparece en la actual exposición: Proceso modular.

Gilda Cárdenas Peña escribió acerca de la misma que al haberse museografiado suspendida ''nos remite a los objetos cósmico-simbólicos organizados en tríadas dentro de un binomio totémico", más que nada, esa obra en lo particular, sirve de punto de partida para contrastar el quehacer del artista en ese momento con sus incursiones en la escultura pública en años posteriores, pues varias de las obras exhibidas tienen carácter de maquetas, aunque todas se bastan a sí mismas como piezas conclusivas y en realidad no son maquetas, sino versiones a posteriori de piezas públicas realizadas con el propósito de que puedan ser apreciadas por quienes se interesen en aprehender los recursos geométricos de la escultura en acero.

Los procesos modulares a partir de un cubo segmentado son referente importante, pero de ninguna manera único en la obra de este escultor, quien ha encontrado en los juegos geométricos la posibilidad de aludir a las estructuras que rigen formaciones naturales, ya se trate de una serpiente o de la alusión a fenómenos como la lluvia, el aire o las nubes, como se manifestó en la exposición presentada en el jardín del Instituto José María Luis Mora, en 2003, con el título Las cuatro estaciones, exhibida asimismo en la Galería López Quiroga.

Así sucede por ejemplo con las Columnas Inter-Lomas, que se presentan sobre una base rotativa. El original se encuentra dentro de un centro comercial y es de proporciones monumentales.

Las acrobáticas son dos cuerpos disímiles pintados de negro, de 1.50 metros de alto y las originales están en Valle Escondido, no sé si sean escalables (su título supondría eso), pero lo que sí está a la vista es la fotografía de un caracol realizado en 1992 para Lomas Verdes, que guarda dos funciones: señaliza el espacio y sirve como juego infantil. Tal vez fuere ese aspecto el que debiera propiciarse con encargos públicos de tal índole.

En 1987, Mayagoitia obtuvo el primer premio de escultura Henry Moore con Espacio vertical, que pertenece al acervo del jardín escultório Utsukushi-ga-Hara en Japón, donde subsecuentemente estuvieron representados y distinguidos Sebastián y Fernando González Gortázar. De esta obra no realizó una versión de menor tamaño para exhibición, pero incluyó un diagrama de la misma.

Hay piezas exhibidas que no aluden a sus creaciones públicas, entre éstas destacan las Presencias ausentes, pintadas de blanco y con una corporeidad esbelta, sumamente ligera, contrastante con los Copos de nieve que son grupos de tetraedros unidos por los vértices, posados en una base adherida al piso.

Otra pieza de dimensiones amplias es La lluvia (2001), que hace cabeza a lo expuesto en la segunda sala de exhibición. Retrotrae a la condición de diseñador con la que este artista se inició, aunque sus conocimientos de ingeniería también privan, sobre todo en obras como Inclinación, que pertenece al acervo del MAM.

 
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