Usted está aquí: jueves 22 de febrero de 2007 Opinión Navegaciones

Navegaciones

Pedro Miguel

Tres oficios singulares

Ruy y los sexadores de pollos

Las y los fluffers

Lo escuché la primera ocasión por voz de Ruy, que en paz descanse. Eramos entre adolescentes y pubertos y queríamos volvernos millonarios rápido, hacer la Revolución Latinoamericana, seducir a Raquel Welch o por lo menos a Farrah Fawcett, aprovechar las debilidades de la NASA para iniciar la carrera espacial mexicana en Cabo San Lucas, ganar cada uno un Premio Nobel de cualquier cosa y otros modestos objetivos que ya no recuerdo y que con el tiempo han perdido importancia. Para cumplir el primero de ellos examinábamos la posibilidad de trabajar, durante las vacaciones escolares decembrinas, en las perforaciones petroleras de Alaska. Entonces, a mi amigo se le ocurrió algo más cómodo: "hagámonos sexadores de pollos. Ganan un chingo de lana". Ante mi cara de no entender nada, se armó de benevolencia y me explicó que no es fácil saber si la albóndiga emplumada es pollito o pollita, que en la industria avícola la distinción resulta crucial (para evaluar inclinaciones vocacionales y decidir si cuando sean grandes serán gallinas ponedoras o pechugas deshuesadas), y que además hay que hacerlo con precisión y rapidez, como no podía sumar el gallego del chiste, porque los pájaros son muchos y las bandas sin fin en las que viajan no van a detenerse a esperar a que decidas.

Por muchos años pensé que Ruy me había tomado el pelo, que el sexo de los pollos no era un asunto tan bizantino como el de sus primos superiores: los ángeles, y que ya podía haber sistemas automatizados capaces de esclarecer el asunto con pertinencia. Por supuesto, me equivoqué. El otro día no podía concentrarme con un texto menos frívolo que éste, y escribí en el campo de búsqueda de Google "sexador de pollos", y se me aparecieron varias referencias que, al parecer, no pretenden engañar a nadie:

"Por motivos anatómicos, resulta muy difícil distinguir las aves machos de las hembras cuando nacen. Esta operación es uno de los elementos esenciales de la avicultura moderna. Por tanto, se desarrollaron diferentes métodos de sexaje para permitir a los criadores optimizar su actividad. Todos ellos se basan en observar las diferencias difícilmente perceptibles para un ojo no acostumbrado. El sexaje por cloaca consiste en levantar la cloaca del ave, que alberga sus partes genitales y su ano, y distinguir las diferencias sutiles que existen entre la musculatura de los machos y la de las hembras. Es una operación rápida (menos de 4 segundos) e indolora, pero que necesita, por parte del sexador, mucha experiencia técnica. Dicha técnica se inventó en Japón en los años 1920; allí es donde se formaron los mejores especialistas. El sexaje por ala es todavía más rápido, pero sólo puede practicarse sobre ciertas variedades de aves con dimorfismo sexual [...] Nada podría remplazar el saber-hacer de un sexador, adquirido a lo largo de una larga formación práctica. Los sexadores pueden clasificar hasta más de mil aves de corral por hora con una tasa de errores que no sobrepasa el 1 por ciento." Vaya. Resulta que hay academias en las que se enseña ese arduo oficio, libros al respecto, un programa televisivo reciente y hasta un concurso, en Japón, en el que se premia al sexador más veloz. Y, desde luego, también hay sexadores de serpientes, de peces y de otros bichos púdicos que no andan enseñando sus vergüenzas.

http://www.esaf.fr/services_es.html

http://www.bernalpublishing.com/index.htm

http://en.wikipedia.org/wiki/Chicken_sexer

http://www.wattnet.com/library/DownLoad/ed102sex.pdf

http://www.financialexpress.com/fe/daily/20010212/fec12088.html

http://www.tv.com/dirty-jobs/chick-sexer/episode/463752/recap.html

http://www.lafermedesreptiles.com/html/formation/formation.htm

Otro oficio relacionado con el sexo (tal vez ustedes ya lo sepan, pero yo acabo de enterarme) es el de fluffer, término que suele traducirse como "estimulador": dícese del integrante de un equipo de rodaje de películas pornográficas, cuya tarea en el set es excitar (generalmente con felaciones) a los participantes hombres antes de rodar escenas en las que se requiera una erección. En las películas gay, los fluffers son normalmente masculinos, algunas veces transexuales, en tanto que en las cintas heterosexuales la tarea es realizada por mujeres. Pero no es infrecuente que hombres heteros estelaricen porno homosexual, porque en ella la paga es mejor, y entonces requieren de estimuladoras femeninas.

El oficio suele ser despreciado, y se insinúa que el o la fluffer no es lo suficientemente atractivo para actuar a cámara. Algunos dicen que las y los fluffers son cosa del pasado, y que si en los 70 y 80 eran indispensables porque se rodaba en celuloide, y se necesitaba, por ello, mucho tiempo para preparar una toma, actualmente los medicamentos como el Viagra han contribuido a desplazar a esos especialistas. Hoy, dice Wikipedia, citando a Brittany Andrews, actriz y sexoservidora de lujo (ha de ganar casi tanto dinero como un sexador de pollos), sólo se recurre a los fluffers en películas de sexo grupal del subgénero conocido como gang bang. En 2001 se presentó The fluffer, cinta de ficción no pornográfica con una interesante trama de desencuentros amorosos entre un gay y un buga. Y si quieren ver algo realmente divertido sobre este oficio, vayan a los dos primeros links de los que siguen.

http://www.atomfilms.com/film/who_makes_movies.jsp

http://www.atomfilms.com/film/fluffers.jsp

http://www.urbandictionary.com/define.php?term=Fluffer&f=1

http://en.wikipedia.org/wiki/Fluffing

http://www.fluffer.com/what.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Gang_bang

http://www.tiramillas.net/cine/2002/the_fluffer/fluffer.html

En los tiempos en que mi amigo Ruy me propuso que incursionáramos en el sexaje de aves comestibles, el material pornográfico a nuestro alcance se reducía a uno que otro ejemplar decrépito y mutilado del Playboy o de sus deplorables copias vernáculas. Pero aunque hubiésemos estado al tanto de los pormenores de la industria fílmica para adultos, creo que no habríamos tomado en cuenta la posibilidad de volvernos fluffers: éramos bugas y demasiado moralistas como para considerarlo. Otra perspectiva laboral que no analizamos fue la de hacer carrera como embotelladores de almas, ocupación de la que tuve noticia por una narración oral de Eraclio Zepeda. Esos profesionistas chiapanecos se ganaban la vida de velorio en velorio, y su tarea consistía en atrapar el ánima del difunto (que salía a una hora determinada por una de las fosas nasales, y había que hacer alarde de habilidad y técnica para capturarla) en un frasco, en el que se conservaba para evitar que anduviera penando por ahí. Luego los recipientes eran clasificados y guardados en almarios, palabra que curiosamente no es inventada, y que además de apellido de origen italiano, es la manera arcaica de decir armario. Por supuesto, si todo esto no fuera un embuste total, y sospecho que lo es, el alma de Ruy no necesitaría de frasco ni de mueble. Creo que es un difunto feliz, y qué bueno que ande libre.

http://zonaentremareas.blogspot.com/2004_12_01_zonaentremareas_archive.html

http://www.pergaminovirtual.com.ar/apellidos/almario.html

http://www.cervantes.es/internet/gab/biografia_cervantes/glosario/htmlssss/htm/261.htm

[email protected] * http://navegaciones.blogspot.com

 
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