Usted está aquí: miércoles 21 de febrero de 2007 Opinión Los libros nos necesitan, según Steiner

Javier Aranda Luna

Los libros nos necesitan, según Steiner

Ahora que abundan los libros y escasean los lectores reconforta leer a George Steiner, para quien la literatura es parte de la vida. El profesor Steiner no cree en los catálogos a la manera de Harold Bloom, que a estas alturas tienen que ver más con el mercado y su bombo publicitario que con la literatura: al Canon de Bloom siguió su compendio de sabios y a éste, seguramente, lo sucederá un libro de citas ''de todos los tiempos" debidamente comentadas y a éstas una serie de biografías de grandes personajes que, más que acercarnos a las obras, nos alejarán de ellas.

Apostar por la poesía por medio de manuales es una locura. Siempre será mejor perderse en París que caminar por sus calles mirando la guía Michelin.

Otros críticos menos pretenciosos y más efectivos que el doctor Bloom han preferido hacer antologías. Sin duda resultará más interesante conocer a lady Macbeth directamente que acercarse al cuchicheo de lo que se dice de ella. Sólo así podremos saber si conocemos alguna.

Steiner, quien ha ejercido la crítica durante casi tres décadas, se hace una pregunta esencial sobre los creadores y sus intérpretes: ¿realmente Shakespeare o Cervantes necesitan de ese aparato crítico que revisa concienzudamente su obra? El dice que no y añade algo que a estas alturas usted ya estará pensando: las legiones de críticos que abarrotan las academias (en las que el propio Steiner se incluye), necesitan, ésas sí, del poeta inglés y del novelista español.

Si uno se acerca a Los logócratas, de Steiner -coeditado recientemente por el Fondo de Cultura Económica y Siruela- se podrá dar cuenta que este profesor es, ante todo, un devoto y agradecido lector. Y tan buen lector que no duda en decir en Francia, Inglaterra o Estados Unidos, donde vive y trabaja, que la mejor literatura actual es la que se está haciendo en Europa... del Este y en América Latina.

Para George Steiner las mejores notas de un libro, los mejores comentarios, son los que cada lector le incorpora a medida que avanza en sus páginas, con este matiz: cuando la lectura se convierte en un acto de inconclusión, de intuición fragmentaria, de fracaso, de incapacidad para conocer todo el sentido de una obra. Incapacidad gozosa que se convierte en una invitación a la relectura. ¿Cuántos libros le han demandado la relectura inmediata?

La cultura del libro, nos dice el escritor, está siendo desplazada por nuevas forma de vida y de ocio. Pero lo terrible no es sólo que los lectores se estén convirtiendo en una especie de técnicos extravagantes sino que al desplazarnos de la lectura nos desplazamos, en la sociedad contemporánea, del silencio, de ese espacio de la vida interior que nos permite reflexionar, mirar y mirarnos.

Steiner nos recuerda que cuando lo escrito gana terreno y el libro está al alcance de la mano dispuesto para ser consultado, los músculos de la memoria no se atrofian. Podemos pensar, siguiendo esa línea de pensamiento, que cuando los libros caen en desuso, la crítica se reblandece, nuestros niveles de tolerancia tienden a aumentar. La movilidad y la inmediatez que permiten cada día más los teléfonos móviles y las computadoras portátiles, ¿a dónde nos llevarán?

Cuatro capítulos componen Los logócratas: ''Mito y lenguaje", ''Los libros nos necesitan", ''Entrevistas" y ''Ficción". México forma parte de la ficción ''A las cinco de la tarde" y también Medellín y también...

 
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