Usted está aquí: miércoles 21 de febrero de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Los muertos de la Zona Rosa

Antros que operan con impunidad total

Alcohol, drogas y prostitución, coctel fatal

La situación es crítica, hay quien la califica ya de extrema, y después de más de 30 muertes, o algo así, sigue en el silencio total, en la oscuridad del secreto vergonzoso.

Los datos los dio a conocer, sin saber que había un periodista en el grupo, un perito de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, por lo que nos reservaremos su nombre, pero los soltó con la idea de hacer un poco de conciencia sobre el asunto.

Resulta que en algunos hoteles de paso se han hallado los cadáveres de cuando menos, dice el informante, tres decenas de hombres de más de 30 años, quienes muy probablemente fueron asesinados por prostitutas, en su mayoría de la Zona Rosa.

Según ésta, que podríamos llamar denuncia, la forma de operar en los centros de prostitución de la Zona Rosa, y otros lugares, se ha convertido en una constante. Los hombres son enganchados, llevados a un antro, ahí se les sirven tragos combinados con un medicamento en gotas para los ojos, y después se les conduce a algún hotel de paso.

El efecto de las gotas y el alcohol en los consumidores les hace perder el conocimiento. Ya desfallecidos son despojados de todas sus pertenencias. A quienes portan tarjetas de crédito se les cobran cuentas abultadas, hasta donde se pueda llegar, y se les abandona.

En algunos casos, la combinación de alcohol y las gotas referidas sólo provoca la pérdida de conocimiento, pero en otros lleva al paro cardiaco, sobre todo en los hipertensos. Así, como les platicamos, está en conocimiento de las autoridades.

El problema estriba en que casi todos, por no decir que todos, los hombres que pasan por esa circunstancia son casados, tienen familia y no se atreven a entablar querella en contra de los antros en donde se les suministra el coctel y eso impide, hasta donde se nos ha dicho, la intervención de las autoridades.

No obstante, como siempre se dice en estos casos, todo el mundo sabe cuáles son esos bares, dónde están y quienes son los enganchadores, y cuando decimos todo el mundo, nos referimos también a los agentes policiacos, tanto de la Procuraduría General de Justicia como de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

En muchos de esos lugares se ejerce la prostitución abiertamente, se venden drogas sin el menor miedo, y, por si fuera poco, todos estos lugares están amparados por algún juez que impide que la autoridad pueda impedir esto que, desde luego, ya es un escándalo.

Nos referimos a ello porque en todo este asunto de La Fortaleza, en Tepito, se ha tratado de frenar el problema cada vez mayor de la venta de droga en la ciudad, pero no parece suficiente si tenemos en cuenta lo que pasa en otros lugares de la ciudad, como la Zona Rosa, y según nos cuentan, también en Polanco y la Roma.

No es posible desestimar los esfuerzos del gobierno por combatir a quienes venden droga, pero esto debe ser un esfuerzo parejo, situado en la más alta prioridad de las autoridades. Sí, como nos cuenta el perito, hay cuando menos 30 muertes causadas por este tipo de acción, ya es hora de que alguien les ponga un hasta aquí, con o sin demanda. Otra vez todo el mundo se empieza a enterar de lo que sucede en esos lugares, aunque nadie quiere hablar de ello.

El Periférico

Esta mañana, al parecer, en algunos espectaculares apareció una leyenda en la que se culpa a Felipe Calderón por la suerte que corran los habitantes de la colonia Las Golondrinas, en la delegación Alvaro Obregón, por la negativa absurda de la Secretaría de Gobernación de negar recursos a la demarcación para impedir que las casas construidas sobre terreno minado se vengan abajo.

Claro que al gobierno federal le importa un bledo lo que le pase a esas personas, tanto así que ayer el delegado Leonel Luna fue corrido de una instancia federal cuando se disponía a defender la vida de los vecinos. Bien por la denuncia espectacular que se puede ver a la altura de Barranca del Muerto, por el segundo piso del Periférico. Y mal porque la venganza que ha prometido Calderón en contra de los habitantes de esta ciudad no puede llegar a los extremos de la insensibilidad.

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