Usted está aquí: martes 20 de febrero de 2007 Espectáculos Embistieron los toritos de Zapotitlán

Embistieron los toritos de Zapotitlán

Jaime Whaley

Ampliar la imagen Los toritos chisporrotearon en las calles del barrio de Zapotitlán, en Tláhuac, en la tradicional fiesta semestral que se realiza en honor del Señor de la Misericordia. Las imágenes corresponden a diferentes momentos de la celebración Foto: José Carlo González

Ampliar la imagen Los toritos chisporrotearon en las calles del barrio de Zapotitlán, en Tláhuac, en la tradicional fiesta semestral que se realiza en honor del Señor de la Misericordia. Las imágenes corresponden a diferentes momentos de la celebración Foto: José Carlo González

Ampliar la imagen Los toritos chisporrotearon en las calles del barrio de Zapotitlán, en Tláhuac, en la tradicional fiesta semestral que se realiza en honor del Señor de la Misericordia. Las imágenes corresponden a diferentes momentos de la celebración Foto: José Carlo González

Sin fanfarrias que advirtieran de su próxima salida por la de toriles, cerca de media centena de toritos fueron corridos en el festejo en honor del Señor de la Misericordia.

La plaza principal del pueblo de Zapotitlán, allá en los linderos de la delegación Tláhuac, fue la sede de la celebración en una airosa pero fresca noche dominical, en la que grandes y chicos se expusieron a las quemantes cornadas de los cuadrúpedos.

De los barrios de Santiago y Santa Ana, contiguos en la diaria y pacífica convivencia, pero para la ocasión en franca rivalidad, salieron los bureles con su carga explosiva. Los de Santiago presentaron al número ocho, monumental cornúpeta, elaborado por los hermanos Morales, el cual orilló a que pensaran varios que serviría para doblegar a los de la calle de enfrente, pero cuál sería la sorpresa, ya que la familia Villalobos se esmeró con un cánido, y así salió un gigantesco lobo que hizo brotar, de mirones y parroquianos, expresiones de asombro.

Incidentes menores

El impresionante lobo venció al recio toro de la mayordomía ocho, pero ni la victoria ni la derrota enardecieron o apagaron los ánimos de la concurrencia, que gozó al parejo del espectáculo ardiente, no obstante algunos simples incidentes, como cuando un buscapies avivó el fuego al momento de incrustarse en los adornos de la fachada de la iglesia de la Concepción; sin embargo, con la oportuna intervención de algunos voluntarios y de personal de Protección Civil se lograron apagar las amenazantes llamas.

Bajo la advertencia del mayordomo Mauricio de los Santos, de que a nadie se le obliga a estar "pero eso sí, quien se quede debe tener cuidado", la heterogénea multitud dio vuelo a la diversión hasta bien entrada la noche.

Por la tarde, el turno fue para la chiquillería, que corrió sus toritos. El festejo es netamente comunal, ya que, el una vez campirano pueblo, se une para sufragar los gastos del fandango semestral, pues también a finales de julio festejan al Santo Santiago.

 
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