Usted está aquí: martes 13 de febrero de 2007 Cultura Propone la UNAM renovar el arte contemporáneo en el país

Muestran el acervo del recinto que abrirán en noviembre en Ciudad Universitaria

Propone la UNAM renovar el arte contemporáneo en el país

El espacio que se construye es el proyecto más relevante de América Latina

Con siete salas de exhibición, será un lugar ''provocador y no habrá exposición permanente'': Graciela de la Torre

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Desembalaje de Pelea de brujas, 1983, óleo sobre tela de Julio Galán, durante el recorrido efectuado por La Jornada en la bodega de Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México, para conocer la colección propia del Museo Universitario de Arte Contemporáneo que se construye en CU Foto: Carlos Cisneros

Ampliar la imagen Patricia de la Fuente y Manuel Magaña durante el desembalaje de El triunfo de la muerte (1989), obra de Germán Venegas Foto: Carlos Cisneros

Ampliar la imagen Sobre estas líneas, Corazón de América, fragmento de la instalación Transparencia (1987), de Juan Francisco Elso Foto: Carlos Cisneros

Ampliar la imagen México sobre la lluvia número 106, de Vicente Rojo. Las tres obras pertenecen al acervo del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, que abrirá sus puertas en Ciudad Universitaria Foto: Carlos Cisneros

El denominado Museo Universitario de Arte Contemporáneo que se construye en Ciudad Universitaria completará el concepto de Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como se adelantó en esta páginas (La Jornada, 13/11/2006).

La inauguración del recinto será en noviembre, sin embargo ha sido invitado a participar a finales de otoño con un módulo en la feria Art Basel, Miami, en su calidad del proyecto artístico más relevante en América Latina.

Desde un principio el proyecto suscitó mucha expectación. No se construye un museo todos los días y mucho menos uno de arte contemporáneo.

A pregunta expresa, Graciela de la Torre, directora de Artes Visuales de la UNAM, asegura que ''desde luego tendremos que estar en el concierto internacional de los museos".

Las exposiciones con que se abrirá el recinto, más allá de la del acervo, son ''cero locales", señala De la Torre, porque ''si algo es implícito en el arte contemporáneo es su globalidad". Tampoco estarán cerrados a curar todas sus exhibiciones.

Una de las muestras inaugurales será Cantos cívicos: un proyecto de NILC, de Miguel Ventura (San Antonio, Texas, 1954), radicado en México desde 1976, que el 9 de febrero se abrió en el Espai d'art contemporani de Castelló, España, aunque aquí cambiará la curaduría.

El país se lo merece

Aparte de Cantos cívicos, las muestras inaugurales serán Recursos incontrolables y otros desplazamientos naturales, con obra del acervo curada por Olivier Debroise, que ocupará tres salas; dentro de la categoría ''temática", Gesto y terror: lo colosal tecnológico, curada por José Luis Barrios, que ocupará dos salas, y Las líneas de la mano, curada por Ximena Acosta, a la sazón de ''resonancia", para generar ''una red de múltiples relaciones conceptuales". Habrá siete salas de exhibición.

Hay otras dos modalidades que no se van a presentar en la apertura, pero se tratan de obras de sitio producidas por un artista y otro espacio de intervención artística. De hecho, hay un programa de la pieza invitada, que estará en el exterior y para el que se platica con ''alguien".

­¿Por qué hace falta un museo de arte contemporáneo?

­No hay un museo de arte contemporáneo en México. Entonces, el país se lo merece. Y, la universidad asume la responsabilidad, como lo ha hecho en otras ocasiones, de hablar de su historia.

''En el plan maestro del Centro Cultural Universitario estaba contemplado un museo, porque siempre fueron tomadas en cuenta las artes plásticas al igual que las demás disciplinas.''

­¿Qué debe entenderse por contemporáneo?

­Bueno, la colección es de 1952 al momento. Para mí un museo contemporáneo es donde el énfasis mayor no está en la exposición, sino que se ha desplazado del objeto hacia la experiencia que provoca en el visitante.

''No queremos un museo que sólo informe, sino que provoque experiencias y construya aprendizajes significativos.

''Creo que va a ser un museo provocador, no habrá ninguna exposición permanente. Estará la colección de arte contemporáneo, pero curada como una exposición. Se conciben, inclusive, las salas como espacios que responden a diferentes propuestas curatoriales que van a estar cambiando.''

Por una colección ''razonada''

La universidad no sólo construye un museo, sino que se ha propuesto integrar una colección pública de arte contemporáneo de la que carece México.

No es un acervo basado en donaciones o cosas de las que la gente se deshace, sino, una colección ''pensada, razonada, en la cual la UNAM y su patronato están invirtiendo recursos", apunta De la Torre, sin especificar cuánto.

En eso hay un antecedente. Durante su corta gestión ­un año y diez meses­ al frente de la entonces Dirección General de Artes Plásticas, la investigadora Sylvia Pandolfi inició en 1998 un programa de adquisición de arte contemporáneo que ascendió a alrededor de 80 piezas.

Sin embargo, ya habían ingresado obras desde que Helen Escobedo fue jefa del Departamento de Artes Plásticas del Museo Universitario de Ciencias y Arte en los años 60 y 70.

Cuando llegó Graciela de la Torre y su equipo, en 2004, ''la idea fue retomar el proyecto de Sylvia", afirma Olivier Debroise, curador de la colección de arte contemporáneo.

Aquí Debroise trae a colación la exposición La era de la discrepancia: arte y cultura visual en México 1968-1997, que será inaugurada el 17 de marzo en el Museo Universitario de Ciencias y Arte, de Ciudad Universitaria, que su colega Cuauhtémoc Medina y él empezaron a imaginar desde 1998-99, ''como proyecto de un museo ideal, que permitiera una revisión de 20 o 30 años de producción artística en México que no se hacía en ningún lado.

''Uno de nuestros argumentos ­prosigue el curador­ es que el Estado mexicano no ha tenido programas de adquisición en forma, hasta donde hemos podido detectar, desde 1972".

El 13 de diciembre de 2004, el rector Juan Ramón de la Fuente acordó la creación de un Comité de Adquisiciones de Piezas Artísticas para el Museo Universitario de Ciencias y Arte de la UNAM.

De acuerdo con Debroise del proyecto de investigación para La era de la discrepancia se desprendió ''hasta cierto punto" el guión curatorial de la naciente colección de arte contemporáneo. Guión curatorial en el sentido de que ''se pretende que sea una colección razonada, es decir, lo que deba de cubrirse allí a nivel de colección no es una cuestión de gusto personal, sino de importancia histórica".

Campaña para conseguir fondos

Al adquirir las creaciones para la colección del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, se ha procurado que éstas se acompañen de su documentación, es decir, bocetos preliminares, porque se trata de hacer un acervo comprensivo que va más allá de ''simplemente comprar unas obras colgadas en la pared".

Para la naciente colección se ha comprado pintura, escultura, video y fotografía. Dado las colecciones fotográficas existentes, como la Fototeca de Pachuca y el Centro de la Imagen, Debroise ha insistido en el fotoperiodismo y se ha adquirido obra de Nacho López.

Después de revisar a fondo la colección de arte contemporáneo, Debroise y sus colegas se percataron de que no había casi nada de pintura en los años 80, de ''personajes fundamentales de ese periodo" como Julio Galán. Justo antes de que se muriera el pintor coahuilense se compró el óleo Pelea de brujas (1983).

También se adquirieron México bajo la lluvia, número 106 (1982), pintura al acrílico de Vicente Rojo; Birthday of an irresponsable aviatrix (23 abril 1963); tinta y gouache sobre papel de Pedro Friedeberg; Proyecto para el mural Marcha de la Humanidad (ca. 1959), acrílico sobre madera, de David Alfaro Siqueiros; El triunfo de la muerte (1989), arcón de madera de Germán Venegas, y la pintura Astrónomo XXV (1990), encáustica sobre madera, de Yishai Jusidman.

Respecto a la partida presupuestal para comprar obra artística, Graciela de la Torre explica que hay dos fuentes: una es el Patronato de la UNAM y la otra es proviene del presupuesto universitario.

Independientemente de ese dinero, Debroise participa en una campaña para conseguir fondos de mecenas o patronos: ''Ya tenemos personas que nos están apoyando con compras específicas."

Acervo de 620 obras

­Desde que asumió la dirección de Artes Visuales de la UNAM, ¿cuánto se ha invertido en arte?­ se pregunta a De la Torre

­No nos gusta mucho hablar de dinero, porque esto tiene que ver con el mercado. Pero, desde que entramos se hizo esta propuesta a la Rectoría, inclusive con montos y la vieron con buenísimos ojos el patronato y presupuesto universitario.

''Es una suma lo suficientemente generosa para que Olivier y su equipo asesor no hayan tenido problemas en adquirir lo que han necesitado.''

Debroise agrega que ''muchas personas ­coleccionistas, galeristas y artistas­ reconocen la importancia de esta colección y nos apoyan muchísimo en el aspecto económico.

''Hacemos negociaciones tripartitas: el artista, nosotros y sus representantes legales que son variables. A veces son la galería, a veces representantes, a veces herederos."

La colección de arte contemporáneo, en este momento, suma 620 piezas, en lo que corresponde al programa del museo. En casi tres años se han comprado 216 obras.

El arquitecto Teodoro González de León ganó el concurso por invitación para construir el Museo Universitario de Arte Contemporáneo con un área total de 13 mil 947 metros cuadrados, 3 mil 286 de los cuales corresponden a las salas de exhibición.

En el caso de la obra civil se convocó a un concurso nacional que ganó Ingenieros Civiles Asociados (ICA).

Al respecto, Graciela de la Torre explica: ''Trabajamos con Teodoro el programa de necesidades. Creo que el proyecto arquitectónico es muy afortunado en relación con la propuesta museológica y museográfica. Siempre he dicho que es un edificio muy amable, el hecho que sea blanco, transparente, y se integra bien a la naturaleza del Pedregal. Van a haber espacios donde el visitante verá y caminará sobre la lava".

El museo es el resultado de un equipo multidisciplinario de trabajo. El espacio educativo, que es un jardín interior, se diseña, por ejemplo, con especialistas de la Facultad de Arquitectura, por medio del área de arquitectura de paisaje.

Algo que se platicó mucho con el arquitecto fue ''la necesidad de tener espacios flexibles, que permitan el ejercicio pleno del arte, porque es hasta cierto punto impredecible lo que pueda suceder allí", apunta De la Torre. Entonces, ''son espacios en su gran mayoría abiertos, donde el arquitecto jugó con diferentes alturas".

Debroise, añade: ''Tratamos de imaginar qué van a hacer los artistas contemporáneos dentro de 20 años. No sabemos. Tenemos que tener una cierta flexibilidad tanto a nivel técnico de cuantos enchufes por toda la parte de nuevas tecnologías, que viene mucho y que absorbe energía. Entonces, va a haber hasta sobreabundancia de esto, no para que se use ahora, sino como imaginando el futuro.

''Hemos insistido mucho en la infraestructura pensando en el avance de las nuevas tecnologías."

 
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