Usted está aquí: sábado 10 de febrero de 2007 Opinión El otro Menotti

Juan Arturo Brennan

El otro Menotti

Hace unos días, la prensa mundial dio noticia del fallecimiento de una importante figura pública. En muchos titulares se leyó, simplemente, Murió Menotti. Y no dudo que numerosos despistados, fanáticos del deporte, hayan derramado una furtiva lágrima por el falso genio de las canchas, el mal llamado ''filósofo del futbol". No, el que murió fue el otro Menotti.

Mi primer contacto con la música del compositor italo-estadunidense Gian Carlo Menotti (1911-2007) fue una audición radiofónica (en Radio UNAM, por supuesto) de su ópera Amahl y los visitantes nocturnos. En teoría, nada podría parecer más digno de sospecha que una ópera estadunidense, escrita para televisión, y sobre un tema navideño. Sin embargo, en Amahl y los visitantes nocturnos encontré una música fresca y directa, pero sin concesiones a la chabacanería y, aún sin la indispensable componente visual, un claro sentido dramático y teatral. Y por si fuera poco, Menotti se permitió incluir en ésta, una de sus obras más conocidas, algunos toques de humor que hubieran sido inconcebibles en la visión de algunos de sus colegas más solemnes.

Originario de un pequeño pueblo a orillas del lago Lugano, Menotti ingresó al Conservatorio de Milán a los 13 años de edad; al entrar, llevaba bajo el brazo las partituras de dos óperas que había compuesto en los años previos. A los 17 se marchó a Estados Unidos para continuar sus estudios en el Instituto Curtis de Filadelfia, donde fue alumno de Rosario Scalero. Otro talentoso alumno de Scalero por ese entonces era Samuel Barber (1910-1981), y los dos condiscípulos iniciaron pronto una estrecha amistad que poco después se convirtió abiertamente en una relación de pareja.

Además de la vida compartida, la pareja Menotti-Barber produjo una importante obra del teatro musical estadunidense: la ópera Vanessa (1964) que Barber compuso a partir de un libreto de Menotti. Y fue precisamente en el campo de la ópera y sus géneros afines que éste realizó sus más importantes contribuciones. A la vez, Menotti fue pionero en la elaboración de obras pensadas específicamente para los medios. Así, la ya mencionada Amahl y los visitantes nocturnos, que es la primera ópera escrita especialmente para la televisión. En este mismo ámbito destacan La vieja y el ladrón, ópera para radio, y Laberinto, su segunda ópera para televisión, que desde su concepción misma ya consideraba un tratamiento escénico y técnico específico para las cámaras. Menotti creó también un buen número de obras escénico-musicales más convencionales por cuanto estaban dirigidas a las tablas de los teatros tradicionales, pero no por ello menos interesantes. Entre ellas, destacan Amelia va al baile, La médium, El teléfono, El cónsul, El santo de la calle Bleecker, El unicornio, la gorgona y la mantícora, La muerte del obispo de Brindisi, ¡Auxilio, auxilio, los globolinks!, El héroe, El huevo y El hombre más importante. Siempre atento a la relación de su música con los medios, Menotti dirigió en 1951 una estimable versión cinematográfica de su ópera La médium. Además, escribió varios guiones para la Metro-Goldwyn-Mayer, ninguno de los cuales llegó a filmarse. El resto del catálogo de Menotti es breve y parco, destacando en él sendos conciertos para violín y piano, un interesante Triple concierto para tres tríos instrumentales, algunas piezas para piano y varias obras de cámara para combinaciones diversas.

Ampliamente reconocido por sus talentos múltiples, Menotti obtuvo en 1950 los premio Pulitzer y el de la Crítica de Teatro por su ópera El cónsul y, en 1955, recibió otro Pulitzer por El santo de la calle Bleecker. Y si bien tuvo detractores entre los críticos, algunos especialistas supieron reconocer las cualidades de la música de Menotti. Como ejemplo, estas palabras de H. Wiley Hitchcock:

''Menotti combinó el sentido teatral de un dramaturgo popular y un lenguaje musical pucciniano con un amor estilo italiano por el lenguaje líquido y un interés humanista en sus personajes como seres humanos verdaderos; el resultado fue una clase de ópera más accesible que la de cualquiera de sus contemporáneos".

Antes de morir, en 1981, Samuel Barber dejó instrucciones para que junto a su tumba (localizada en su natal West Chester) se conservara un lote vacío, con el deseo de que, al morir Menotti (de quien se había separado alrededor de 1960), fuera sepultado a su lado. No hubo tal reunión póstuma; Menotti fue enterrado en la localidad de Gifford del condado escocés de East Lothian. Desamor inconstante, más allá de la muerte.

 
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