Usted está aquí: sábado 10 de febrero de 2007 Espectáculos Experimentos fallidos en el segundo día

Leonardo Garcia Tsao

Experimentos fallidos en el segundo día

Ampliar la imagen De izquierda a derecha, el actor Christian Oliver, Cate Blanchett y el director de El buen alemán, Steven Soderbergh, durante su llegada a la edición 57 del festival de cine de Berlín Foto: Reuters

Berlín, Alemania. Según las estrategias de programación de los festivales internacionales de cine, el material fuerte se debe reservar para el primer fin de semana, cuando ha llegado la mayoría de los acreditados. ¿Y el primer viernes? Pues títulos regulares que no desanimen al respetable pero tampoco quemen las cartas fuertes. Eso se ha cumplido cabalmente en el segundo día de la competencia berlinesa con una oferta poco memorable.

La producción hollywoodense The good german (El buen alemán) se antojaba muy adecuada por ostentar a un autor respetable ­Steven Soderbergh­ y situar su acción en el Berlín de posguerra. Sin embargo, se trata de uno de esos ejercicios de estilo, donde, al parecer, los únicos que se divirtieron fueron los realizadores. En su intento de recrear el tono y atmósfera de clásicos de los años 40 como Casablanca o El tercer hombre, la película no sólo está filmada en blanco y negro, sino recurre en todos sus elementos formales al pastiche. El rencuentro entre un corresponsal de guerra gringo (George Clooney) y una amante alemana (Cate Blanchett) dispuesta a hacer lo que sea con tal de sobrevivir, da pie a una embrollada intriga sobre cómo soviéticos y estadunidenses rivalizan por reclutar a los científicos nazis que desarrollaron los cohetes V2. ¿Quieren clichés? El es un cínico ya escéptico ante el heroísmo; ella, una perdida que desea redimirse con un acto noble, bajo un clima imperante de amoralidad.

Lo único ausente es el verdadero sentimiento. The good german resulta tan inerte y artificial como las poses de femme fatale adoptadas por Blanchett, recargada en una pared con mirada de desencanto. El experimento de Soderbergh sólo sirve para corroborar por qué ya no las hacen así.

Otro cineasta que ha intentado diversificar su estilo es el coreano Park Chan-Wook. Conocido en el mundo entero por su violenta trilogía sobre la venganza, ahora ensaya en Sai bo gu ji man gwen chan a (Soy una cyborg pero está bien) una especie de comedia romántica sobre el amor que surge entre dos pacientes de un hospital siquiátrico, una chica que cree ser una cyborg y un joven que se siente capaz de robar todo, hasta las personalidades ajenas.

La película no evoca a un melodrama como David y Lisa, sino a esas comedias situadas en manicomios a las que el cine mexicano era tan afecto hace varias décadas. Tal vez se trate de una cuestión cultural y los chistes se perdieron en la traducción, pero el numeroso público de prensa no le encontró mucha gracia a los excesivos mohines de unos actores que, literalmente, sobreactúan como loquitos. El volver a la idea del paciente mental como pretexto para chistosadas es una suerte de retroceso. Para Park, ciertamente lo es. En este caso, el espectador es quien sale buscando venganza.

En solidaridad con el cine latinoamericano no comentaremos la concursante brasileña, O ano em que meus pais saíram de férias (El año que mis papás salieron de vacaciones), de Cao Hamburger. Baste decir que la inocua película parece haberse escapado del concurso de cine infantil ahora llamado Generation. No sorprendería saber que fue utilizada como remplazo de último minuto, cuando otra concursante se canceló del programa.

El clima no ha sido más amable, con una caída constante de lluvia o aguanieve. Para como estuvo la oferta cinematográfica, algunos colegas ingleses han de haber deseado quedarse otro día varados en el aeropuerto de Londres.

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