Usted está aquí: sábado 27 de enero de 2007 Opinión ¿Ahora sí el Oscar?

Leonardo García Tsao

¿Ahora sí el Oscar?

Ampliar la imagen El director mexicano Guillermo del Toro, captado durante su estancia en Beverly Hills en diciembre pasado Foto: Reuters

Al margen del escepticismo que suele provocar el concepto de los premios Oscar, las postulaciones anunciadas el martes sí fueron una estupenda noticia. Las 16 nominaciones, repartidas entre 10 mexicanos, hablan de qué tanta resonancia ha adquirido el trabajo de cineastas nacionales en el extranjero. No recuerdo ninguna otra cinematografía ajena a la estadunidense que haya tenido una representación semejante, un ritual en el cual la comunidad hollywoodense suele premiarse a sí misma.

Los aguafiestas de siempre argumentarán que los tres títulos candidatos ­Babel, El laberinto del fauno y Los niños del hombre­ son en realidad películas extranjeras de limitada o nula financiación mexicana. La procedencia del dinero no es lo importante para determinar una identidad cultural. Ya conocidos en Hollywood como the three amigos, los respectivos directores de esas películas ­Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón­ han permanecido asociados a su procedencia mexicana. No son cineastas que se han alquilado como impersonal mano de obra ­como ocurrió con el nuevo cine australiano de los 70, que prácticamente desapareció junto con la personalidad de sus artífices­, sino autores cuyos intereses personales de expresión nutren sus proyectos (con toda la influencia de lo mexicano que eso supone).

Si consideramos al Oscar como un mero despliegue publicitario, dichas nominaciones constituyen la impagable promoción de un fenómeno que, a últimas fechas, ha llamado la atención internacional (el antecedente más notable en ese sentido ocurrió en 2003, cuando coincidieron las candidaturas de Frida ­Salma Hayek, los directores de arte­, Y tu mamá también por guión original y El crimen del padre Amaro en la categoría de lengua extranjera). Ahora sólo resta esperar que, por una vez, algún cineasta mexicano sí se lleve "la codiciada estatuilla", según reza el lugar común, y no se repita la tradición de ser el invitado, pero no el festejado del acto.

Entrando al terreno de las especulaciones ­y sin tomar en cuenta el cálculo numérico de los apostadores­ uno supone que El laberinto del fauno se perfila como el posible ganador en la categoría de mejor película en lengua extranjera, por el simple hecho de que la Academia lo ha reconocido con otras cinco nominaciones como prueba de una preferencia. Si eso se cumple, Del Toro sería el primer realizador mexicano en llevarse el Oscar. Ni más ni menos.

Por méritos acumulados, Emmanuel Lubezki podría ser el otro triunfador. Se trata de su cuarta postulación y la calidad fotográfica de Los niños del hombre es tan contundente que uno quisiera pensar que ahora sí será la buena. Así como el año pasado Lubezki compitió con otro nacional, Rodrigo Prieto, esta vez uno de sus rivales es Guillermo Navarro, por El laberinto del fauno. (Por cierto, es raro que Prieto no haya sido nominado por su sobresaliente labor en Babel... tal vez se pensó que tres mexicanos en la misma categoría sería exagerado).

Otro caso de paisanos enfrentados se da en el concurso por mejor guión original, entre dos Guillermos, Arriaga por Babel y Del Toro por El laberinto del fauno. No obstante, los competidores angloparlantes son muy fuertes en este caso, sobre todo Peter Morgan, autor del guión de The Queen. Por su parte, Cuarón es candidato en las categorías de edición (junto con el igualmente paisano Alex Rodríguez) y en el de mejor guión adaptado, que no es el punto fuerte de Los niños del hombre (pero qué podemos decir, cuando también está Borat, una comedia básicamente improvisada sobre la rutina de su intérprete Sacha Baron Cohen).

Por desgracia, Adriana Barraza compite en una de las categorías donde el premio está cantado, el de coactuación femenina. Según se calcula, Jennifer Hudson tiene amarrado el Oscar por su debut en Soñadoras.

El reto más difícil son los premios mayores. Para el Oscar a mejor director, González Iñárritu se enfrenta a dos instituciones de Hollywood, Clint Eastwood y Martin Scorsese. Con éste hay una deuda pendiente desde Toro salvaje (1980) y ya se ha advertido en los medios que sería el colmo, casi una broma pesada, otro ninguneo por parte de la Academia, aún cuando Los infiltrados no esté a la altura de sus obras maestras. No necesariamente sería el mismo caso con el Oscar a la mejor película y aquí se prevé la posibilidad de un imprevisto similar al del año pasado, cuando ganó Alto impacto/Crash. En este caso, Babel podría volverse el caballo oscuro (o Negro, si se quiere).

En todo caso, esta será la primera vez que, para los espectadores mexicanos, la transmisión de la eterna ceremonia de entrega del Oscar se convertirá en un asunto de suspenso constante.

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