Usted está aquí: viernes 26 de enero de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

La rebelión de los titiriteros

Para ellos, no existe nada que no puedan comprar

Adueñarse del DF, en su canasta de productos básicos

La pregunta que se hace la mayoría de los azules en el PAN de la capital es: ¿Por qué hasta ahora decidieron los millonarios ultraconservadores dejar las sombras del anonimato, desde donde siempre proveyeron, ilegalmente, de dineros a su partido, para dar la cara en una contienda interna que parecería de poca monta?

Las respuestas han desfilado por los cafés, las oficinas y los comederos donde acostumbran reunirse los azules, con más imaginación que datos duros que pudieran explicar el asalto al poder panista, que buscan los dueños de monopolios como Lorenzo Servitje o alguno de los de la dinastía Slim, y andan norteados, pero dispuestos a dar el borregazo, porque en su partido, lo saben por experiencia partidista, y lo tienen como ejemplo al más alto nivel: el que paga manda.

Conforme a ese mandamiento de la ley del PAN, la rebelión de los titiriteros, que ya no se conforman con jalar los hilos del rebaño, sino que quieren asomar el bigote por encima del escenario, debe quedar claro quién ordena, a quién se deben los anuncios por televisión, las entrevistas a modo, las declaraciones (mal) intencionadas disfrazadas de espontaneidad, y todo eso con lo que construyen a sus marionetas.

Y es que la ecuación es sencilla: si en dos ocasiones se ha podido comprar la Presidencia de la República, ¿cuánto vale, que ellos no estén dispuestos a pagar, el poder que significa la ciudad de México? Así lo han dicho los señores del dinero, cuando menos a un par de indiscretos miembros de alguno de los gabinetes de consultoría que tienen contratados.

No es un proyecto de Felipe, aclaran. El plan para adueñarse políticamente del DF es de ellos. Desde que llegó a Los Pinos Felipe se inició su proceso de extinción, aseguran. Pero ellos seguirán al mando del poder económico, acrecentado por los beneficios que les dotará su agente en la residencia de Chapultepec.

Tampoco niegan o descartan el uso que están dando al odio que siente Calderón hacia los habitantes de la ciudad de México, que una y otra vez lo han rechazado. Por el contrario, lo utilizan, sabedores de que es el complemento perfecto para su proyecto, y lo apoyan condicionadamente porque saben que el odio ciega y no quieren errar en sus intenciones.

Total, la farsa ha terminado. El pleito entre el Yunque fascista que preside Manuel Espino y los católicos ultraconservadores de Calderón (fascistas de mediana intensidad) los tiene sin cuidado. Ellos van por el poder, ya saben qué tan baratas son las ambiciones de los azules y cuánto deberán pagar por sus votos para que Mariana Gómez del Campo se convierta en el instrumento de su fascinación. Así que nadie alucine, el caso está cerrado, el títere escogido y la función debe empezar.

AMLO en radio

Un radioescucha lanzó al aire su preocupación: El movimiento (para apoyar la resistencia civil pacífica que encabeza Andrés Manuel López Obrador) "se está muriendo" y apremió: "hay que hacer algo". Rápido y contundente, el Presidente Legítimo de México informó de los trabajos que se hacen y de las tareas por venir, pero señaló enfáticamente que la resistencia se ha convertido en el contrapeso del gobierno de Calderón.

Y explicó que sin este movimiento los horrores cometidos en contra de la población por el gobierno actual sería aún peores, y pidió paciencia frente a las provocaciones montadas por el régimen. Las llamadas al programa Discrepancias, de Radio UNAM, que se transmite todos los martes de ocho a nueve de la noche, donde estuvo el pasado martes, fueron tan o más numerosas que en su anterior presentación, hace ya varios meses, cuando denunció el cerco informativo creado en su contra.

Carlos Mendoza, otro radioescucha que acudió a la estación a eso de las 11 de la noche, asegura que dos horas después de concluido el programa seguían llegando llamadas para apoyar a López Obrador, y en ellas había un mensaje claro: No estás solo. La resistencia sigue.

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