Usted está aquí: miércoles 24 de enero de 2007 Cultura Se fue el último gran aventurero que convirtió el reportaje en literatura: escritores mexicanos

Destacan su ''extraordinaria fuerza poética para representar la monstruosidad del poder''

Se fue el último gran aventurero que convirtió el reportaje en literatura: escritores mexicanos

Arturo Jiménez, Fernando Camacho, Jorge Ricardo y Angel Vargas

Con la muerte de Ryszard Kapuscinski se pierde al último gran aventurero que logró hacer del reportero un gran escritor y convertir el reportaje en literatura.

En ello coincidieron intelectuales y escritores mexicanos consultados ayer por La Jornada al suscitarse la noticia de su fallecimiento, entre ellos Sergio Pitol, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Margo Glantz, José María Pérez Gay, Hugo Gutiérrez Vega, Paco Ignacio Taibo II y Gerardo de la Torre.

Definieron que el de Kapunscinski es un trabajo de "extraordinaria fuerza poética, para representar la anquilosada monstruosidad del poder".

También resaltaron lo "absolutamente genuino" de su interés por las cosas del mundo y sobre todo por Africa y los países en desarrollo:

"Nunca buscó destacar con sus noticias, sino mostrar los lugares y la gente que visitaba, conocerlos lo más íntimamente posible."

A continuación, la transcripción de esas opiniones y reflexiones:

Sergio Pitol, escritor: Ryszard Kapuscinski fue una figura extraordinaria, no sólo para Polonia, sino universal. Fue un antropólogo, un teórico político y un cronista que abarcó casi todos los continentes, especialmente Africa.

Kapuscinski no fue sólo un viajero, sino un hombre que fue conociendo el mundo, viendo las desigualdades. Estudió las culturas de los lugares por donde viajó. Fue un estudioso extraordinario y en sus estudios sobre cultura vio también la desigualdad terrible que hay en el mundo, sobre todo los colonialismos.

El no fue un periodista normal, sino un gran cronista cultural, teórico. Sus libros son extraordinarios, inteligentes. Lo conocí desde muy joven, cuando era periodista y cronista en una revista de Polonia, entonces hicimos amistad; él me enseñó muchas cosas que me llevaron a ciertas partes de la cultura y de la sociedad, y fue cronista en México hace 20 o 25 años.

Como periodista polaco, poco a poco logró ganarse la libertad en Polonia para desplazarse. Sus obras están traducidas a la mayor parte de los idiomas. No es extraño que haya sido candidato al Premio Nobel. Sin embargo, no se le negó el Nobel; era la primera vez que había sido anunciado en la lista, y es muy raro que por primera vez que se nombre a alguien resulte ganador.

Plantas que nunca seca el olvido

Sergio Ramírez, escritor: Encontré por última vez a Ryszard en Berlín, con motivo de la entrega de los premios Ulises, en septiembre del año pasado, que se conceden anualmente a los libros de mejor periodismo narrativo. Llegó como invitado de honor, subió a la tribuna a entregar el premio mayor y no habló. Le sobraban los discursos. Tenía una manera de saludar primero con los ojos, que se iluminaban de alegría. Lo mismo hablaba de Centroamérica, Nicaragua, que de los meandros de la realidad latinoamericana, que no lo abandonaban, tan conocedor de ella como para haber vivido la guerra del futbol en Honduras, un hecho insólito, sobre todo para un periodista con pasaporte polaco, porque venir entonces desde detrás de la cortina de hierro a los países bananeros como se les decía, era como llegar al infierno.

Nunca leí una prosa periodística mejor que la suya. Era un literato verdadero, y se quedó en la lista corta del Premio Nobel. Mi admiración por él crece ahora que ha muerto, y la amistad crece también. Son plantas que nunca seca el olvido

El más grande periodista que ha existido

Elena Poniatowska, escritora: Es una noticia muy terrible para mí. En la crónica del Zócalo que estoy escribiendo lo cito. Lo quise mucho, siempre fue muy cariñoso conmigo.

Considero que es el más grande periodista que ha existido, inclusive un digno candidato al Premio Nobel, si éste se otorgara también al periodismo. Fue un periodista que hizo grandes incursiones en la literatura. Lo que escribía como periodista lo convertía en literatura.

Su foco de atención y trabajo fue muy diverso. Se ocupó lo mismo de Africa y Centroamérica, que de México; de hecho vivió aquí, lo cual es para nosotros un gran honor. Es una gran pérdida para Polonia.

Nunca buscó destacar con sus noticias

Margo Glantz, escritora: Es el periodista más extraordinario que se ha dado en los tiempos recientes. Su interés por las cosas del mundo y sobre todo por Africa y los países en desarrollo ha sido absolutamente genuino.

Nunca buscó destacar con sus noticias, sino mostrar los lugares y la gente que visitaba, conocerlos lo mas íntimamente posible: vivía en condiciones precarias, como las personas que lo rodeaban, y conocía a fondo los problemas y la forma de vida de cada una de las comunidades que visitó.

Su libro Ebano es uno de los más importantes, por la capacidad de síntesis, por plantear al mismo tiempo el horror y la esperanza de países que están sumergidos en problemas gravísimos, como la venta de armas, peleas constantes entre diversas naciones, hambrunas, violaciones, sida; y sin embargo, a pesar de todo, siempre hay algo verdaderamente estimulante, porque a pesar de los sufrimientos, de la violencia, es gente que todavía tiene esperanza, y él lo muestra extraordinariamente bien.

Su último libro, que leí, fue Viajes con Heródoto, me pareció maravilloso porque sabe mezclar perfectamente el pasado con el presente y hacer que éstos se confundan. Es una gran pena que haya muerto.

Fue incisivo en sus descripciones del poder

José María Pérez Gay, filósofo: Soy lector consumado de Ryszard Kapuscinski. Conozco El emperador, El sha o la desmesura del poder. Leí fascinado El imperio y el maravilloso libro que es Ebano. Antes leí La guerra del futbol y otros reportajes, y acabo de leer Viajes con Heródoto.

Kapuscinski es el último aventurero, quien logró hacer del reportero un gran escritor y convirtió el reportaje en literatura. Recuerdo un pasaje memorable de El Imperio, en donde evoca la destrucción del templo de Cristo Salvador, para construir en ese mismo lugar el Palacio de los Soviets. Ahí describe el saqueo de las riquezas y los iconos religiosos, las cuadrillas de trabajadores tratando de destrozar el templo.

Esa sola escena es digna de una novela que estaría a la altura de Balzac. Kapuscinski es un gran escritor, con una extraordinaria fuerza poética para representar la monumental y anquilosada monstruosidad del poder; ni siquiera Elías Canetti ha sido tan incisivo en sus descripciones del poder. El sabía atrapar y condensar la metafísica sepulcral.

Era insobornable

Hugo Gutiérrez Vega, poeta y periodista: Kapuscinski es un gran escritor y un gran periodista. Esto significa que es un gran literato, porque no hay distancias entre la literatura y el periodismo. Hay periodismo bueno y malo, como literatura buena y mala. Pero las malas se olvidan y las buenas se juntan, y de esa manera el periodista se convierte en un gran escritor. Es el caso de Norman Mailer, pero fundamentalmente de Kapuscinski. Además, Kapuscinski nos entrega una visión múltiple del mundo, observa todas las realidades sociopolíticas, las describe con un estilo extraordinario. El, por ejemplo, nos descubre Africa. Si no fuera por Kapuscinski poco sabríamos del corazón de Africa. Y así lo hace con otros continentes, otras voces y otros ámbitos. No hay tema que le sea desconocido. Con él muere uno de los grandes de la literatura contemporánea.

Todos los periodistas nos sentimos muy orgullosos de pertenecer al gremio de Kapuscinski, pero tenemos la obligación de escribir tan bien como él lo hacía. Ha muerto no sólo un gran periodista sino un gran maestro de periodismo y un gran literato. El sabía perfectamente cuál era la función del periodismo en el mundo contemporáneo y las obligaciones morales del periodista, por eso era insobornable. Es otro ejemplo importante de su vida y su obra, el ejemplo moral. Aquí recordemos a Plutarco, a Cicerón y todos los comentarios sobre los personajes que con su talante moral han dejado una lección. Aquí, el talante moral de Kapuscinski, su estricta visión ética de la tarea del periodismo, y por otra parte, su auténtica preocupación por los problemas humanos, hacen que sea un modelo para todos los periodistas del mundo.

Kapuscinski pertenece a un gremio notable de periodistas-escritores. Cuando escuchábamos por la radio la noticia de su muerte, recordamos a Graham Green, quien en muchos de sus viajes como funcionario del Foreign Office, como espía o como periodista, sacó algunas de sus mejores novelas. George Orwell, quien también fue periodista y escritor; Mailer y otros muchos ejemplos, como Hemingway, corresponsal en la guerra de España; John Reed, quien no escribió novela pero sí pequeños cuentos, pero su México insurgente y sus Diez días que conmovieron al mundo son obras literarias de gran categoría. A ese pequeño mundo del periodista-escritor pertenece Kapuscinski, y tiene un lugar realmente privilegiado en ese estrellato.

Su influencia, fundamental para nosotros

Paco Ignacio Taibo II, escritor: Kapuscinski fue un personaje fundamental en la formación de muchos de nosotros. Su obra curiosamente llegó primero a México que a España o Estados Unidos, por las conexiones que él tenía con periodistas mexicanos. La guerra del futbol, por ejemplo, circuló primero en una edición mexicana y luego Siglo XXI editó El emperador.

Para muchos de nosotros, que nos íbamos formando en esos años en la tarea del periodismo, la influencia de Kapuscinski fue fundamental. Tiene sobre todo una singular habilidad narrativa de carácter literario, y una precisión notable también en lo informativo.

Aportó a muchos de nosotros una manera de hacer literatura a partir del periodismo. Las dos cosas están ahí. En sus libros hay una batalla por descubrir la verdad y decirla de forma muy particular. Con respecto a que él sea el último de su tipo, no lo creo. Nunca nadie es el último, puede ser el primero, pero no el último.

Su legado va más allá del mero periodismo

Gerardo de la Torre, escritor: Desde hace 30 años, cuando uno preguntaba sobre estos grandes periodistas que se meten en todos los conflictos, que están en todas partes, que nos proveen con información confiable, verdadera, y no sólo eso, sino que elevan el periodismo a la categoría de arte y están más cerca de la obra literaria, el nombre de Kapuscinski está presente en esta lista de los grandes periodistas del mundo. El es un especializado en periodismo y lo pondría al lado de Günter Wallraff, sin demeritar a ninguno. Por otro lado, lo pondría junto a un reportero gráfico que elevó también la fotografía de guerra a la categoría de arte: Robert Capa, húngaro de nacimiento. Son gente que nos ha dejado un legado que va mucho más allá del mero periodismo.

Alberto Dallal, catedrático y periodista: ¿Qué le puedo decir sobre Kapuscinski, si es el paradigma del buen periodista, del auténtico periodista? Es el modelo del reportero que va al lugar de los acontecimientos, hace una investigación previa y posterior del hecho, se documenta y da un producto que realmente hace luz sobre lo que ocurre. Llevó su trabajo de investigación hasta sus últimas consecuencias, al grado que se volvió investigador especializado en movimientos sociales. Sus libros son una muestra completa de un periodista que se va fogueando al mismo tiempo como un excelente escritor. Su muerte es una verdadera lástima, porque hoy nos hacen falta ese tipo de periodistas. Ahora somos más bien repetidores de lo que dicen los funcionarios, u otras agencias o periódicos. Yo soy de la idea que si no vas al lugar de los hechos y eres testigo y casi víctima de ellos, entonces no estás haciendo buen periodismo. El mundo pierde un paradigma de lo que debe ser un periodista.

Javier Aranda Luna, periodista: Para Kapuscinski no existían géneros menores en la literatura. Sólo buenos y malos libros. El fue, es, uno de los grandes escritores de nuestro tiempo.

Cuando se escriba la historia de la literatura del siglo XX, sus crónicas y reportajes tendrán un lugar de privilegio. Dentro de algunos años no recordaremos los nombres de cientos de novelistas cuyos volúmenes inundan nuestra librerías, pero volveremos a leer las crónicas y reportajes de él como gran literatura.

No importará ya entonces, como preocupa a la crítica tartamuda, que sus historias hayan sido verdaderas y sus personajes de carne y hueso: escucharemos en sus libros de nuevo, como en toda gran obra, el rumor de la vida.

Que se queden los profesores con los géneros literarios y los lectores con la literatura.

 
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