Usted está aquí: domingo 21 de enero de 2007 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Partidos, compartidos, repartidos: idos

No duró ni la víspera el sistema de partidos. Los timoratos temían una partidocracia. Los audaces soñaron un régimen republicano en el que, como dirían los Papeles del Federalista, necesariamente predominara el Poder Legislativo y la ausencia de mayoría absoluta fortaleciera la división de poderes y haría efectiva la intención del constituyente de dividir a su vez al legislativo en dos cámaras. Y se partieron los partidos.

Los apuros de fin de régimen movieron a los estados de la República a empatar las elecciones de gobernador con las presidenciales. Más allá del presunto ordenamiento y reducción del gasto electoral, los movía sumarse al ritmo centralista y sujetarse al faldón del presupuesto y programas del Ejecutivo federal. Llegó la alternancia; sobrevivió la República a la ineficacia y voluntad destructora del desgobierno, al vacío de poder y la mojigatería empeñada en demoler el Estado laico y empeñarse en el imposible retorno del régimen de religión y fueros.

Determinismo histórico a la inversa. Cosas de la euforia que atribuyó la disolución de la Unión Soviética a la superioridad del mercado: la nueva ortodoxia económica; la verdad única universal del neoconservadurismo que embarcó a George W. Bush en las invasiones de Irak y Afganistán, donde las fuerzas de ocupación son policías auxiliares en guerras civiles, guerras religiosas, guerras de liberación desatadas por el choque de fundamentalismos. Si les parece distante esa realidad, acerquémosla al discurso del triunfalismo económico, el del capitalismo y democracia sinónimos, fuerzas siamesas del crecimiento económico y los milagros del desarrollo.

Ahí están las proezas asiáticas; luego India y China. Y la desmemoria: los chinos emprendieron la gran marcha al capitalismo: "No importa el color del gato, lo importante es que atrape ratones", decía Deng Xiao Ping. Y vino el milagro, el PIB que crece 9 por ciento anual; la demanda de energéticos y el consumo creciente; la riqueza que se concentra con tanta rapidez como se genera. Los neoconservadores, acólitos de Cheney, apóstoles de la verdad única y la victoria final, no nos dicen que China jamás cambió su gobierno, nunca se convirtió a la democracia sin adjetivos y sucedánea del capitalismo.

Vale la pena traer a cuento el cuento de los milagros atribuidos a los siameses del libre mercado, ahora que nos quieren asustar con los tropiezos del petróleo al alza y somos testigos de los funerales del sistema plural de partidos. Del paso fructífero y efímero de la pluralidad sobre la tumba del priato tardío. Del partido único que no hubo, a la multiplicación de partidos que se parten, se reparten y se van.

Baja California era la primera elección de gobernador en el calendario del cesarismo electoral; orden que trastocó Luis Echeverría al adelantar la candidatura de su secretario de la Defensa y someter a José López Portillo al claroscuro poder del interregno (mismo que aplicaría éste a Miguel de la Madrid al privatizar la banca). Ahora, la primera elección de gobernador es en Yucatán. De Mexicali a Mérida. O cómo convertir la pluralidad en suicidio colectivo; Cronos que devora a sus hijos y se convierte en estiércol. Al PRI del gran poder lo reducen a patente de corso para entregar la plaza al impresentable Jorge Hank Rohn, heredero del profesor que acuñó la inmortal frase: "Un político pobre es un pobre político". ¿Qué decir de un partido pobre? Pero hay límites.

Dígalo si no la alquimia del auténtico corporativismo y la oligarquía que no ceden; la sustitución del Poder Legislativo por los pactos en la cúpula del poder político y del dinero, hasta llegar al pacto de la tortilla: maíz y harina transustanciados en oro; nixtamal reducido a masa para ruedas de molino y comulgar con el milagro de aumentos de precio como topes: junta de notables. Ahí destaca Roberto González, Midas que transforma el grano de maíz en harina de oro. No es ajeno al nixtamal. Por ahí empezó. Roberto González, El Maseco, es paradigma de la persistencia de la multiplicación del capital y su adaptación al cambio. Recibió el primer impulso por la mano pródiga del general Bonifacio Salinas, soldado que combatió y político que se enriqueció; último líder político del Ejército de la Revolución.

Luego vendría la fortuna de la familia política: Roberto González y Carlos Hank González serían consuegros: el profesor al frente de Conasupo y el norteño se hizo de granos, los hizo harina. Nació Maseca; Gruma trascendió las fronteras norte y sur; al abrirse las espuertas de la privatización, Minsa y otras harineras pasaron de subsistencias populares a manos particulares. Y llegaron los de la globalidad con metrópoli imperial. Los entusiastas dieron en citar al Gatopardo de Lampedusa, para atribuir sapiencia a los tecnócratas del priato tardío, para ornato mesiánico a la alternancia vista como restauración del antiguo régimen. Hizo falta un Balzac para la tragicomedia humana de nuestra transición. Nadie siguió las huellas del dinero. Cambia de manos, pero poco. Y nunca cambia cuando el cambio es en el ámbito del poder político. En lugar de revolución, los del dinero escriben devolución.

En Yucatán se impuso la casta divina a la santa alianza. Hace seis años, Patricio Patrón Laviada se alió al PRD y venció al PRI de Víctor Cervera Pacheco. Los del sol redondo y amarillo quieren sacar al PRI, aunque tengan que servir de porteros para dar paso al poder de la derecha extrema. En Yucatán, pocos votos de pocos militantes del PRD. Pero se unieron al de la foto de un anciano maya que le besa la mano. Desmemoriados o desvergonzados, hay quienes proponen hacer su candidata a la señora Ana Rosa Payán, quien renunció al PAN, pero no al pensamiento de Pedro el Ermitaño, o de El Yunque.

El dinero del político rico en Baja California. Diezmos y primicias de la clerigalla en Yucatán, que acabarán en la bolsa del heredero del de la casta divina. Y entre santa y santo, pared de cal y canto en Los Pinos, donde Roberto González y Felipe Calderón se felicitan sonrientes por el "acuerdo para fijar precio tope a las tortillas".

Beatriz Paredes y Jesús Murillo Karam disputarán el voto de aproximadamente 20 mil consejeros del PRI a la pareja integrada por Enrique Jackson y Sara Latife. Hay tres planillas más: Javier Oliva y Luisa Montes; Alejandro Gárate Uruchurtu y Amelia Olguín; Sergio Martínez Chavarría y Artemisa Lara. Obtuvieron el registro: quede constancia. Pero la contienda se reduce a Paredes-Murillo vs Jackson-Latife. Tanto monta, monta tanto. Pero no es igual atrás que en ancas. Y Manuel Bartlett es voz que clama en el desierto: el PRI "no debe ser palero de la derecha, (si) se acerca a esa corriente ideológica está condenado a muerte".

Algo queda: la división de poderes se hizo efectiva, hay pesos y contrapesos. Y llegó la hora del federalismo, el nuestro, el que en 1824 pudo privar al gobierno central del poder de la bolsa. Por lo pronto, Felipe Calderón prevé que México llegará a ser la cuarta economía del mundo. Vale, pero vamos paso a paso. Habría que empezar por la salud y educación de 50 millones a los que dos dólares diarios no les alcanzan ni para entrar a la economía de mercado. Primero ser y luego cómo ser.

Poderoso caballero es don Dinero. Pobre del pobre que al cielo no va. Lo friegan aquí y lo friegan allá.

 
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