Usted está aquí: sábado 20 de enero de 2007 Cultura El Festival Internacional Ortiz Tirado otorga premio al chelista Carlos Prieto

El encuentro festeja las aportaciones del tenor mexicano de trascendencia mundial

El Festival Internacional Ortiz Tirado otorga premio al chelista Carlos Prieto

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen Imagen de la ciudad de Alamos, Sonora, sede del encuentro, catalogada como la ciudad más colonial de la región Foto: Cortesía del FIAOT

Quizá Alfonso Ortiz Tirado no fue el tenor ni el médico que quería ser. Era un "segundón" en ambos campos y, no obstante, "dejó sembrado un interés por la cuestión artística"; por eso, con el tiempo se ha erigido en un referente cultural para los sonorenses. Tanto así, que el festival más importante del estado ­y la región­ lleva su nombre. Se le recuerda y se le quiere, lo que no ocurre, por ejemplo, con otra sonorense ilustre, María Félix.

El escritor Sergio Valenzuela (Hermosillo, 1941) publicó hace dos años la novela De púrpura encendida, en la que "reimagina" los últimos años del cantante e inventa lo que en realidad no ocurrió: Ortiz Tirado no fue el viejo feliz y satisfecho que aparece en el libro, enamorado hasta el delirio de una adolescente cubana: "en realidad pasó sus últimos días muy solo, pobre y amargado".

Lo que Valenzuela hace en la novela ­ganadora del Concurso del Libro Sonorense 2004­ es crearle a Ortiz Tirado unos últimos días felices, "como yo mismo los quisiera pasar: tuve que reinventar el personaje, ojalá yo pueda morir como el doctor Ortiz Tirado de mi novela". No como el verdadero.

Alfonso Ortiz Tirado nació en 1894, en Alamos ­al igual que María Félix­, donde inició sus estudios musicales. Se mudó a la ciudad de México con la intención de estudiar medicina, pero nunca dejó la música. El 27 de enero de 1929 debutó en el teatro Iris, en la ópera Manon Lescaut, de Jules Massenet. En 1930 participó en las primeras emisiones de la XEW, donde compartió micrófonos con Agustín Lara y Gonzalo Curiel.

Perteneció a una familia encumbrada de la región. Y aunque "se fue a vivir a México muy pequeño, su nombre está íntimamente ligado a Alamos y Sonora. A mí se me hace que es como un héroe, como un ídolo que nos inventamos para tener algo en qué creer y los respetamos como respetamos a la bandera, pero en el fondo no fue el prohombre que nos han venido diciendo en la escuela.

"Fue un hombre común y corriente. Si bien no logró alcanzar sus metas ni cumplir sus sueños, fue un hombre generoso, bondadoso y muy querido. A mí me hubiera gustado ser Ortiz Tirado, pero soy Sergio Valenzuela."

La edición 23 del Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado (FIAOT) fue inaugurada anoche en el Palacio Municipal de Alamos con la entrega de la Medalla Ortiz Tirado al chelista Carlos Prieto, quien ofreció un concierto, acompañado del pianista Edison Quintana. Interpretaron obras de Beethoven, Tchaikovsky, Claude Bollling, Astor Piazzola y el alamense Arturo Márquez.

El festival es el encuentro artístico más importante de Sonora y figura entre los más antiguos del país. Fue creado para recordar a quien en su momento fue uno de los cantantes de ópera mexicanos de mayor trascendencia mundial.

Dado que se trata de recordar a un cantante, la programación del FIAOT pone énfasis en el canto, tanto culto como popular, pero incluye diversas expresiones musicales. En esta edición participan ocho países, además de México: Noruega, Cuba, Argentina, Brasil, Ecuador, España, Armenia y Estados Unidos.

Interpelación a Vasconcelos

De acuerdo con Fernando Tapia Grijalva, director del Instituto Sonorense de Cultura ­coorganizadora del FIAOT, junto con el municipio de Alamos­, actualmente la entidad atraviesa por un momento de intensa actividad cultural, diversa y plural.

Siempre fue injusta y reduccionista ­ahora más que nunca-- aquella frase atribuida a José Vasconcelos de que en Sonora terminaba la cultura y empezaba la carne asada. Al respecto, Tapia Grijalva, comenta que dicha expresión "respondía a una visión trasnochada del discurso de la Revolución y tenía que ver con una visión errónea de la cultura prestigiosa".

Vasconcelos se refería "a la cultura del vaquero, que es una de las manifestaciones culturales del estado. La efervescencia de ahora se debe a que nos han dicho tanto que en Sonora no hay cultura, que distintos sectores de la sociedad dijimos: 'bueno, vamos a hacer algo'".

 
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