Usted está aquí: martes 16 de enero de 2007 Ciencias Plan para salvar laguna de Cancún detenido por lentitud burocrática

Expertos de la UNAM diseñan sistema de bombeo, más barato que los convencionales

Plan para salvar laguna de Cancún detenido por lentitud burocrática

La innovación tecnológica ha sido probada con éxito en varios lugares de México y solicitada por países como Noruega y Cuba para resolver problemas de contaminación en zonas lacustres y costeras

JUAN JOSE MORALES ESPECIAL

Ampliar la imagen La Laguna de Bojórquez tiene una extensión de 50 kilómetros cuadrados Foto: Elizabeth Mendizábal

Cancún, 15 de enero. Los serios problemas de acumulación de fango, turbiedad del agua, proliferación de vegetación acuática y malos olores que presenta la llamada Laguna Bojórquez, en el corazón de la zona hotelera de Cancún, pueden resolverse definitivamente con el sistema de bombeo por energía de oleaje ­Sibeo para abreviar­, ideado por un grupo de investigadores del Laboratorio de Oceanografía Física del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezados por el doctor Steven Czitrom.

El sistema, que valió a sus inventores el Premio León Bialik a la innovación tecnológica, ya ha sido probado exitosamente en varios lugares de México y solicitado por Noruega, Cuba y otros países para resolver problemas de contaminación en lagunas y ensenadas costeras. Fue escogido desde mayo pasado por la Comisión Nacional para el Estudio de la Biodiversidad (Conabio) como el mejor entre siete proyectos que le fueron presentados para sanear la laguna. Pero la lentitud burocrática y la insuficiencia de recursos económicos han demorado durante todos estos meses el comienzo de las obras.

Cancún es, entre todos los centros turísticos del Caribe, el único que además de tener un mar de aguas cristalinas y playas de blanca arena posee una extensa laguna ­50 kilómetros cuadrados­ ideal para la práctica de deportes acuáticos y paseos turísticos por los manglares que la bordean parcialmente. Pero se ha deteriorado por el fenómeno que los expertos denominan "eutroficación" y que consiste en la excesiva acumulación y descomposición de materia orgánica por la insuficiente renovación de sus aguas.

El problema comenzó hace más de 30 años cuando, como parte de los trabajos para construir la zona hotelera, se destruyó y rellenó un manglar a través del cual fluía agua limpia a la laguna, se cegó una boca de comunicación con el mar que se abría esporádicamente durante huracanes y tormentas, permitiendo la entrada de agua de mar, además de que las máquinas removieron del fondo grandes volúmenes de sedimentos ricos en nutrientes que fertilizaron la laguna, enturbiaron sus aguas y propiciaron el crecimiento de masas viscosas de algas flotantes que le dan un desagradable aspecto y despiden malos olores al descomponerse. Hubo también una gran mortandad de animales acuáticos, pues la descomposición de las plantas consume el oxígeno disuelto en el agua, y el fondo se fue cubriendo con un fino y repulsivo cieno, producto de la putrefacción. Para remate, las descargas de una planta de tratamiento de aguas residuales siguieron abonando la laguna y propiciando el crecimiento de vegetación acuática. Así, la Laguna Bojórquez, dejó de tener el agua cristalina y el firme fondo arenoso que la caracterizaban.

Podadora y aereadores

Carente de adecuada circulación, la laguna se ha ido deteriorando progresivamente, a pesar de aislados y bienintencionados pero mal planeados intentos por salvarla. Así, una embarcación podadora de algas resultó contraproducente porque removía demasiados sedimentos que agravaban la turbiedad y la eutroficación, y los aereadores con que se intentó oxigenar el agua fueron abandonados porque nadie quiso pagar la electricidad que consumían.

Para revitalizar la laguna, eliminar la turbiedad, los malos olores y el deterioro visual, se requiere una inyección de al menos cuatro millones de metros cúbicos de agua limpia y su periódica renovación. Debido a que no recibe descargas de ríos ­no los hay en la región­ ni se puede abrir un canal de comunicación con el mar, ya que toda la línea costera está ocupada por construcciones, la única solución razonable es un poderoso sistema de bombeo para introducir agua marina. Pero el costo de construcción y operación de las bombas convencionales las hace prohibitivas.

En cambio, el Sibeo es barato, sencillo y muy eficiente. Consta de un amplificador de oleaje y un colector de agua que se instalan en la costa, y un conducto para llevar el agua a la laguna. El amplificador consiste en dos muros convergentes. El colector es una gran boca situada en el fondo del amplificador, y desde ella corre bajo tierra un tubo que desemboca en la laguna.

Cuando una ola entra al amplificador, es comprimida entre las paredes a medida que avanza. Por tener cada vez menos espacio lateral, se eleva hasta alcanzar altura suficiente para entrar al colector y fluir por gravedad hacia la laguna. Con la siguiente ola, se repite el proceso, y así una y otra vez. En otro modelo, el incremento de altura se logra por un fenómeno de resonancia, en el que olas sucesivas se refuerzan.

Llegar a estos diseños en apariencia tan simples, exigió, sin embargo, detallados estudios de campo, cálculos minuciosos, simulaciones en computadora y numerosas pruebas con modelos a escala en los laboratorios de la UNAM por parte del equipo del ICMyL, constituido, además de Czitrom, por Francisco Ruiz, Miguel Alatorre, Víctor Franco y Martín Merino.

Renovación en tres meses

Una bomba de este tipo puede introducir a la laguna 500 litros por segundo, o sea más de 40 mil metros cúbicos cada 24 horas. De este modo, en sólo dos o tres meses se renovaría por completo el agua de la laguna. Actualmente, el periodo de recambio es de tres a cuatro años. Con ese aporte masivo de agua limpia y bien oxigenada, se eliminaría el material orgánico acumulado, causante de los malos olores, la turbiedad y demás inconvenientes que durante lustros han afectado a la laguna y que mucha gente llegó a pensar que jamás podrían solucionarse. Después, el sistema seguiría funcionando indefinidamente para mantener un adecuado flujo de agua y lograr que la laguna se conserve limpia.

Se estima que el Sibeo costaría 30 millones de pesos, lo cual es una bicoca en comparación con los 235 millones gastados hace poco en la rehabilitación de las playas. Después, el costo de operación y mantenimiento sería prácticamente cero, pues la bomba no tiene partes móviles y la energía que consume es gratuita.

Pero aunque en principio el proyecto ya fue aceptado, la Conabio pidió una propuesta técnica detallada, que se le entregó oportunamente. Luego, solicitó más información antes de tomar la decisión final. Ya se le dio. Ahora, el problema es que no hay dinero para el proyecto. Y parece que hará falta más si se quiere rehabilitar a fondo el sistema lagunar, pues no sólo es el deterioro de décadas, sino que el huracán Wilma destruyó buena parte de los manglares y disminuyó así su capacidad de autodepuración.

Sólo falta ver si el gobierno federal se preocupará por este valioso ecosistema tanto como por las playas de Cancún.

 
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