Usted está aquí: jueves 11 de enero de 2007 Opinión Dependencia y novedad en El arte maestra de José de Ibarra

Myrna Soto

Dependencia y novedad en El arte maestra de José de Ibarra

El arte maestra, del pintor novohispano José de Ibarra, es una relaboración de un tratado italiano del mismo nombre, cuyo autor es el padre jesuita Francesco Lana; sin embargo, Ibarra no le da a ese texto el carácter de una simple traducción, sino que hace una adaptación del mismo a las necesidades pictóricas y pedagógicas de la Nueva España de la primera mitad del siglo XVIII. En el proceso de esta apropiación enmascarada, Ibarra revela, por medio de sus interpretaciones, modificaciones e interpolaciones, tanto la orientación de sus particulares concepciones estéticas, como de sus recónditas intenciones prácticas dirigidas a hacer pasar como suyo un tratado sobre la pintura que no sólo le serviría para apuntalar su prestigio personal de pintor docto, sino el de la Academia de Pintura que había fundado ante notario, aspirando a obtener para ella el patrocinio real.

No es menos cierto, sin embargo, que el mismo Lana, al componer su tratado, recurrió a esa misma práctica respecto de los escritos de otros tratadistas: en algunos casos, menciona por su nombre a los autores de las fuentes que utiliza (Vitruvio, Horacio, Villalpando, Filandro, etcétera), pero en otros, no sólo oculta la procedencia de los textos que glosa o transcribe (particularmente los de Alberti), sino que los presenta como suyos.

En descargo tanto de Lana como de Ibarra, debe hacerse énfasis en el hecho de que esa inveterada costumbre no tenía en su tiempo las mismas connotaciones negativas que tiene ahora. En nuestros días, la apropiación encubierta de un texto ajeno es una práctica no del todo desaparecida a la que damos el nombre de plagio, y quien la ejerce, según el consenso unánime del mundo académico, no sólo muestra una total carencia de ética profesional, sino una vergonzosa miseria intelectual.

En diciembre de 2005 apareció mi libro El arte maestra. Un tratado de pintura novohispano, prologado por Guillermo Tovar de Teresa y publicado por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, donde di a conocer por primera vez dicho documento; en mi estudio preliminar lo identifiqué como un verdadero tratado de pintura y señalé que José de Ibarra era el probable autor del mismo. La trascripción paleográfica del tratado va acompañada de 225 notas críticas.

Ante mi sorpresa, 10 meses después ­en octubre de 2006­ Paula Mues se atribuye el descubrimiento de dicho documento y lo publica en una revista patrocinada por la Basílica de Guadalupe. En su artículo, bajo el término de lo que Mues llama "coincidencias" con mi estudio, se apropia sin disimulo de mis hipótesis, planteamientos, conclusiones, y aun de las notas críticas, cosa que podrá verificar quien tenga la paciencia de proceder al cotejo de ambas publicaciones.

Me apena comprobar que aun pueda haber en nuestro medio académico quien desconozca que los avances del saber se fundan en el honesto reconocimiento de los aportes de quienes nos han precedido.

 
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