Usted está aquí: lunes 8 de enero de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Sueños húmedos sobre el petróleo

Irak actual, eventual escenario en México

Si no fuera por el petróleo que Lázaro Cárdenas expropió a favor de la nación, la situación económica mexicana sería todavía peor. Lo paradójico es que los gobiernos que intentaron, intentan, revertir esa decisión soberana y privatizar el sector petrolero, salvaron sus respectivos pellejos ­así fuera en la raya­ por los ingresos petroleros.

Para no ir más atrás, ¿qué habría sido de la precaria economía mexicana durante el gobierno foxista sin los 125 mil millones de dólares que por exportación petrolera captó el país en los últimos seis años? Sin duda, el resultado del "cambio" fue patético, pero si a éste se le resta esa carretada de billetes verdes, entonces el marcador sería desastroso.

Desde que por decreto se "despetrolizaron las finanzas nacionales" (Salinas dixit) a principios de los 90, la dependencia del ingreso petrolero ha sido cada vez mayor. Otras asistencias han sido por demás benéficas, como la voluminosa presencia de dólares vía remesas y una que otra dotación de narcodólares, pero el producto de las exportaciones de oro negro ha sido, es, una inyección vital para la nación, con todo y que el grueso de esas divisas ha sido desaprovechado en gasto corriente.

En el arranque de este 2007 ­un año poco alentador en la perspectiva económica­ el precio de la mezcla mexicana de exportación ha caído casi 10 por ciento con respecto al cierre de 2006, movimiento coyuntural que algunos sectores pretenden capitalizar a favor de la campaña privatizadora del sector energético nacional, principalmente el petróleo (en energía eléctrica han avanzado bastante).

El gobierno mexicano ha sido sistemáticamente incapaz de encontrar nuevas fuentes de ingreso para atender las necesidades económicas y sociales del país, y la subordinación de las "despetrolizadas finanzas nacionales" es abrumadora. Por ello, ante la eventualidad de que el ingreso petrolero (más de la tercera parte del total) se le caiga en este año de la "continuidad", insiste en la "única alternativa posible", o lo que es lo mismo la privatización. Entonces, dado el caso, ¿quién alimentaría a las finanzas nacionales? ¿El capital privado? Sólo hay que revisar lo sucedido durante la última década en, por ejemplo, Bolivia y la respuesta brota natural.

Sólo en uno de los seis años del "cambio", los genios de la Secretaría de Hacienda atinaron en su pronóstico sobre los petroprecios internacionales y, por ende, el de la mezcla mexicana. Fue en 2001, con una tendencia mundial peligrosamente descendente, cuando en los Criterios Generales de Política Económica establecieron en 18 dólares el barril de dicha mezcla. El promedio anual fue de 18.61 dólares.

De allí en adelante, la diferencia entre lo proyectado y lo registrado fue enorme, a grado tal que en 2006 significó un diferencial cercano a 70 por ciento: se estimó un precio promedio de 31.5 dólares por barril y en los hechos fue de 53.34 dólares.

Un movimiento coyuntural similar al de este arranque de 2007 se observó en el último mes de 2004, cuando el descenso de los precios petroleros internacionales motivó al entonces inquilino de Los Pinos a blandir la tijera y amenazar con un recorte presupuestal "automático, porque no podemos gastar más de lo que tenemos... Toda acción irresponsable tiene una consecuencia costosa para el país. No se puede andar jugando irresponsablemente con variables macroeconómicas. Hay que ser prudentes, hay que ser disciplinados, hay que ser ordenados, que eso es lo que más le produce al país". Y, como siempre, el irresponsable e imprudente fue Fox, porque en 2005 el precio promedio anual de la mezcla mexicana resultó 86 por ciento superior al considerado en los Criterios Generales de Política Económica para ese año.

De hecho, esa fue la dinámica a lo largo del "cambio", porque el precio promedio anual del barril mexicano de crudo se incrementó en casi 200 por ciento de 2001 a 2006, y en ese mismo periodo el ingreso por exportación ­de acuerdo con la contabilidad oficial­ se aproximó a 125 mil millones de dólares, de los que aproximadamente 95 por ciento provinieron de Estados Unidos.

En sólo cinco días de 2007, el precio de la mezcla mexicana cayó cerca de 10 por ciento con respecto al cierre de 2006, lo que ha motivado una histérica reacción foxiana en ciertos sectores que verían como una gracia divina que, por fin, se privatizara el petróleo nacional, tras 25 años de intentos fallidos. Sin embargo, todo pinta para que esta caída en los petroprecios sea momentánea, de tal suerte que esos sectores deberán cancelar sus sueños húmedos en materia petrolera, cuando menos en lo que a pretexto se refiere.

Por otro lado, se presumen exportaciones de todo tipo de productos cercanas a 200 mil millones de dólares anuales, pero el creciente volumen de envíos no parece tener mayor impacto en los montos de captación fiscal. Sólo el ingreso petrolero por ventas foráneas (más las internas) tiene un creciente peso en las finanzas nacionales. ¿Privatizarán entonces la gallina de los huevos de oro negro? A ver con qué la suplen.

Las rebanadas del pastel:

Una nota publicada ayer en el periódico inglés The Independent of Sunday dibuja el eventual escenario mexicano: empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña se llevarán la gran tajada de la riqueza petrolera de Irak, según un proyecto de ley que se presentará próximamente al Parlamento de Bagdad, en cuya elaboración ha participado directamente el gobierno de Bush. Concede a grandes grupos petroleros como British Petroleum, Shell y Exxon contratos a 30 años para extraer crudo iraquí, y permite la primera operación a gran escala de intereses occidentales desde que se nacionalizó esa industria en 1972. Permitirá a las compañías de ambos países embolsarse hasta 75 por ciento de los beneficios en los primeros años, por ser "la única forma que tiene el país árabe de poner de nuevo en pie su industria petrolera, tras años de sanciones y de guerra".

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