Usted está aquí: sábado 6 de enero de 2007 Sociedad y Justicia Decenas se arremolinaron en el Zócalo en busca de un condón

Bailes, niños y hasta Reyes Magos, en la finalización de la campaña de Censida

Decenas se arremolinaron en el Zócalo en busca de un condón

El organismo promovió en todo el país la desestigmatización del uso del preservativo

TANIA MOLINA RAMIREZ

Ampliar la imagen Botargas, durante la campaña de Censida Foto: Víctor Camacho

A los mexicanos nos encanta hacer el amor y además nos cuidamos al hacerlo.

O al menos esto lo podría haber pensado alguien al presenciar el entusiasmo con el que hombres y mujeres, jóvenes, ancianos e incluso niños se arremolinaron alrededor de los seis condones-botargas gigantes que repartían, sí, condones la tarde del jueves pasado en la Plaza de la Constitución, en el cierre de la campaña de desestigmatización del uso del preservativo y del VIH organizado por el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida (Censida).

Además de amorosos y conscientes, informados: el actor Felipe Nájera ofreció 10 condones a quien nombrara cinco infecciones de transmisión sexual. No había terminado la frase cuando una chica ya lanzaba como ametralladora: "sífilis-gonorrea-papiloma-humano-VIH..."

Mientras, los Reyes Magos pasaban, cargados de paquetes y roscas. Muchos se paraban a recibir condones y folletos informativos sobre la prevención del VIH/sida y la homofobia ("la homosexualidad no es problema, la homofobia sí").

­Parece que las mujeres son las que más usan condones ­bromeó una botarga, ante la gran cantidad de mujeres que se acercaban.

­No es que seamos las que más lo usamos, sino que somos precavidas ­le contestó una joven.

Por el megáfono, Nájera seguía invitando a la gente a acercarse. También estaban presentes sus compañeros de oficio Sandra Sánchez Cantú y Carlos Bieletto.

­¿No son saborizados? ­preguntó una mujer de unos 40 años.

­¡Ay, cómo crees! ­contestó quien quizá era su hija o hermana menor.

­Sí los hay ­aseveró la primera.

­¡Ay! ¡Ya sé que los hay!, pero, ¿cómo crees que estos van a ser saborizados?

Los policías también aprovecharon para pedir su dotación.

Mientras, de fondo, quedito, se escuchaba música griega.

El acto había iniciado con un baile griego en el que paseantes, dos bailarines y varias botargas enlazaron brazos y danzaron en círculo al ritmo de Zorba el Griego, gran celebrador del amor.

"Para mi mami", le pidió un niño a la enorme botarga.

La mayoría recibía el condón con una amplia sonrisa, aunque también hubo quien prefirió pasar de largo: "¿Qué es?, ¿qué es?", pidió saber un pequeño. Como respuesta, su padre apretó el paso y lo jaló de la mano.

"Cuídense muchachas", le dijo un condón morado a un par de chicas avergonzadas. Ellas sólo soltaron risitas.

En cambio, un chavito de unos 10 años le lanzó a la botarga roja: "¡Carnal, me quiero cuidar!".

Al final se habían repartido 3 mil condones. Culminaba la campaña que inició en noviembre, con el fin de promover el uso de preservativos y combatir la homofobia, en la cual participaron varias compañías de teatro en todo el país. Además de 60 botargas que recorrieron la República, también hubo pantomima, teatro de sombras y bailes regionales.

Durante la campaña participaron distintos artistas, entre ellos la actriz Jesusa Rodríguez, la compositora Liliana Felipe y la cantante Regina Orozco.

En general la campaña fue muy bien recibida, inclusive en el conservador Bajío, informó León Faure, uno de los organizadores de la iniciativa.

Así, los condones gigantes se sumaron al bullicioso mosaico del Zócalo durante aquel fresco atardecer: un punk, alto y flaco, ofrecía (¿vendía?) rosas negras; un padre retrataba a sus dos hijos frente a un camión militar; sentados en el suelo, un hombre le leía la mano a una muchacha; a unos pasos, dos hippies ofrecían sus servicios de hacer trenzas rasta; en un puesto se vendían recuerditos del "presidente legítimo" y se recopilaban "firmas que libremente otorga el pueblo a Andrés Manuel López Obrador"; desde un poste una pinta exclamaba que Ulises ya cayó; y los concheros insistían en su danza de siglos. Todo alrededor de la monumental piñata dorada y azul montada en medio de la plaza.

 
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