Usted está aquí: domingo 31 de diciembre de 2006 Política Apuesta el PRI a cambio de dirigencia para recuperarse

Este año, derrota electoral y desbandada de cuadros

Apuesta el PRI a cambio de dirigencia para recuperarse

Latente, riesgo de división por lucha Paredes-Jackson

CIRO PEREZ SILVA

Con la segunda derrota consecutiva en una elección presidencial a cuestas, como la tercera fuerza en el Congreso y con gobiernos estatales cuestionados, el PRI espera con el relevo de su dirigencia recuperar parte del terreno perdido.

Aunque obtuvo 12 millones de votos en el proceso del pasado 2 de julio, en apenas 12 meses el tricolor no sólo enfrentó el mayor conflicto económico de su historia, sino también uno de los más numerosos desprendimientos en sus primeras filas, lo que obligó a plantear, como tema casi único de su cuarta Asamblea Nacional, la modificación de sus documentos básicos para hacerlos más ágiles, evitar fracturas en los procesos de selección de candidatos y tener mayor claridad en sus posicionamientos en temas nacionales.

A menos de dos meses para la elección de quienes sustituirían la dirigencia que encabezan Mariano Palacios Alcocer y Rosario Green, hay cuatro aspirantes al cargo: Beatriz Paredes, Alejandro Gárate, Javier Oliva y Enrique Jackson.

De acuerdo con los sondeos preliminares, la contienda se dará entre la actual responsable de la Fundación Colosio, Beatriz Paredes, y el ex senador Enrique Jackson, quienes no han logrado un acuerdo para consolidar una candidatura de unidad en la que ambos integraran una fórmula, lo que adelanta un proceso con nuevas escisiones, que se sumarán a las que marcaron a los priístas en el año que termina.

El tricolor fue abandonado por cuadros que, en su momento, delinearon el perfil de partido casi único. Otros, como la líder del magisterio, Elba Esther Gordillo Morales, y el ex gobernador de Chiapas Roberto Albores Guillén, fueron expulsados por "traicionar" al instituto que los encumbró en su carrera política.

Se cuentan además numerosas deserciones, entre otras, la de Roberto Campa Cifrián, quien contendió por la Presidencia de la República bajo las siglas del Partido Nueva Alianza (Panal), que encabeza Gordillo Morales, y la de Tomás Ruiz, quien fue director de la Lotería Nacional en el sexenio foxista y ahora dirige el Panal.

Como ellos, el ex gobernador de Oaxaca Diódoro Carrasco salió del PRI para sumarse a la bandada del PAN en la Cámara de Diputados; Juan Sabines, ex presidente municipal priísta de Tuxtla Gutiérrez, hoy es el mandatario de Chiapas por el PRD.

Se fueron además Genaro Borrego Estrada, ex gobernador de Zacatecas y ex dirigente nacional del PRI, y Rafael Ochoa Guzmán, el segundo en el mando del magisterio tras Gordillo Morales, así como los ex diputados Homero Díaz, Guillermo Aréchiga, Jorge Ibáñez Montes, Víctor Manuel Gandarilla, Evelia Sandoval y el ex secretario del sindicato del IMSS Roberto Vega Galina, entre muchos otros.

A la derrota se suma la precariedad económica en que se colocó el propio partido, a partir del desvío de recursos del sindicato petrolero a la campaña presidencial de Francisco Labastida, que junto con el prolongado y oneroso proceso de selección interna para los comicios federales de este año, obligaron a este instituto político a hipotecar varios edificios de la sede nacional, recortar salarios y personal, y atrasar el pago del servicio telefónico y de impuestos, entre otros.

Al final de 2006, los adeudos del tricolor con la Secretaría de Hacienda no se habían saldado, y aunque se dijo que tenía en orden sus deudas bancarias, el pago a proveedores deberá esperar algunos meses más.

Tras la derrota del 2 de julio, los priístas lograron "oxigenarse" con el triunfo en la contienda por la gubernatura de Tabasco, aunque para ello, su candidato, Andrés Granier, hubo de desvincularse del partido y mostrarse como un candidato de la sociedad civil.

El otro escenario del tricolor para 2007 es el de gobiernos impugnados, como el del oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz, quien tuvo que recurrir al gobierno panista de Felipe Calderón para mantener su mandato, frente a un conflicto social y político que no supo atender y que la dirigencia tricolor desconoció para volcar su apoyo a Ruiz Ortiz. La respuesta a este respaldo fue la detonación de una bomba en el Auditorio Plutarco Elías Calles de la sede nacional del PRI.

 
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