Usted está aquí: domingo 31 de diciembre de 2006 Deportes Paul Cortés, oreja en su confirmación; Fabián Barba y Aldo Orozco, animosos

No logra la Asociación Mexicana de Tauromaquia imponer un reglamento único

Paul Cortés, oreja en su confirmación; Fabián Barba y Aldo Orozco, animosos

Deslucido encierro de La Soledad

Controlar dos sindicatos, más que desatinado

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen El aguscalentense Fabián Barba, al ser empitonado por Pachuco, astado de La Soledad que pesó 600 kilos Foto: Notimex / Tenpei Kitani

Al finalizar la corrida, un aficionado pensante cuestionó: "Con respecto a los que quieren rescatar a la fiesta de toros del hundimiento en que ellos mismos la tienen, cómo pretende controlar la tauromaquia, apoyado en una confederación deportiva sin resultados, el señor Haces, cuya experiencia no es taurina sino sindical".

En efecto, el licenciado Pedro Haces Barba, fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Tauromaquia (AMT) es, además, líder de una agrupación tan prolongada en su nombre como empeñada en sanear las empresas de seguridad privada en el país: el Sindicato Nacional de Trabajadores de Seguridad Privada, Vigilancia, Traslado de Valores, Manufacturas de Equipos de Seguridad, Limpieza y Mantenimiento, Similares y Conexos de la República Mexicana.

"De las más de 20 mil empresas de seguridad privada que hay en el país, sólo 5 mil operan dentro de la ley y unas 15 mil son compañías fantasmas, que violan todos los ordenamientos legales e inclusive muchas son guaridas de secuestradores, asaltantes y violadores", declaró Haces a La Jornada en noviembre de 2005, durante la inauguración del segundo congreso nacional de ese organismo, acto al que asistió la entonces candidata priísta al gobierno del Distrito Federal, Beatriz Paredes.

Como puede verse, son demasiados los problemas que debe intentar resolver el licenciado Haces en su Sindicato Nacional de Trabajadores de Seguridad Privada para todavía pretender solucionar los que hace años aquejan al espectáculo taurino de México, gracias a la irresponsabilidad de taurinos, autoridades y medios de comunicación, así como a la indiferencia del público.

Seguramente por pretender controlar dos sindicatos nacionales a la vez, y como en este país ningún sindicato está bajo el escrutinio de la ley de transparencia, es que los desmesurados estatutos sociales de la AMT, mal puestos sobre un machote de la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme), están plagados de erratas, con una descuidada redacción y un texto que no disimula una avidez de controlarlo todo en materia taurina.

Y si bien el primero de los ambiciosos proyectos de la AMT ­que a partir del primero de enero de 2007 hubiese en el país un sólo reglamento taurino­ era imposible de cumplir, la afición taurina de México sigue esperando con sumo interés los pronunciamientos respectivos de las asociaciones de empresarios, ganaderos y matadores, así como del titular de la Codeme, Alonso Pérez.

En el desalmado cartel de la novena corrida de la temporada grande en la Plaza México hicieron el paseíllo Fabián Barba, de Aguascalientes; Aldo Orozco, de Guadalajara, y Paul Cortés, del estado de México, para lidiar ejemplares de la ganadería tlaxcalteca de La Soledad, bien presentados y que cumplieron en varas, pero sosos, deslucidos y desarrollando sentido, a excepción del primero y el sexto.

Paul Cortés, que confirmó su alternativa, se llevó el lote más toreable y aunque acusó las deficiencias propias de quien luego de una exitosa campaña novilleril ha toreado muy poco como matador, mostró dos cualidades impagables: conexión con el público y seguridad con la espada.

A su primero, repetidor, le hizo un quite bien intencionado por tafalleras y una decorosa faena derechista, aliviándose un tanto con el pico de la muleta, pero como cobrara una estocada fulminante en todo lo alto el público exigió la oreja, que presto otorgó el juez de plaza. Con su segundo, noble y con recorrido, amplio de cuna y aparejado de pinta, que fue picado en exceso, Cortés mostró su verdor al lado de una interesante expresión muletera en breves tandas que no alcanzó a estructurar.

Fabián Barba demostró que de verdad quiere aunque aún pueda poco por su escaso rodaje. Pechó con el peor lote, se arrimó toda la tarde como desesperado. Al intentar un quite por navarras fue prendido y de milagro salió ileso, corrió la mano en pases aislados y escuchó dos avisos antes de descabellar a su segundo.

Y Aldo Orozco vio como le estrellaban a su primero, despitorrándolo, batalló con un reserva de Marco Garfias que a punto estuvo de herirlo, y logró series de gran calidad con el quinto, al que tumbó de estocada y descabello. En España los toreros se hacen toreando con frecuencia, en México, a base de oportunidades esporádicas. Dos criterios, dos resultados, dos fiestas.

 
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