Usted está aquí: domingo 31 de diciembre de 2006 Cultura Maravilla a visitantes la presencia del muralista en su casa de Altavista

2007, LA PALETA DE DIEGO RIVERA PINTA EL AÑO

La muestra El ojo mágico de Diego invita a descubrir la vida cotidiana del pintor

Maravilla a visitantes la presencia del muralista en su casa de Altavista

Lúdica e interactiva, la museografía invita a aproximarse a la forma de trabajar del artista

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Los niños se integran activamente a la exposición que se encuentra en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo Foto: María Meléndrez Parada

Ampliar la imagen Los objetos de la vida cotidiana del muralista, como su recámara, captan la mirada del visitante Foto: María Meléndrez Parada

Ampliar la imagen La exposición invita a los concurrentes a tomar el gis y dibujar Foto: María Meléndrez Parada

La "casa rosada que vuela" en Altavista, está convertida en "nave que viaja directo a la imaginación". Eso opinan los niños y adultos que visitan la exposición El ojo mágico de Diego que se presenta en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.

Sostenido por delgados pilares, el que fuera refugio del célebre artista, diseñado por Juan O'Gorman en 1931, se erige, como flotando, por encima del patio cubierto de grava, enmarcado por su ya tradicional barda de cactus. A un lado, su complemento: la casa, por supuesto azul, donde trabajaba Frida.

Como hace mucho no se veía en estos inmuebles, la museografía despierta el espíritu lúdico: es el propio Diego quien da la bienvenida a los visitantes, a través de una ventanita que marca la pauta de todo el recorrido al permitir interactuar con las diversas instalaciones.

Para empezar, un par de pizarrones "de cuerpo entero" y la invitación a dar rienda suelta a la creatividad. "¿Sabías que, como a Diego le gustaba tanto dibujar, su papá decidió forrar un cuarto de pizarrón?", dice un letrero para desinhibir a los visitantes.

Curiosamente, dicen los vigilantes del recinto, lo que siempre dibujan las personas que se animan a tomar el gis es al propio Diego María Concepción Nepomuceno Estanislao Rivera Barrientos Acosta y Rodríguez, nombre completo del artista, como explica una pared.

En ella también se muestran fotos del bebé Diego, de su fallecido hermano gemelo Carlos, de su ingreso a la Academia de San Carlos, cuando se convirtió en el estudiante más joven en ser admitido.

"Diego pintó toda su vida, hasta que murió a los 71 años", concluye la breve semblanza. A un lado se ubican tres cajas, en las cuales se propone al espectador "meterse" y formar parte de tres escenas creadas por Rivera: la conocida mujer con alcatraces, otra de una modelo rodeada de alebrijes, en el estudio de Altavista, y una escena cubista.

¿Qué crees que está pasando? ¿qué escucharías? ¿qué te recuerda? ¿cómo lo titularías? Son la preguntas que ponen en movimiento las ideas de los visitantes.

Luego, hay que completar varios cuadros en la sección Coloca lo que falta. En un clavo están colgados botas, cántaros, peces, flores, figuritas de papel que hacen apreciar al detalle algunos cuadros de lo mejor de la pintura de caballete de Diego, como sus Mujeres en la fuente, Desfile del 1 de mayo, Fusilero marino o Retrato de Dolores Olmedo, vestida de tehuana.

Espacio de creación

El estudio de Diego permanece intacto. Es uno de los espacios más cálidos del recinto de Altavista y el que despierta mayor curiosidad. Allí, las personas pasan varios minutos observando, hurgando en cada detalle, percibiendo la presencia del artista, acaso los olores sempiternos de la madera, del óleo.

Ahí están sus pinceles, sus zapatotes, sus pigmentos, sus lienzos, sus lápices, sus monigotes, sus muebles y, también cubierto por la pátina del tiempo, el espejo donde se reflejaron Silvia Pinal, Dolores del Río o María Félix.

Luego, en un rinconcito, la recámara donde Diego descansaba apenas lo suficiente para seguir trabajando, arropado durante el día por un poco de sol, sus libros "comunistas" y los recuerdos que se volaba de los hoteles que visitaba.

La exposición continúa en el que fuera el estudio de Frida, un edificio bien plantado sobre la tierra, donde algunos visitantes se decepcionan al no encontrar una vasta huella de la Kahlo.

En la entrada se invita a sentarse ante una mesa, tomar una hoja y escuchar: "¿qué te imaginas? Píntalo". Dos fotos de Rivera haciendo caras chistosas vuelven a dar la pauta para que el visitante se deschongue y suelte la mano.

Un fragmento del mural dedicado a la industria que Diego pintó en la ciudad de Detroit, convertido en un gran cajón, invita de nuevo a penetrar la obra del pintor mexicano.

En otra esquina, el baño de Frida, austero, sencillo, con unos pocos recuerdos de su presencia. En el primer piso, ante reproducciones de los niñitos morenos que pintó Rivera, se pide que se les convierta en cómics, al colocarles un globo de diálogo y, por supuesto, inventar la plática.

"¿Qué dirían estos niños si pudieran hablar?", dice un cartel. "¡Viva la revolución, viva el arte!", escribió un visitante anónimo.

Para finalizar la visita se entra en un cuarto oscuro, con lámpara en mano. La luz descubre formas voluptuosas, hombres asesinados, explotados, la sensualidad de la piel morena, la muerte, la vida, los interminables detalles del mural que Rivera realizó en la Universidad de Chapingo.

Hasta noviembre, el museo había sido visitado en 2006 por poco más de 47 mil 400 personas, cifra que, según cálculos de quienes lo administran, llegará a 50 mil al concluir el año, pues diciembre es un época de gran afluencia.

Se trata, como escribió Laura, el 18 de diciembre en el libro de visitas, de "un espacio, o mejor dicho, una estancia plácida para liberar el alma y su sentir, y plasmarlo".

La exposición El ojo mágico de Diego permanecerá abierta hasta el 28 de enero. Desde su apertura, hace dos décadas, el museo ha organizado más de 155 exhibiciones temporales e itinerantes y ha recibido a más de 620 mil enamorados de la obra de Rivera y Kahlo.

El Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo se encuentra en la calle Diego Rivera esq. Altavista, en San Angel Inn. Abre de martes a domingos, de 10 a 18 horas. La entrada tiene un costo de 10 pesos y es gratis para maestros, estudiantes y personas de la tercera edad nacionales con credencial vigente. Los domingos entrada libre. Informes: 56160996.

 
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