Usted está aquí: lunes 18 de diciembre de 2006 Opinión Aprender a Morir

Aprender a Morir

Hernán G. González

El karma como metáfora

Ante una patria terminal y un estado libre y asociado inicial, en el que los concesionarios de televisión se han convertido en secretarías sin cartera pero con agenda y el gobierno en aliado de éstas, repetir resignadamente que tan lamentable situación obedece al karma colectivo de México es francamente peligroso.

Karma es el término sánscrito que las religiones de la India ­hinduismo, budismo, jainismo y un largo etcétera­ utilizan para designar la ley de causa y efecto, según la cual toda acción, sea de pensamiento, palabra u obra, posee una fuerza dinámica que se expresa en las existencias sucesivas de nacimiento y muerte de cada individuo, y que si no determina sí condiciona las tareas de aprendizaje de éste en la tierra. El karma se define también como la ley de causalidad y retribución inevitable. Equivale a recoger lo que se ha sembrado, pero no en términos utilitarios sino de toma de conciencia individual y cósmica.

"Lo que podría denominarse una cultura índica de la muerte ­señala Agustín Pániker, autor del revelador ensayo Indika, una descolonización intelectual, reflexiones sobre la historia, etnología, política y religión en el Sur de Asia, Editorial Kairós, Barcelona, 2005­ se sintetiza en ver y aceptar ésta como un portal para otra vida. No es una creencia, se da por sentado, y la no comprobación científica no varía el sustento de estos principios.

"No es oscuridad ni castigo ­añade Pániker­ sino liberación, y como no hay una única existencia la muerte es muy relativa. Hay muchas lecturas de lo que llamamos karma, esta cadena de rencarnaciones infinita y siempre correlacionada con otros seres. Esos lastres se adosan al cuerpo sutil pero sin anular libertad ni libre albedrío.

"Otra cosa es una lectura determinista y perversa del karma para mantener cierto statu quo, o lecturas que favorecen una transgresión absoluta y acomodaticia, o una lectura estrictamente mística en los Upanishads. Me acepto tal cual y no intento nada, o esa aceptación me ayuda a cambiar para liberarme de mi ignorancia, de ese círculo de muerte y renacimientos a través de muy diversas vías.

"Alejarse de las recetas pues la creatividad máxima es la que cada quien logre darle a su existencia. No que todo se valga, pero sí que darle sentido a nuestra vida es tarea estrictamente personal, procurar su propia terapia no con esta idea de alcanzar 'la verdad', sino la propia verdad a partir de un potencial constatado, asumido y ejercido. La toma de conciencia como condición sine qua non para la propia, intransferible evolución.

"De ahí la necesidad de entender el karma más como metáfora de una vida más consciente y menos errática. Cuando se habla de mi conciencia o de tu conciencia tenemos que hablar a partir de la conciencia de sí misma, de la que todos somos parte. Pero el yo sin el tú y sin el otro no puede existir. En la India la libertad es más interna a uno. Es trascender ataduras y apegos, no tanto votar o comprar" ­concluye Pániker.

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