Usted está aquí: lunes 11 de diciembre de 2006 Cultura Isela Vega: de encueratriz a lopezobradorista

Elena Poniatowska/ II y última

Isela Vega: de encueratriz a lopezobradorista

La entrevista con Isela Vega la hice en dos tandas del mes de noviembre de 1973. Al día siguiente me recibió sentada en el suelo en posición de loto, su pelo rojizo sobre los hombros y me encantó que caminara descalza por su casa que tiene buenas vibras, sus muros cubiertos de reproducciones de Modigliani. Nacida en Hermosillo, Sonora en 1940, Isela, a la que llaman Chichela, comenzó su carrera como modelo y cantante en la década de los 60, para entrar al cine con la película La rabia. Su primer papel importante fue en Las pecadoras (1967). En los 70 llegó a ser el símbolo sexual del cine mexicano y Carlos Monsiváis, en Amor perdido, dedica un capítulo a sus ires y venires sobre el escenario y sobre todo a sus extraordinarias respuestas a quienes le gritaban desde las butacas. Para él, que es protestante, nunca fue un escándalo que ella repitiera una y mil veces "Me lleva la chingada" o "Dile a tu papá que chingue a su madre" y eso que yo nunca le he oído una grosería a Monsiváis. Chichela Vega siempre supo enfrentarse a la raza bien caliente. En su filmografía destacan Las pirañas aman en cuaresma (1969), Las golfas (1969), Las reglas del juego (1970), Fin de fiesta (1971), El monasterio de los buitres (1972), La Celestina (1973), La india (1974), El llanto de la tortuga (1974), Las apariencias engañan (1977), La viuda negra (1977, Ariel por la mejor actuación en 1984), Las cariñosas (1978). Nana (1979), Las siete cucas (1981) y El amor es un juego extraño (1984). Cantante de boleros y rolas tropicales en el Terraza Casino o el bar Impala del hotel Regis, Mauricio Garcés la tuvo de compañera sexy en Don Juan 67. En Estados Unidos, Isela produjo cintas con títulos muy a todo dar: Una gallina muy ponedora (1981), Los amantes del señor de la noche (1983) y Dos chichimecas en Hollywood (1989), las tres con guiones suyos. Su obra de teatro La sexicienta rompió el récord de entradas en 1983.

Tuve el privilegio de volver a verla en El Hábito 30 años después de la entrevista convertida en la Diana Cazadora al lado de Liliana Felipe que representaba al Angel de la Independencia y ahora a lo largo de los 47 días del plantón cuando repetía con la multitud: "Es un honor estar con Obrador".

Tráiganme la cabeza de Alfredo García, mi mejor película

­¿Y cuál es la película con la que más te identificas, Isela?

­Esta que hago ahora con Sam Peckinpah: Tráiganme la cabeza de Alfredo García, un western violento filmado en el ambiente actual. Es la cinta en la que me he sentido más creativa. Sam Peckinpah es un director extraordinario que sabe de cine todo lo que hay que saber. Se ríe como loco o se pone a llorar. Él es todos los personajes. Nunca en mi vida me había sentido tan bien, ni siquiera con Alejandro Jodorowsky.

­¿Le has cogido cariño?

­Le he cogido de todo.

­Y ¿qué opinas de los hombres?

­Yo he tenido maridos y amantes y aves de paso y he sido feliz con todos ellos. Tengo muchos amigos y muy pocas amigas porque todas son unas frígidas. Y cuando no sabes hacer el amor, te vuelves pendeja.

Siempre la persona más importante es la que está frente a mí

­¿A poco no te has encontrado una sola mujer valiosa?

­Sí, a Antonia Mora la del libro Del oficio, que es un libreto para cine construido de tal forma que podría filmarse al día siguiente de su lectura. También la actriz Ofelia Medina, que es un amor de persona, una chava inteligente, muy acá; a Alda Leiter y a Bertha Cuevas. A ellas las considero mis amigas y me gusta oírlas. Claro, tengo muchas amistades epidérmicas, pero mi idea básica es que nadie es más importante que la persona que tengo enfrente. Nunca he tenido dificultad alguna para comunicarme con los demás.

­Dicen que en el teatro, tú les contestas a todos...

­Sí, soy muy respondona. Los callo de un solo grito.

­¿Si te dicen groserías, respondes groserías?

­M'ija, la duda ofende. Para eso tengo boca.

Vivo en paz conmigo misma

­Me estaba yo asoleando en la azotea, por eso me vez en bata.

­¿Siempre dices la verdad?

­Siempre, desde niña. Cuando dije que yo podía discutir la existencia de Dios, toda mi familia levantó los brazos al cielo despavorida.

­¿Te consideras equilibrada?

­Sí, vivo en paz conmigo misma.

­Pero ¿por qué escandalizas?

­Es un rasgo de mi carácter, escandalizo sólo por ser yo: Isela Vega. Escandalizo sin proponérmelo desde que soy niña, mi sola presencia escandaliza; la historia de mi vida parece resumirse en un verbo: escandalizar.

­¿Te molesta escandalizar?

­A veces me cansa.

­¿Por qué te metes en escándalos, entonces? ¿Por qué hiciste Zaratustra?

­Porque me lo pidió Zaratustra, perdón, Alejandro Jodorowsky.

­¿Y al verte a ti y a Carlos Ancira desnudos todo el mundo se escandalizó?

­Se escandalizaron los que quisieron. De Zaratustra se salieron ante mis ojos una señora y sus dos hijas y los dos novios de sus hijas apenas nos empezamos a quitar la ropa Carlos Ancira y yo. Tuvimos lleno completo todas las noches... A mí me gusta Nietzsche, a mí Nietzsche me queda al centavo como me queda al centavo Alejandro Jodorowsky. Una obra inspirada en la filosofía de Nietzsche era más que suficiente para llevarla al teatro y la puesta en escena de Jodorowsky me pareció perfecta. ¿Cómo podía yo hacerlo más que estando desnuda? Para mí la vestimenta es la forma, y ésta no me dice nada, más bien estorba. ¿Cómo enfrentarse a Zaratustra vestida? No lo concibo.

­¿No crees que la gente iba al teatro sólo para verte desnuda?

En mi actuación en Zaratustra se fue un año de mi vida

­Este es problema de la gente, no mío. Para mí era una labor artística y espiritual. Mi sueldo era bajo, 250 pesos diarios, así es que no puede hablarse de un espectáculo comercial y en esto, en Zaratustra se fue un año de mi vida.

­Eres una mujer muy fuerte ¿verdad Isela?

­Sí, soy muy fuerte y no me ha destruido el éxito porque en este país odian al éxito. Lo que más les complace a los mexicanos es poder decir: "¡Ah, pobrecita!" y yo no soy ninguna pobrecita. Si te sucede alguna desgracia, entonces los mexicanos se derriten, si te va mal quieren prestarte su hombro para llorar pero si te va bien, te odian, odian el éxito. En este país el mejor disfraz es el de limosnero. A los hombres les encanta "pobrear" a las mujeres.

­Entonces ¿hay que llorar para que te hagan caso?

­Por lo menos hay que parecer frágil, mansa, mensa y aturdida. Entonces los señores se desviven por ti. Pero una mujer que piensa, discute, razona, una mujer victoriosa, eso sí jamás lo aceptan. Los mexicanos son muy provincianos, retrógradas, casi tarados. Su imagen de la mujer es la del dicho, "como la escopeta: cargada y en un rincón". ¿Sabes lo que eso significa en pleno siglo XX? Yo creo mucho en el gran viaje que es la vida, por eso no puedo perderla con un pendejo.

­¿Para ti qué es la vida?

­Es un carrusel. Voy montada en uno de los caballitos y al ir dando vueltas me encuentro con gente que tengo que dejar en el camino ­aunque no lo desee­ pero la dejo porque tengo que seguir el viaje. No me puedo quedar más que lo que se detiene el carrusel, no puedo alterar mi ruta. Lo que te quiero decir es que he aprendido con mucho trabajo a vivir el presente, he logrado que no se me vaya el momento; lo más importante ahora mismo es que estemos hablando tú y yo, la una frente a la otra, y trato de vivirlo en su totalidad.

­¿No piensas en otra cosa? Yo no tengo ese poder de concentración, Isela. Pienso en ti, pero también en qué lata que se me descompuso la licuadora.

­Entonces no estás viviendo el presente y este es un error gravísimo que pagarás con muchas angustias. De adolescente fui inconsciente, vivía el futuro, pero nunca el momento, nunca. (Sonríe una sonrisa muy tierna). Mira, un montón de momentos felices hacen una felicidad. Por no vivir el momento ni pensar que la persona que tienes enfrente es la más importante, todo se vuelve relativo.

­¿No consideras que te has dañado a ti misma?

­No. Creo que para no hacerle daño a nadie necesitas empezar por no hacerte daño a ti misma. Eso sabes hacerlo por instinto. Los jóvenes, los niños tienen muchas más defensas de lo que uno cree. Todos somos changuitos sin pelo y lo primero es conocerse a sí mismo aunque cueste mucho trabajo. Lo principal es ser sincero consigo mismo y capaz de decirle "no" a muchas cosas.

­¿A qué cosas?

­A la hipocresía, a la malevolencia, a las formas. A mí me han tachado de inmoral porque me desnudo. Yo quisiera preguntarle a cada uno de los que van al teatro qué entienden por moral.

­Para ti ¿qué es inmoral?

­La corrupción política, el engaño, el fraude, el robo de urnas, desvestir una mujer en la imaginación, eso es lo que hacen los políticos, los empresarios, los banqueros, los tlatoanis y los burócratas que aspiran a jefazos. ¿No te parece a ti corrupta la justicia en nuestro país? ¡No hay peor tugurio que la procuraduría de la nación ni peores delincuentes que los jueces y sus achichincles!

Para despedirnos, Isela Vega le ofrece a Felipe, mi hijo de cinco años, un verdadero festín de la loba: cacahuates, gelatina y un refresco. Del baúl cerrado con llave del que en la primera entrevista sacó fotografías familiares con Shaula bajo la mirada admirativa de Felipe, extrae un pianito dorado sin patas que se toca en clave de sol. Shaula, su niña, hoy ausente ("...se la llevó su papá"), reclamará sin duda cuando regrese:

­¿Y mi pianito? ¿Por qué les regalaste mi pianito a esos preguntones?

 
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