Usted está aquí: sábado 9 de diciembre de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Enérgica lucha contra la evasión fiscal... otra vez

Carstens anuncia ahora ''créditos fiscales''

El tema bursátil, intocable

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón y el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, durante la presentación del paquete económico 2007 en la residencia oficial de Los Pinos, el pasado martes Foto: Yazmín Ortega Cortés

Como cada seis años, la historia se repite. Y la frase suele ser la misma en cada sucesión: "este gobierno encabezará una lucha más enérgica contra la evasión fiscal; actuaremos con todo rigor". La ha pronunciado todo secretario de Hacienda entrante, y en los hechos lejos de atemperarse dicha evasión (junto con la elusión y la defraudación) resulta mayor que la reportada en la administración previa, la cual, a su vez, había prometido "más rigor", al igual que la predecesora (etcétera).

La "continuidad" no podía quedarse atrás, y Agustín Carstens hizo el anuncio respectivo, ahora con disfraz de "créditos fiscales". Detalló el flamante funcionario que la Secretaría de Hacienda tiene créditos fiscales por 550 mil millones de pesos, casi 6 por ciento del producto interno bruto. Un porcentaje "altísimo se juzga incobrable ya por los años que tiene, por los recargos. Esto implica a más de 2.2 millones de contribuyentes". Y quien no se "actualice", directo al buró de crédito.

Además, la evasión de los impuestos al valor agregado, sobre la renta, especial sobre producción y servicios, al comercio exterior, y el que guste agregarle. Cuando menos desde tiempos del "innombrable" se calificó a ciertos secretarios y/o subsecretarios de Hacienda como "terroristas fiscales", funcionarios "de hierro", "persecutores" de los contribuyentes, "indoblegables luchadores contra la evasión" y demás epítetos que en los hechos no sirvieron de mucho, igual que los propios funcionarios, porque la captación fiscal permanece en la lona y los causantes cumplidores ­quiéranlo o no­ suelen ser los mismos de siempre.

Como en aquellos tiempos previos al crack bursátil de 1987, cuando las casas de bolsa abiertamente organizaban "cursos" para que las empresas evadieran y eludieran al fisco, ahora en la "continuidad" se advierte que la elusión y evasión crece, porque las grandes empresas cuentan con abogados "muy hábiles" para evadir al fisco. Sin embargo, por mañosos que sean lejanamente obtendrían los jugosos resultados por todos conocidos sin la generosa colaboración de las autoridades hacendarias, sea ésta por la vía de la corrupción o de la incapacidad, que para el efecto da lo mismo.

También como ha sucedido en los cuatro sexenios recientes, el entrante anuncia una nueva reducción a la tasa del ISR, el que grava las ganancias, y de nueva cuenta se abstiene ­¡ni Dios lo quiera!­ del tema bursátil como fuente de ingresos fiscales. "Tiene que ser así, en ambos casos, si queremos ser competitivos", suelen decir los genios de Hacienda, al tiempo que las fortunas de selectos grupos empresariales crecen como la espuma y los organismos internacionales documentan el México cada vez menos competitivo.

Dos elementos concretos salvaron al país de Fox y su "cambio": divisas petroleras y remesas de la paisanada, más uno que otro narcodólar. Como su inyección al país creció y creció en los tiempos de foxilandia, aparentemente nadie se ocupó del asunto fiscal. Sin embargo, para 2007 se avizora una sensible baja en los ingresos por exportación de oro negro, y entonces resurge la amenaza de que "ahora sí va en serio". El problema es que el cuchillo fiscal sólo busca la espalda de los causantes cautivos.

Semanas antes de ser ratificado en su puesto, el titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), José María Zubiría Maqueo, advirtió que la más reciente estadística oficial de evasión fiscal es del año 2002, cuando se comprobó que sólo seis de cada 10 contribuyentes cumplían con el fisco, y justo cuando el gobierno del "cambio" se dio cuenta, por fin, que su reformón fiscal no sería aprobado en San Lázaro. Dejaron el asunto para mejor ocasión, y la evasión, elusión y defraudación creció y creció.

En este sentido, el estudio Evasión fiscal del impuesto sobre la renta de personas morales, que el CIDE elaboró para el SAT, entre otros elementos aporta lo siguiente: el nivel de evasión del impuesto sobre la renta de las empresas para los años 2002 y 2003 se ubicó en rangos de entre 32.6 y 39.5 por ciento del potencial del ISR. Además, las exenciones fiscales ­que gozan muchos empresarios de primer nivel­ le cuestan al país alrededor de 2.1 por ciento del producto interno bruto; "este tratamiento beneficia a personas morales de gran magnitud, que lo utilizan para eludir" sus responsabilidades fiscales.

Una de las principales implicaciones del estudio es que existe demasiado tratamiento especial que facilita la evasión y elusión, además de representar grandes pérdidas fiscales al erario, en un país con grandes necesidades sociales y de infraestructura. De acuerdo con el CIDE, la habilidad del contribuyente para eludir (e inclusive para evadir) el cumplimiento de la ley depende, en gran medida, de la percepción que tenga de ser detectado y efectivamente sancionado por la autoridad fiscal.

En este sentido, con la creciente presencia de trasnacionales en el país desde la segunda mitad del siglo pasado, en un entorno de apertura a las inversiones y el comercio internacional, las empresas mexicanas encontraron esquemas de elusión para disminuir la base gravable del impuesto sobre la renta, o inclusive para generar montos considerables de pérdidas fiscales por medio de la transferencia de utilidades hacia el extranjero. Dicho traspaso se da a través de esquemas tales como los precios de transferencia, los paraísos fiscales y la llamada capitalización delgada o insuficiente, y México es uno de los países que más presentan este fenómeno en relación al comercio con Estados Unidos, su principal socio.

Las rebanadas del pastel

¿Y aquel programa fiscal que a su llegada impulsó el "cambio", ese de ''cuenta nueva y borrón''? Ni quien se acuerde.

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