Usted está aquí: sábado 9 de diciembre de 2006 Cultura Voz contra el fundamentalismo

Voz contra el fundamentalismo

Mientras haya gente que hable en nombre de Dios, como Bush o Bin Laden, el mundo estará perdido, dice el escritor Juan Goytisolo

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Juan Goytisolo durante su visita a México en 2003, cuando presentó su libro Telón de boca. La editorial Círculo de Lectores-Galaxia publica ahora las obras completas del incorruptible y mordaz escritor Foto: José Carlo González

Madrid, 8 de diciembre. Con 75 años, Juan Goytisolo se erige como una voz incorruptible en el panorama literario europeo, particularmente el español. Es un escritor que se renueva en cada uno de sus libros, que se columpia entre la modernidad más vanguardista y la tradición de la literatura medieval, de la que se reconoce deudor y devoto.

Goytisolo nació en Barcelona en 1931, pero su vocación por la creación en libertad y el impedimento físico y moral de vivir en una dictadura tan férrea como la de Francisco Franco lo llevó a un largo periplo de exilios voluntarios. Primero en París, donde se relacionó con los intelectuales más prominentes del siglo pasado, hasta llegar al lugar en el que se siente feliz: Marraquech.

Desde su más temprana juventud, Goytisolo ha escrito novelas, cuentos y numerosos ensayos, en los que todo cuanto acontecía a su alrededor le inquietaba y hasta le indignaba, como fueron las irrupciones de racismo y xenofobia en su España natal, la barbarie del asedio a Sarajevo, en pleno conflicto balcánico, hasta la circunstancia actual del planeta. Preso, como dice Goytisolo, de ''personas que dicen hablar en nombre de Dios".

Ahora la editorial Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg publica las obras completas de Juan Goytisolo, recientemente presentadas, que se inician con su primera novela: Juegos de manos (1954), para culminar con un libro que todavía no conocemos, el cual quizá ni siquiera el propio autor sabe cuándo escribirá.

Relectura para no repetirse

En entrevista con La Jornada, Goytisolo ­quien fue galardonado en 2004 con el entonces llamado Premio de Literatura Juan Rulfo­ dice: ''en México me siento más en casa que en España".

­¿Qué significa para usted la publicación de sus obras completas?

­Bueno, yo prefiero llamarlas incompletas, puesto que aún vivo y me queda tiempo para completarlas. Lo que sí es verdad es que la publicación de las obras me ha permitido acercarme a la literatura que he escrito, pero lo he hecho de una forma muy fría, como si leyese a otro autor.

''En las novelas y los ensayos había cosas de las que me había olvidado por completo. Así que es bueno releerlas, porque te evita la repetición. Es una experiencia muy curiosa para alguien que desde la atalaya de los años mira hacia atrás.''

­¿Ha disfrutado con la relectura de sus obras?

­No del todo, pero a veces sí. Hay novelas en las que prácticamente no he cambiado nada, pues me pareció que lo que deseaba decir lo he dicho y era lo que escribí entonces. En otros casos sobraba algo, a veces fruto de la precipitación.

­¿De qué manera se relacionan los ensayos con la obra propiamente novelística?

­Una cosa es la labor periodística y otra la creación. Pero no hay duda de que mis experiencias periodísticas tienen repercusión literaria. Por ejemplo, cuando estuve en Sarajevo la primera vez, durante el asedio, escribí Cuaderno de Sarajevo. Y la segunda encontré que la situación era peor y no podía escribir un segundo cuaderno; entonces fue el sitio de los sitios. El asedio como metáfora de la literatura.

­En cuanto a la evolución de las formas literarias, ¿encuentra muchas diferencias entre Señas de identidad, que escribió hace 40 años, con Carajicomedia, por ejemplo, que es más reciente?

­Cada novela tiene estructura propia. Nunca he repetido un libro. No soy de los escritores que cambian el tema, pero tienen el mismo planteamiento literario.

''Siempre me he sentido libre. No parto de ningún modelo. Empiezo a escribir sin saber qué escribiré y en la manera que avanzo me sumerjo en lo que llaman la aventura de la creación.''

­¿Sigue cultivando la lectura de la literatura medieval y del Siglo Oro?

­Por supuesto. Creo que soy ­sin vanidad­ el escritor, que no académico ni historiador, que conoce mejor la literatura castellana. Con un criterio muy amplio, de leer el carácter mudéjar de las primeras obras, de ver la influencia definitiva de los conversos en toda la literatura española. Es decir, no se puede ver la riqueza desde un prisma único, por eso he procurado simplemente ampliar el canon.

­Usted es el único escritor español que habla el árabe dialectal, ¿desde ese privilegio intelectual, qué es lo que se está perdiendo la cultura occidental tanto a escala de sabiduría popular como en literatura?

­He aprendido muchísimo de la lengua española, del castellano e inclusive del catalán, para conocer más el árabe dialectal. Me explico: hay traducciones e injertos del árabe en la sintaxis castellana. Hay cantidad de palabras que son traducidas directamente, desde las más eruditas hasta el lenguaje más ordinario. Por ejemplo, la relación entre testículos y huevos viene directamente del árabe dialectal. O la relación entre el semen y la leche es una traducción del árabe.

''Recientemente leía el refranero andalusí de Alonso del Castillo, que era un morisco de la época de Felipe II, y me he dado cuenta que gran parte de los refranes que hay ahí han pasado a la lengua española.''

­Muchos autores se sienten presos del yugo del canon, tanto de una época como de determinada corriente estética o literaria, ¿usted lo ha sentido alguna vez?

­No, en absoluto. Siempre me he sentido libre.

­A lo largo de su vida usted se ha relacionado con numerosos escritores mexicanos, ¿qué han significado estos contactos y sus continuos viajes a México?

­He tenido una relación de amistad muy fuerte con Octavio Paz y con Carlos Fuentes, pero también soy amigo de Fernando del Paso y de otros más. En ocasiones, en México me preguntaban que por quién estaba yo, si por Paz o por Fuentes, pero yo nunca entré en esta polémica.

­¿Tiene la sensación de que en México se comprendió mejor su obra, inclusive antes que en su país de origen?

­No lo sé, pero editorialmente fui mexicano en la época de Franco. Señas de identidad y Don Julián se publicaron por primera vez en México, país que no sólo ayudó a los republicanos, sino a los españoles que no podíamos publicar en España. Esto es una deuda que nunca olvidaré.

''Creo que siempre es más fácil ser reconocido fuera que en tu propio país, al menos en España siempre ha sido así.

''Estoy al margen de las instituciones culturales españolas y de las camarillas de escritores. Vivo muy feliz en Marraquech, no busco ni persigo premios. Es más, en España he sido nombrado persona non grata dos veces y esto es un honor. Si me dan un premio dudo de mí mismo, pero si me declaran persona non grata sé que tengo razón.''

­Desde una perspectiva más amplia, ¿qué representó el boom latinoamericano para un escritor de su generación?

­Mucho. Se debe recordar que España vivía bajo el franquismo, con límites culturales terribles, así que el boom latinoamericano fue como una bocanada de aire fresco, al permitir que gente de nuestra generación pudiéramos entrar en contacto con escritores que no estaban condicionados por una dictadura.

­Desde su posición de privilegio de conocer como pocos Oriente y Occidente, ¿cómo ve esa situación de enfrentamiento y si cree que haya remedio?

­Mientras tengamos a gente que habla en nombre de Dios, como el presidente Bush y como Bin Laden, estamos perdidos. Ahora creo que el conocimiento de la cultura de los demás es siempre necesario.

México se parece a Marruecos

­¿Cómo ve la situación actual de México?

­En enero hace ahora dos años tuve una visita inesperada en Marraquech, alguien del entorno del presidente Vicente Fox, quien me dijo que habían proyectado un paseo por la plaza de Marraquech y una visita al café du France, donde suelo ir todos los días.

''Me divirtió mucho cuando me llamó el gobernador para recriminarme por qué lo había citado en el café, a lo que yo le dije que yo no había sido, que había sido el embajador mexicano quien había elegido el sitio. Así que para dejar el café más presentable se pasaron toda la noche limpiándolo metro a metro y pusieron una alfombra ridícula.

''Durante la visita de Fox, ya en el café, tuvimos una conversación interesante porque le expliqué las razones por las que me gusta México. Le dije que se parece mucho a Marruecos.

''Dije a Fox: 'mire, México y Marruecos son dos países fronterizos, por un lado está el sueño americano y por otro el sueño europeo, aquí Tijuana es Ceuta y Melilla; los espaldas mojadas son llamados aquí los jarraga; Marruecos es el tercer país del mundo en recibir las remesas de los inmigrantes, por detrás de México y de la India; también hay enorme variedad de culturas y de lenguas'.

''Pero también le dije que la corrupción política y el desastre de la burocracia es el mismo en ambos países, lo que en México se llama mordida aquí es el reshua. Le dije que en México me siento como en casa y tengo una empatía y una simpatía muy grandes.

''He estado en Oaxaca y preocupa mucho la situación. Es terrible y no quiero ni pensar lo que pueda ocurrir. No me atrevo a decir qué pueda pasar, pero de lo que sí estoy convencido es de que es un país de tanta vitalidad que de una forma u otra saldrá adelante.

''La energía humana y la capacidad creadora de México son extraordinarias. La verdad es que, como siempre lo he dicho, en México me siento más en casa que en España.''

 
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