Usted está aquí: miércoles 6 de diciembre de 2006 Política Llueven impugnaciones a la gestión de Zermeño en la directiva de la Cámara

Lo descalifica la oposición por privilegiar al PAN antes que al Congreso de la Unión

Llueven impugnaciones a la gestión de Zermeño en la directiva de la Cámara

Renovado el encono entre legisladores tras la protesta de Calderón el 1º de diciembre

ROBERTO GARDUÑO, ENRIQUE MENDEZ

Ampliar la imagen Jorge Zermeño encargó su lugar para responder custionamientos, ayer en San Lázaro Foto: María Meléndrez Parada

El escenario de crisis continuó en la Cámara de Diputados. Los grupos de PRD y PRI denunciaron la proclividad del presidente de la mesa directiva, Jorge Zermeño Infante, a defender a la fracción del PAN por encima del Congreso.

Las principales fuerzas opositoras al panismo conminaron a ese partido a reflexionar sobre la conveniencia de que Zermeño siga al frente de la presidencia de la Cámara.

Las heridas y enconos producidos la semana pasada entre panistas y perredistas permanecen abiertas. Se esperaba en San Lázaro el inicio de la reconciliación, al menos la necesaria para abordar la discusión y debate del paquete económico que determinará el rumbo del país en 2007.

Tal aspiración no fructificó, porque antier Zermeño, quien había enfrentado un cerrado debate con los perredistas en torno a la protesta de Felipe Calderón, la emprendió contra los legisladores del partido del sol azteca, a quienes envió el mensaje de que no habría borrón y cuenta nueva tras los sucesos de la semana pasada, incluido el viernes, sino que investigaría a quienes participaron en los enfrentamientos suscitados en el salón de plenos.

Tal actitud, que provino del presidente camaral, irritó no sólo a los perredistas sino también a los priístas. Estos, en primera instancia, acordaron durante su reunión plenaria emitir un extrañamiento a Zermeño por sus declaraciones y posturas que tendieron a privilegiar, desde el punto de vista del priísmo, los intereses del PAN por encima de los del Congreso.

Del lado del PRD, la posición asumida en su reunión plenaria fue solicitar que se incluyera en la orden del día el debate sobre los sucesos del 1º de diciembre. Por el contrario, el panismo intentó de todas las formas posibles evitar que subiera a tribuna el tema. Así inició la sesión ordinaria, donde se consideraba que la llegada del paquete económico opacaría cualquier discusión.

La sesión inició sin que se contemplara el tema del día primero y, una vez desahogado el tema de la llegada del paquete económico, el diputado perredista Juan Guerra solicitó que se incluyera el debate del primero de diciembre. Zermeño ordenó que se solicitara la votación sobre la petición, y la respuesta mayoritaria fue afirmativa.

Ante la evidente mayoría, que no necesitaba demostración, el panista Cristian Castaño intentó reventar la posibilidad al solicitar que se verificara el quórum de la asamblea y en consecuencia se determinara si era válida la votación. Los partidos opositores al PAN hicieron mayoría y el esfuerzo del panista se diluyó. Entonces Guerra subió a tribuna para acusar el papel que jugó Zermeño:

"Estaba presente la negativa a que se discutiera, y están pidiendo quórum cuando es evidente el asunto del 1º de diciembre. Es la lógica autoritaria (porque) creen que lo que necesita México en este momento es la política del garrote. Es la misma lógica del presidente Zermeño, que al día siguiente lo que hace es amenazar y decir que se va a castigar a los legisladores del PRD y a empleados del PRD. El primero que debería de castigarse, porque es inaudito ­la primera vez en la historia que un presidente autotoma la tribuna­, es él mismo. Cuando hizo presencia allí arriba no podía estar como presidente, sino como un tomador de tribuna. El primero que debería sancionarse es él mismo, y más cuando lo que ha provocado han sido sólo, y declarado, amenazas contra los legisladores. Es la política del garrote. Ciudadano presidente de esta cámara, no va a pasar y no vamos a transitar por ella, y bien haría la bancada del PAN, ya, en aceptar que se modifique el presidente, porque ni le sirve a ustedes ni le sirve en absoluto a esta Cámara de Diputados".

Posteriormente subió a tribuna el priísta Jesús Ramírez, quien con un discurso soso no logró transmitir el extrañamiento a Zermeño que sus compañeros habían acordado ­durante su reunión previa a la sesión­, y al viejo estilo del que no dice nada sugirió al presidente camaral que se abstuviera de descalificar a sus pares.

Pero fue Juan José Rodríguez Prats, ex priísta converso al panismo y ahora uno de sus mejores tribunos, quien con su característica escenificación, propició la escalada de PRD y PRI contra Zermeño. El tabasqueño acusó a los perredistas de haber intentado bloquear el quórum camaral el 1º de diciembre para que no sesionara el Congreso. Y justificó a los panistas, quienes "optamos por que se cumpliera la ceremonia y por que definitivamente México entrara en otra etapa de paz y progreso".

Al ser aludido por Rodríguez Prats, Javier González Garza solicitó subir a tribuna. Ponderó la racionalidad por la que, dijo, se condujo el PRD el 1º de diciembre y los tres días previos a éste. Y endureció el discurso contra Zermeño, a quien advirtió que México no necesita la mano dura de sus gobernantes:

"Quiero decir que esta política de mano dura, empezando por las declaraciones del presidente de la directiva de esta Cámara de Diputados, que nos dice que va a instruir para hacer juicio político a los legisladores del PRD, que nos dice que quiere investigar a los legisladores del PRD, quiero decirle que puede hacer lo que quiera, lo que le dé la gana. Debo decirle que no tenemos el menor miedo".

Tal señalamiento provocó que Zermeño se sacudiera en la curul de la presidencia y le subiera el color al rostro. Con una tarjeta en mano bajó al área de sus compañeros panistas, y dejó encargada la presidencia a su correligionaria, la viuda de Abel Vicencio Tovar, María Elena Alvarez.

Con tal actitud, Zermeño inició su Waterloo. Al concluir el coordinador del PRD, Zermeño subió a tribuna en medio de aplausos de sus comapñeros. Rechazó haber amenazado "a ningún compañero de ningún partido". Recordó que "fuimos amenazados permanentemente de evitar a toda costa que se llevara a cabo este acto (la protesta de Calderón)". Recordó que él fue agredido junto con dos diputados del Panal cuando intentó ingresar al área de tras banderas, y para colmo, aseveró ­esto le valió el repudio­ que "mantuve un diálogo permanente con todos los legisladores".

De ahí devino una serie de preguntas, que él respondió con atingencia, pero el contenido en las réplicas que hizo falló ante un auditorio que en esos momentos se sentía agredido. Le preguntaron los perredistas Valentina Batres, Aleida Alavez, Luis Sánchez y el priísta Adolfo Ríos Camarena, quién lanzó la punzante pregunta sobre cuál había sido la posición de él a la hora de ocupar la tribuna por parte de los panistas.

La respuesta de Zermeño fue la siguiente, y de paso ofendió a los priístas, que sacaban provecho de su posición como tercera fuerza camaral a partir de ese momento: "El martes, después de la toma de la tribuna, permanecí sentado en la curul que tengo en la presidencia. ¿Con qué carácter estaba sentado? Con el mismo carácter que usted, estar sentado en su curul. Nada más y nada menos".

Zermeño continuaba aceptando las preguntas y al asumir las del priísta Samuel Palma se esperaba, en el sector de los panistas, un ánimo de colaboración para darle fin al bombardeo contra el presidente de la mesa directiva. El representante del PRI hizo notar la molestia por el contenido de la réplica a su compañero Adolfo Ríos Camarena. "Fue una respuesta alevosa... sus respuestas son contradictorias y son violatorias de la Ley Orgánica". Y le advirtió que el presidente de la cámara había violado el artículo 32, numeral 3, de la legislación.

"Aquí no hay semidioses"

Zermeño terminó aceptando que se había equivocado al mantenerse ocupando la curul de la presidencia. "Yo acepto que pudo haber sido un error permanecer allí, lo acepté al día siguiente y por eso no volví a sentarme. Somos seres humanos y nos equivocamos, aquí no hay semidioses."

De inmediato el priísta César Duarte le replicó: "Nos parece indigno que a lo largo de la gestión del presidente Zermeño se hayan cometido infinidad de errores; sin embargo, hemos sido tolerantes. No aceptamos el papel indigno que en este momento hace el presidente al bajar el debate de la dignidad y la posición que debe tener el presidente de esta Cámara, a bajarse simple y sencillamente a una discusión que no tiene fondo. Por tanto, el PRI se retira, porque nos parece indigna esta posición del presidente".

En ese momento la mayoría de los priístas abandonó el salón, menos Carlos Rojas, José Rosas, Gerardo Sosa Castelán, Oralia Ortiz y Fernando Moctezuma, quienes argumentaron que esa decisión no había sido asumida en su reunión plenaria.

El perredista Tonatihu Bravo informó que los perredistas también se saldrían del salón, y así el PAN no logró el quórum requerido para continuar la sesión, porque los partidos Verde, Convergencia, del Trabajo, Nueva Alianza y Alternativa siguieron a priístas y perredistas. Los panistas se quedaron solos.

Tras dos horas de deliberación, el PRI determinó que Zermeño había actuado de forma facciosa, porque discutió en tribuna su posición, y "no nos merece respeto... lo primero que vamos a pedir al PAN (es) que reflexione la conveniencia de que siga Zermeño en la presidencia", adujo Emilio Gamboa. Tal postura fue bienvenida por el PRD.

Al retirarse los legisladores de San Lázaro, José Murat consideró que con el chantaje y la mano dura el PAN "pretende tener un Congreso para sí, pasando por encima de las instituciones que dice defender; seguramente también piensan que merecen un país propio". Por el contrario, el panista Manuel Minjares no encontraba explicación a la postura del PRI, salvo "que pretendan venderse más caro a la hora de negociar el presupuesto".

 
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