Usted está aquí: domingo 3 de diciembre de 2006 Mundo A las urnas, casi 17 millones de venezolanos; Chávez, el favorito

El candidato Manuel Rosales aglutinó a la derecha para luchar contra la "oleada roja"

A las urnas, casi 17 millones de venezolanos; Chávez, el favorito

El fantasma del fraude y la confrontación nunca abandonó el caldeado ambiente político

Consideran analistas que el mandatario sí enfrenta esta ocasión un programa de oposición

BLANCHE PETRICH ENVIADA

Ampliar la imagen Los aspirantes a la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez y Manuel Rosales Foto: Reuters

Ampliar la imagen En las comunidades pobres de Caracas, amplio apoyo a la relección del actual jefe del Ejecutivo Foto: Ap

Caracas, Ven., 2 de diciembre. A Manuel Rosales, gobernador de Zulia, estado petrolero de Venezuela y candidato a la presidencia por 42 organizaciones de derecha y centroderecha, las encuestas no le daban ni cinco por ciento de las preferencias del electorado hace tres meses. Hoy, a unas horas del arranque de la jornada comicial, los sondeos coinciden en que podría captar, en el mejor de los casos, 40 por ciento de los sufragios, 10 puntos por debajo de su archirrival, el presidente Hugo Chávez.

Lo que marca esta elección es que los votantes tienen dos opciones que proponen proyectos opuestos. Hugo Chávez, de repetir en la presidencia, ha prometido llevar a Venezuela al "socialismo del siglo 21". Rosales, por el contrario, presenta un programa de corte neoliberal, economía de mercado e inversión extranjera. La novedad, señalan algunos analistas, es que a diferencia de los anteriores procesos electorales que enfrentó Hugo Chávez, prácticamente solo en el cuadrilátero, esta ocasión tiene frente a sí una propuesta de oposición.

Los datos duros no permiten sustentar el optimismo que anima a los electores de las zonas de clase alta y media de Caracas, quienes en vísperas de los comicios colman los malls y los puntos de venta de pinos canadienses, dando por inaugurada la fiebre consumista decembrina. Pero para ellos es "casi y hecho" que mañana "rescatarán" a Venezuela, sacarán "a ese hombre del Palacio de Miraflores" y al fin podrán respirar tranquilos, seguros de que a sus hijos "no les lavarán el cerebro con una educación marxista-bolivariana" y no tendrán que seguir pagando con sus impuestos "las casas y el petróleo que Chávez regala a Cuba".

Con esa esperanza, el ingeniero Rodrigo Villamil regresa feliz a la mesa donde desayuna con su familia en un lujoso hotel de la zona de Las Mercedes, con una fotografía como valioso souvenir. En otra mesa, el candidato opositor Rosales toma café con algunos colaboradores y pronto se ve rodeado por muchos que, como Villamil, añoran llevarse en su celular una foto del líder de la "avalancha azul". Villamil, próspero constructor, con cinco hijos, emigró a Colombia, dice, harto del chavismo. "Pero si gana Rosales, me regreso a Caracas".

Claro, añade, "si no hay fraude". El y los demás comensales antichavistas asienten. No hay razones objetivas, pero el fantasma del fraude y la confrontación no terminan de abandonar el entorno político. Es el legado de una década de polarización.

Esto obligó a que hoy, a pocas horas de la apertura de las mesas electorales, el estratega del comando de campaña de Rosales, Teodoro Petkoff, saliera a asegurar en conferencia de prensa que había garantías plenas para el respeto del sufragio y que "no hay razones para temer".

La boleta electoral que será entregada a los cerca de 17 millones de votantes en las 33 mil mesas automatizadas será para muchos un verdadero acertijo. Hay 86 recuadros de colores; 86 partidos por los cuales votar. De éstos, 46 apoyan a Rosales y 24 a Chávez.

El listado de organizaciones que se sumaron a la candidatura del político socialdemócrata de Maracaibo refleja fielmente la atomización que sufrió la oposición en los pasados 10 años. Su partido, Acción Democrática, y el demócratacristiano COPEI, son las dos fuerzas tradicionales, de marcado acento anticomunista, que se alternaron el poder durante décadas. Ambas formaciones políticas se desplomaron, hasta casi desaparecer, a finales de los años 90.

Ante ese derrumbe, empresarios de ultraderecha tomaron su lugar y en 2002 maquinaron un golpe de Estado, imponiendo al dirigente de Fedecámaras, Pedro Carmona, en una efímera presidencia. Dos días duró. En 2004 jugaron su última carta exigiendo un referéndum revocatorio, en el que nuevamente Chávez salió triunfador, cuando cerca de 60 por ciento de venezolanos respondió "no" a la revocación del mandato del presidente.

Los siguientes pasos de los partidos de oposición terminaron su labor de demolición. En diciembre del año pasado decidieron no participar en las elecciones legislativas, por lo que las fuerzas que apoyan a Chávez dominan el Congreso.

Quienes están cerca de Rosales refieren que este político, de profesión maestro, efectuó "un trabajo de relojería" para convencer a algunos aliados de que participaran en los comicios presidenciales. Petkoff, director del diario Tal Cual, y el derechista Julio Borges, de "Podemos", declinaron y se unieron a su campaña en torno al lema: "Atrévete". Poco a poco casi todo el alicaído espectro de la derecha, que incluye grupos recalcitrantes e inclusive golpistas, se sumó a la "avalancha azul", que hará frente a la "oleada roja". El reto para Rosales, dicen sus allegados, será neutralizar a estos últimos.

Por lo pronto, en caso de derrota, Manuel Rosales regresaría al gobierno de Zulia. Y de ahí, asegura la gente cercana, podrá fortalecer el liderazgo que algún día podría medir fuerzas con el poder popular de Hugo Chávez.

Este domingo las urnas dirán.

 
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