Usted está aquí: viernes 1 de diciembre de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

El DF: obsesión de Calderón

Ebrard, en la mira del gran hermano azul

Organización contra el estado de sitio virtual

A partir de hoy, dicen, todo cambiará, pero serán matices. El gerente cambiará por un policía, y nada habrá cambiado, pero en la ciudad de México se vivirán tiempos difíciles, por la obsesión de Felipe Calderón de arrebatar el Distrito Federal al PRD, para obsequiárselo al PAN.

La apuesta es seria. Si Vicente Fox pudo comprar con dinero, que aún no sabemos de dónde salió, la voluntad de mucha gente, que además estaba urgida de un cambio, Calderón pretende inundar con dinero federal la conciencia generada entre los habitantes de la ciudad que se ha visto lastimada por los mensajes de odio que financian aquellos a quienes debe, en buena parte, los dólares que lograron el fraude.

Hace seis años, en este espacio dijimos que si le iba bien a Fox, le iría muy mal a México. Fox se va feliz, nuestro país esta en ruinas. El Distrito Federal no es un oasis, pero la obra que durante seis años se ha levantado en sus calles, con su gente, trascenderá estos tiempos de odio.

Y en esta circunstancia cobra mucha mayor importancia el quehacer político de Marcelo Ebrard y el de la gente que pueda acompañarlo en el transcurso de su administración. Por eso, el panismo completo estará listo a cobrarle cualquier error.

Los azules confían, por ejemplo, en que el jefe de Gobierno eche mano de algunos nombres de quienes estuvieron ligados al salinismo, y los panistas quieren ser los primeros en hacer la crítica, antes incluso que los perredistas, que estarían listos a condenar una situación de se tipo.

Pero por ahora, en estos tiempos, lo que más preocupa a los gobernantes de la ciudad es el estado de sitio parcial que ha establecido la policía federal, para hoy, y que motiva la conciencia medrosa de lo mal hecho, de lo mal parido.

Durante más de una semana, cientos de policías federales, y 13 camiones repletos de marinos, han puesto un cerco que viola los derechos humanos y constitucionales de los habitantes de las colonias aledañas al Palacio Legislativo.

Cuenta una mujer, vecina de la colonia 10 de mayo, con seis meses de embarazo, que los federales no quisieron creer que el abdomen abultado que exhibía era producto de un proceso natural. Suponían que bajo sus ropas llevaba armas, algún artefacto para manifestar con violencia las muy precarias condiciones de vida que le ha dejado el neoliberalismo.

Marta es el nombre de la mujer que tuvo que casi desnudarse para mostrar que eso que le abultaba el abdomen era la hinchazón de su embarazo. La señora cuenta llena de vergüenza ese episodio que da idea del estado de sitio parcial impuesto a 13 colonias de la delegación Venustiano Carranza, al que ha recurrido el gobierno federal para proteger a quien quieren imponer como presidente.

Mientras en algo parecido a una contraofensiva, la gente se organiza para manifestar, desde hoy por la mañana, muy temprano, a las siete, que Felipe Calderón no es su presidente, y que el cerco físico no impedirá que se lance a todo el mundo su verdad, que no es otra que la del coraje de saber, ciertamente, que su voluntad electoral fue burlada.

Y ésta parece ser la tónica de lo que será el gobierno del odio. Policías por doquier, represión a flor de macana, intolerancia y una presidencia que, hostigada día con día por la gente, no tendrá otro remedio que regirse por el síndrome de la muñeca fea: esconderse, siempre, tras los rincones. Así será.

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