Usted está aquí: jueves 30 de noviembre de 2006 Opinión XXVII Muestra Nacional de Teatro

Olga Harmony

XXVII Muestra Nacional de Teatro

Este año el INBA continuó con la buena idea de coproducir con grupos de algunos estados, pero además la Coordinación Nacional de Teatro y las autoridades culturales de Hidalgo ofrecieron al público de Pachuca, sede de la Muestra, funciones con taquilla abierta de todas las escenificaciones y funciones especiales para los participantes e invitados de ésta, que es la manera de que conozcamos algo de lo que se hace en los estados y en la capital del país. Me gustaría destacar las palabras que Víctor Hugo Rascón Banda dijera en la casi interminable inauguración, en la que se ofrecieron diversas preseas, entre ellas la medalla Xavier Villaurrutia que este año se otorgó a Fernando de Ita y la medalla de oro del INBA que correspondió a Luisa Josefina Hernández. En la entrega de esta última le correspondió hablar al escritor y dirigente de Sogem quien ofreció a la laureada que este 20 de noviembre le mandaría al presidente Vicente Fox un ejemplar de La paz ficticia para que se enterara, a través del texto de la dramaturga, que hubo una revolución en México y las causas que la originaron. El valor de Víctor Hugo fue aplaudido por muchos de nosotros.

Del teatro de la capital fueron invitadas Pancho Villa y los niños de la bola, Los niños de Morelia, Hedda Gabler, Yamaha 300 y Asalto al agua transparente. De todas ellas me he ocupado en su momento, excepto de la última, debido a los muy jóvenes teatristas agrupados en el colectivo Lagartijas tiradas al sol, del que ya había visto un trabajo anterior y que me parece que no acaba de cuajar sus proyectos, por lo que no entiendo que, de tratarse de una propuesta juvenil, hubiera desplazado a la Muestra alternativa un trabajo de tanta calidad como Vencer al Sensei. Abrió la Muestra Unos cuantos piquetitos de Ximena Escalante, el extraño caso de un montaje que tuvo mucho éxito en Holanda y otras naciones europeas, con actores y actrices muy profesionales, pero que no ha podido ser exhibida en nuestro país ­a excepción de Monterrey y ahora­ y de la que me ocuparé cuando se presente en alguno de los teatros capitalinos (sería muy bueno que la acogiera la UNAM).

Las coproducciones con grupos de los estados fueron cinco. La pista, con el grupo Los hijos del pulque, de autoría y dirección del excelente crítico pero deficiente teatrista Fernando de Ita, de la que destaca el gusto del autor por las partes pudendas, en una trama absurda y una fallida escenificación. Baal de Brecht, con el grupo michoacano Asociación Teatral Contrapeso, en una cuidada escenificación de Roberto Briseño en que por desgracia esta vez no se escucharon los parlamentos y tuvo grandes fallas de ritmo. Cicatrices, en que el colimense Héctor Castañeda Ortega hizo una dramaturgia basada en improvisaciones acerca del sismo que sacudió la ciudad, con idea y dirección de Janet Pineda muy poco relevantes. Teatro estudio T de Veracruz, dirigido por Abraham Oceransky, presentó el clásico japonés Doble suicidio de Chikamatsu Monzaemon en un imaginativo y elegante montaje, con escenografía del mismo director y música en vivo con instrumentos clásicos de Japón, en una de las escenificaciones más logradas de la Muestra. La Compañía Teatral del Norte dirigida por el sonorense Sergio Galindo presentó una de sus sabrosas obras regionales, La siembra del muerto, en la que el autor y director juega con varias posibles variantes de un hecho de sangre.

Como representante de Hidalgo se presentó La voz oval del muy joven Enrique Olmos de Ita, convincente aunque muy apegado a los cánones del teatro narrativo, cuyas dificultades resolvió el director Alberto Villarreal Díaz. Elegidos por convocatoria hubo varios montajes. El grupo Mexicali a secas de Angel Norzagaray presentó la muy misógina y homófoba obra de Marco Antonio de la Parra. La Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara escenificó Antes, una pretenciosa y aburrida adaptación de la novela de Carmen Boullosa, dirigida por Miguel A. Gutiérrez. Teatro hacia el margen de Yucatán llegó con la fallida Aguantando al taquero de Miguel Angel Canto dirigida por José Ramón Enríquez. Y como colofón, una de las mejores escenificaciones de la Muestra, con las excelentes actuaciones del elenco y la dirección de Fausto Ramírez, de la Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara, 4 bailes de Albert Espinosa. Estuvo presente Rocinante, el carro de comedias de la Casa de Teatro con diversas escenificaciones que ya he comentado con anterioridad.

 
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