Usted está aquí: miércoles 29 de noviembre de 2006 Economía Pensar con los pies

Alejandro Nadal

Pensar con los pies

Cuando Agustín Carstens fue subsecretario en los primeros años del sexenio que termina acuñó una importante frase: "un libro es un zapato". La expresión fue utilizada en el fragor de la batalla sobre el impuesto al valor agregado para los libros. Por supuesto, el entonces subsecretario quiso enfatizar la idea de que un libro es como cualquier mercancía y, por eso, debe tener el mismo trato fiscal. Ahora que Carstens será el responsable de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), conviene investigar en qué zapaterías compra sus libros.

Carstens viene del mundo de la ortodoxia neoliberal en la que los mercados son eficientes, siempre están en equilibrio o muy rápidamente lo restablecen cuando sobreviene alguna perturbación. Esa es la base de su marco analítico en macroeconomía. Poco importa que el principal resultado de la teoría económica pura (la de muchos premios Nobel) sea precisamente la imposibilidad de demostrar la mítica eficiencia de los mercados. No parece que Carstens vaya ahora a comenzar a aprender a leer esos zapatos.

El principal dogma que tiene en los pies, perdón, en la cabeza, es que sin "reformas estructurales" México no podrá crecer. Según este economista, el mundo ya se divide entre los países que han aplicado las reformas estructurales y están creciendo a tasas aceleradas, y los que se han negado a realizar esas reformas y no están creciendo. Vaya usted a saber en qué viejo zapato encontró esta versión de la historia económica contemporánea.

Esta desgastada idea del proyecto neoliberal conecta bien con el punto de partida: para que funcionen los mercados, hay que privatizarlo todo, el sector energético en primer lugar. Hay que terminar de quitar los obstáculos que aún permanecen para que la competencia pueda fructificar, los negocios prosperar y el crecimiento renacer. Uno de esos obstáculos es la reglamentación en materia laboral. Y es que aunque la legislación laboral ya no se aplica, continúa siendo un estorbo en el esquema neoliberal.

La otra gran reforma que falta está en el ámbito fiscal. Hay que recaudar más. Pero, ¿para qué? La respuesta es clara: para poder enfrentar las cargas financieras. Hay dos maneras de enfrentar esa hipoteca financiera: aumentando los ingresos fiscales o, si eso no es posible, recortando el gasto en los sectores reales de la economía. Examinemos estas dos opciones para anticipar algo de lo que enfrentará el nuevo secretario de Hacienda.

No se puede incrementar el impuesto sobre la renta para las capas de altos ingresos porque el dogma neoliberal aconseja mantener un sistema fiscal "competitivo". La alternativa es la generalización del impuesto al valor agregado (que de paso, ayudaría a reducir la evasión fiscal). Eso es lo que Fox y Gil quisieron hacer en estos seis años, pero no pudieron lograrlo a su satisfacción.

En resumen, más privatización, desregulación y mayor recaudación vía impuestos regresivos son las reformas estructurales de segunda generación que serán la prioridad de Agustín Carstens. Según él, los países que introducen la primera oleada de reformas frecuentemente se sientan sobre sus laureles y ya no profundizan las transformaciones, dejando las cosas a medias. Esa ha sido una línea ideológica muy socorrida entre los partidarios del modelo neoliberal. La conclusión lógica es que México debe perseverar y completar la tarea iniciada con De la Madrid y Salinas.

Carstens se educó a la sombra de quienes piensan que la inflación es esencialmente un fenómeno monetario. Pero por su experiencia en México, sabe que el papel de los precios claves en la economía (salarios, tipo de cambio y los precios de los bienes y servicios del sector público) son determinantes en el proceso inflacionario. En su nuevo puesto pugnará por el control en la evolución de los salarios como instrumento antinflacionario. Pero en lo que se refiere a los precios de los bienes proporcionados por el sector público, estará sometido a la tensión entre su impacto inflacionario y las necesidades de una mayor recaudación.

Para muchos la coordinación entre el Banco de México y la SHCP mejorará con la llegada de este funcionario. En realidad, eso no ha sido un problema grave en el pasado reciente (ambas instituciones están obsesionadas por la estabilidad macroeconómica). Lo realmente clave es la ironía en la que se encontrará el nuevo responsable de la SHCP. Carstens está convencido de que lo más importante para la política monetaria después de la crisis de 1994-1995 fue dejar en claro que la prioridad exclusiva sería estabilizar los precios, y que el "problema de los bancos se resolvería con programas específicos cuyo costo sería asumido por la autoridad fiscal".

Cuando alguien piensa con los pies, es normal imaginar que las ideas embonan bien en un zapato. Ahora Carstens encontrará su Némesis en el nuevo cargo que ocupará: tendrá que dedicar los recursos del superávit primario a resolver el "problema de los bancos", es decir, el Fobaproa. No debe olvidar que, por encima de todas las cosas, la diosa de la venganza castiga la desmesura.

 
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