Usted está aquí: miércoles 29 de noviembre de 2006 Política Trifulca en San Lázaro; el PAN toma la tribuna por miedo al PRD

Con gritos, mentadas, puñetazos y puntapiés impide al sol azteca ocupar la zona

Trifulca en San Lázaro; el PAN toma la tribuna por miedo al PRD

Los perredistas sacaron la peor parte de los enfrentamientos ocurridos en el salón de plenos

Los blanquiazules colocan sillones de barricadas; sus oponentes permanecen en el recinto

ROBERTO GARDUÑO, ENRIQUE MENDEZ

Ampliar la imagen Francisco Domínguez, vicecoordinador de la bancada del Partido Acción Nacional, arremete contra el diputado perredista Faustino Soto, durante la toma de la tribuna parlamentaria que ayer protagonizaron los legisladores del blanquiazul por el temor de que los del sol azteca se les adelantaran en ocuparla Foto: José Carlo González

El grupo parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN) en la Cámara de Diputados tomó la tribuna del salón de sesiones ante el temor que les causó un rumor sobre una supuesta acción que instrumentarían los legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

La especie se extendió con rapidez en el Palacio Legislativo de San Lázaro cuando los diputados del sol azteca ni siquiera habían definido un asalto a la presidencia de la mesa directiva. Irónicamente, al tratar de defender la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa, sus correligionarios dieron el primer paso para impedir la ceremonia de transmisión de poderes el próximo viernes.

En su arranque, los panistas protagonizaron cuatro trifulcas al defender con furia la tribuna camaral. Los diputados del PRD sacaron la peor parte del enfrentamiento: Alberto López, de Chimalhuacán, y Susana Monreal fueron sacados del pleno en silla de ruedas, con fractura y esguince en tobillos."

Su compañero Darío Lemaroy, al enfrentarse con el panista Luis Javier Maawad Robert, debió ser vendado por un esguince en el tobillo derecho y sacado en andas.

En tanto, Aleyda Alavez tuvo que ser atendida por los servicios médicos de la Cámara de Diputados por sangrado nasal y baja presión. Y Monreal Avila y Ramón Pacheco fueron rociados en el rostro con un gas paralizante lanzado desde el grupo panista atrincherado en la tribuna.

Panistas distinguidos

A lo largo de la jornada, Nicolás Morales ­próspero aguamielero, aficionado a la cría de caballos, quien llevó sus ejemplares a la fiesta dominical donde el presidente Vicente Fox Quesada sufrió un desvanecimiento­ y su compañero Francisco Domínguez fueron los panistas más distinguidos al momento de "contener" y enfrentar a los perredistas.

Ante las pruebas de agresión física contra diputados del sol azteca, los legisladores del PAN insistieron en que ellos fueron los ofendidos y agraviados por la diputación del PRD. La forma en que actuaron los panistas quedó registrada en las imágenes de las televisoras ­que no transmitieron más tarde­ y en las del Canal del Congreso: la violencia provino de Acción Nacional.

La plenaria del miedo

Al comenzar la jornada de ayer en el Palacio Legislativo de San Lázaro el grupo parlamentario del PRD se reunió con el propósito de acordar los puntos del orden del día que abordarían en el pleno. Durante el encuentro también se eligió a un grupo de 10 diputados a quienes se asignó la tarea de elaborar la estrategia para impedir la toma de protesta de Calderón.

Sin embargo, al no definirse cómo hacerlo, la discusión se pospuso para hoy (miércoles) antes de que se iniciara la sesión programada por la Junta de Coordinación Política.

Al concluir la plenaria del PRD, en el salón de plenos comenzó a difundirse el rumor de que los legisladores perredistas intentarían tomar la tribuna. Esta versión llegó a oídos de todos los grupos parlamentarios, y fue entre los panistas donde hizo mella.

En las curules del ala derecha del salón se inició una estrategia para vigilar a todos los diputados del PRD y de los partidos del Trabajo (PT) y Convergencia que se levantaran de sus curules, como forma de cerrar el paso a una toma hormiga de la tribuna.

La tensión entre los panistas crecía, al grado de que, pasando por encima de su coordinador parlamentario, Héctor Larios Córdova, un grupo importante de legisladores del blanquiazul se dividió para bloquear los dos accesos a la tribuna. Ese movimiento propició desorden en el salón, y tuvo que intervenir la diputada Susana Monreal Avila, por el PRD, para solicitar a la presidenta en turno de la mesa directiva, María Elena Alvarez, que solicitara a sus correligionarios que regresaran a sus curules.

La panista requirió a su bancada que se reintegrara a las curules. Entre los diputados se percibía más preocupación porque los panistas insistían, con sus hechos, en adelantarse al sol azteca en la supuesta intención de tomar la tribuna. En este ambiente continuó la sesión y el perredista Enrique Mayans Canabal exigió a Jorge Zermeño Infante, quien ya se encontraba de nuevo en la presidencia, que sometiera con una moción de orden a la Cámara y que quedara constancia de que el PAN "está tomando la tribuna en estos momentos".

Para sorpresa de todos en el salón de plenos, Zermeño admitió la solicitud del perredista y certificó que quedaría asentada en el Diario de los Debates.

Primera trifulca

En el momento en que Zermeño aceptaba que sus correligionarios controlaban la presidencia y la secretaría de la mesa directiva, la perredista Valentina Batres Guadarrama intentó subir a la mesa para consultar con la vicepresidenta, Ruth Zavaleta, si su petición para intervenir estaba inscrita en el orden del día. Mediante empellones, los panistas le impidieron el paso y la regresaron a la zona de curules.

Casi detrás de ella, su compañero Cuauhtémoc Sandoval pretendía corroborar que un punto de acuerdo propuesto por él sería tratado en la sesión, y no pospuesto nuevamente, como ya había ocurrido. A su paso, el panista Nicolás Morales y su compañero César Verástegui prendieron a Sandoval por el saco y lo derribaron. En su caída, el perredista arrastró a la chihuahuense María Eugenia Campos.

En ese momento la tribuna estaba repleta de panistas y al ser agredido Sandoval sus correligionarios respondieron y comenzó la trifulca. Era la una y media de la tarde. Jorge Zermeño, impasible y pausado ­en contraste con el griterío y los golpes­, solicitó "a los legisladores que están subiendo a la tribuna hagan favor de abandonarla. Con todo respeto, regresen a sus lugares. Pido respeto a los señores legisladores. Hago un llamado respetuoso a todos los señores legisladores... pido a los coordinadores de los grupos parlamentarios que nos ayuden a pedir orden. Pido a los reporteros que vuelvan a sus lugares".

El desorden se apoderó del salón. Pero los golpes, empellones, mentadas y descalificaciones no conmovían a Zermeño. Entonces Emilio Gamboa Patrón, coordinador del PRI, desde su curul le sugirió decretar un receso, "mientras se pone orden allá abajo y los medios de comunicación van a su lugar".

El presidente de la mesa directiva obedeció la recomendación y declaró un receso y, para mayor sorpresa, hizo otro llamado: "se pide a todos los señores legisladores que desalojen la tribuna y solicito a las fuerzas del orden de esta Cámara que nos ayuden a mantener el orden".

De inmediato dio una contraorden: "solicito que no intervengan". Y en medio del griterío, inconmovible, exigió: "y pido la prudencia y hago un llamado a la responsabilidad y al honor de los legisladores para que desalojen la tribuna. ¡Se decreta un receso!"

A las 13:34 horas la sesión se suspendió, y 20 minutos después Zermeño declaró que, "en virtud de que durante el receso no ha podido restaurarse el orden", se levantaba la sesión y citó a Congreso General, el primero de diciembre, para la toma de protesta de Felipe Calderón, a las nueve y media de la mañana, en San Lázaro.

Zermeño no se percató que para cambiar de sede, él mismo está obligado por ley a convocar a sesión del pleno con la finalidad de que éste vote, primero, por mayoría calificada, la propuesta de trasladar el Poder Legislativo a un recinto alterno, y después, por mayoría simple, se apruebe el sitio para la ceremonia.

Los priístas, tranquilitos y sentaditos

Desde la fracción priísta, cuyos integrantes observaban la trifulca, Samuel Aguilar se divertía y le deslizó a Emilio Gamboa: "estamos bien, tranquilitos y sentaditos". Le secundó Jorge Chaurand, quien repitió: "nos están atropellando nuestros derechos". A esto hizo eco el coordinador de la bancada: "nos están atropellando..." Y otro gritaba desde su curul: "¡lo vamos a resolver a balazos o a vergazos!"

Marco Bernal, dirigente de la CNOP priísta, expresó su preocupación aun cuando su bancada era la que menos perdía con la guerra de ayer: "esto es absolutamente ilegal. Jorge Zermeño viola el reglamento del Congreso". Lo mismo refirió a Gamboa Patrón en su curul José Murat, quien se acercó para demandarle que solicitara a Zermeño el retiro inmediato de decenas de elementos del Estado Mayor Presidencial que se habían infiltrado al salón, en la zona conocida como tras banderas, que habían hecho cuartel en la sala de conferencias de prensa.

"Emilio ­le dijo Murat­, tienes que pedirle a Zermeño que ordene el retiro de los militares". Gamboa, simplemente, se hizo el desentendido. Y es que desde antes de que empezara la sesión ordinaria ya se encontraban en el salón al menos dos docenas de militares vestidos de civil, con aparatos de intercomunicación al oído. En un intento por engañar a los diputados, el presidente de la Cámara dijo desde su lugar que sólo se trataba de personal de resguardo.

Efectivamente, Zermeño no respetó los artículos 211 y 212 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso, donde se manifiesta que "los presidentes de las cámaras podrán ordenar, siempre que lo consideren conveniente, que se sitúe guardia militar en los edificios de las mismas, la que estará sujeta exclusivamente a las órdenes del presidente respectivo", y que "sólo con permiso del presidente, en virtud de acuerdo de la Cámara, podrán entrar al salón de sesiones personas que no sean diputados o senadores; por ningún motivo se permitirá la entrada a los pasillos a personas que no tengan la anterior representación".

Retiro del EMP, exigía el PRD

A partir del primer enfrentamiento, el coordinador de los perredistas, Javier González Garza, exigió a gritos desde su curul al presidente de la mesa que pusiera orden entre los panistas. Desgañitándose, porque el panista no autorizó que le abrieran el micrófono, el perredista manifestó: "¡que se retire el Estado Mayor, con una chingada! ¡Mientes, Jorge Zermeño, vamos a ver qué pretendes!"

Los ánimos subían de tono. Los panistas Pedro Pulido, de Veracruz, y el tamaulipeco Gustavo Cárdenas, ex candidato a gobernador, enfrentaron a Humberto Zazueta en las escalinatas de la tribuna. "¿Muy machito, cabrón?", soltó Pulido al perredista. "Felipe no va a tomar protesta", reviró Zazueta y Cárdenas lo retó: "¡Aviéntate, a ver de a cómo nos toca!"

En la segunda trifulca, el presidente de la comisión de Turismo, Octavio Martínez, encaramado en la zona de la secretaría general, le dio un puntapié en la cara a Nicolás Morales, y en la tercera confrontación se trenzó, junto con Darío Lemaroy, a golpes y patadas con el panista Luis Javier Maawad.

La intensidad y el encono llegó a uno de sus clímax cuando el perredista Cuitláhuac Condado fue bajado a golpes, empellones y patadas desde la presidencia, y literalmente fue arrastrado escaleras abajo por los panistas. Para su desgracia se corrió la versión de que no era diputado, sólo por el hecho de que acudió a la sesión con chamarra amarillla y no de traje. En distintas radiodifusoras se le acusaba de ser un infiltrado.

Valentina Batres y la panista María Eugenia Campos sostuvieron un largo duelo personal por unos centímetros de la secretaría general, cuando disputaban sentarse en una curul. Panistas y perredistas habían pactado una zona de libre paso, pero los del blanquiazul aprovecharon para instalar sus curules a modo de barricadas.

Poco después de las diez y media de la noche, en una de esas barricadas la diputada panista Angeles Jiménez se quejó de que perredistas la empujaron, y comenzó otra trifulca. Otra vez Francisco Domínguez enfrentó a los diputados del PRD, y lanzó una patada que, con tan mala suerte, lo hizo trastabillar y caer sobre sus compañeros. Tan calientes estaban las cosas que desde el muro de honor que recuerda a Sor Juana Inés de la Cruz, el perredista Evodio Velázquez le gritó: "¡bájale de güevos!"

El escenario que se observó en San Lázaro no avizora posibilidad de una transmisión de poderes en San Lázaro. Ayer el PRD se instaló con bolsas para dormir en espera del primer día de diciembre. En tanto, los coordinadores de ese partido y del PAN no llegaron a ningún acuerdo. Y la toma de protesta de Calderón está en vilo.

"Si el pelele quiere venir, será necesario un sitio a la Cámara o un golpe de Estado al Congreso", alertó el perredista Emilio Ulloa.

 
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