Usted está aquí: jueves 23 de noviembre de 2006 Cultura La realidad sobrepasa a la ficción

Margo Glantz

La realidad sobrepasa a la ficción

El objeto de mi viaje a Roma fue participar en un coloquio que, grosso modo, abordó los temas de misticismo, cine y literatura, y la relación entre realidad y ficción. Quise subrayar algunas secuencias e imágenes de la película Japón, me evocaban otras obras y varias asociaciones, además, muchas azarosas coincidencias.

''Alejandro Ferretis se presentó por primera vez frente a las cámaras con gran éxito público en 2002 con el drama Japón, se lee en la revista All Movie Guide. Su muerte inesperada, poco tiempo después, sigue rodeada de misterio. Nacido en el Distrito Federal, sufrió de poliomelitis (...) Una actuación impresionante le hizo ganar el primer premio como actor en el Festival Internacional de Cine Independiente en Buenos Aires y una nominación en 2004 para los Arieles en México (el máximo premio allí otorgado). Su inasistencia a la ceremonia provocó sospechas y su cuerpo fue descubierto en su casa de San Miguel Allende casi de inmediato. Tenía 59 años."

''En los extraños hechos en el caso del Sr. Valdemar", traducido por Cortázar, el narrador del cuento de Poe explica: ''Estoy muy lejos de considerar sorprendente que este extraordinario caso haya provocado tantas discusiones. Hubiera sido un milagro que ocurriera lo contrario, especialmente en tales circunstancias. Aunque todos los participantes del mismo deseábamos mantener el asunto alejado del público ­al menos por el momento, o hasta que se nos ofrecieran nuevas oportunidades de investigación­ a pesar de nuestros esfuerzos no tardó en difundirse una versión tan espuria como exagerada que se convirtió en fuente de muchas desagradables tergiversaciones y, como es natural, de profunda incredulidad".

Párrafo contundente que parece resumir la historia de los personajes de la película que comento, pero al revés. Transcribo para subrayarlo y por su crudeza una noticia que leí en El País el 21 de octubre:

''Primero la estranguló. Luego le cortó la cabeza y destazó el cuerpo, la metió en una olla, la colocó en la nevera, la sazonó y se fue de borrachera. Después, Zahary Bowen, de 28 años, se gastó unos mil 500 dólares en buena comida, buena bebida, buenas drogas, buenas amigas y buenas strippers". Veterano de Afganistán y de Irak, el joven se suicidó dos semanas después de haber asesinado a Adrienne Hall, a quien conoció y de quien se enamoró el día en que el huracán Katrina destruyó Nueva Or-léans. Antes de morir se hizo 28 quemaduras con un cigarro, ''una por cada uno de mis años de fracasos amorosos, con mis padres, como marido, como soldado y como estudiante". Sin comentarios.

En Cita secreta, Kobo Abe, el novelista japonés, dice en el epígrafe de su novela: ''El amor por los débiles enmascara siempre una voluntad de asesinato".

Alejandro Ferretis fue encontrado muerto en San Miguel Allende. Su asesino o sus asesinos asesinaron también a su amante y los destazaron a ambos mezclando los fragmentos de los cuerpos hasta formar uno solo, utilizando instrumentos de carnicero. Los cuerpos ­o el cuerpo­ fueron encontrados varios días después en casa de la madre de Ferretis donde vivía con un amante. Aunque aún no lo ­o no los­ han encontrado, se sospecha que el asesino fue un hombre a quien Ferretis había adoptado y educado desde pequeño. Curiosas circunstancias: La madre se enteró del crimen cuando la policía irrumpió varios días después en la casa para averiguar el paradero del actor.

En Japón, el hombre destinado a morir sobrevive gracias a la anciana quien lo aloja en su troje. En la vida real, él muere y la mujer, Magdalena Flores, pudo hasta participar en la segunda película de Reygadas, aunque hayan circulado falsos rumores de que estuvo a punto de ser linchada por haber aceptado aparecer desnuda en la película. Se dice, además ­lo transcribo aquí porque han circulado ya muchas versiones del asesinato que se van haciendo cada vez más truculentas­ que probablemente Ferretis había seducido también al hijo biológico de su hijo putativo.

Diógenes el cínico culpaba a Edipo, no de haberse acostado con su madre, sino de haberse sacado los ojos al saberlo. Una minucia, según él. ¿Es el incesto ­Edipo y Yocasta de alguna manera­ un tabú tan extremo que al transgredirlo se provoquen catástrofes casi cósmicas como parecen sugerirlo la película o el asesinato del actor en la vida real? ¿Rencores acumulados? ¿Crimen pasional? No lo sé, lo único que me interesa aquí es subrayar los casi imposibles límites entre realidad y ficción.

 
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