Usted está aquí: martes 21 de noviembre de 2006 Sociedad y Justicia Aprender a Morir

Aprender a Morir

Hernán González G.

Naucalpan, basurero

Con una preocupación comparable a su candidez, José Carlos García Rivas, de Tlalnepantla, estado de México, reclama que "una columna supuestamente sobre tanatología ahora pretenda ocuparse de asuntos de urbanismo, conurbación y vialidades, pero además emplea un azotado tono apocalíptico, a lo mejor porque considera que con esas estridencias catastrofistas le imprime un carácter mortífero a problemas inherentes al progreso inevitable de toda gran urbe... Como dice el refrán, zapatero a tus zapatos, a menos que de plano quiera usted emular a esos ridículos funcionarios sabelotodo".

Primero, el autor de la carta publicada en la columna anterior, titulada "Mexiquenses licenciosos", es un vecino suyo del municipio de Atizapán, que a lo sustentado de sus argumentos añadió el acento de su irritación.

Segundo: aprender a vivir como seres humanos pensantes y sintientes, no como zombis a pie o motorizados, es condición sine qua non para intentar aprender a morir. Si nos acostumbramos, José Carlos, a ver la enajenación y la irracionalidad como "problemas inherentes al progreso inevitable", caemos en la trampa de un sistema que finca sus beneficios, no el desarrollo social equilibrado, en la explotación y embrutecimiento de los individuos.

"Si el gobernador Enrique Peña Nieto ­escribe Javier Fernández Flores, de Naucalpan­ contempla la posibilidad de contender por la grande en 2012, más le vale enmendar, ya, el camino y establecer políticas menos irresponsables con respecto al desarrollo urbano, la preservación de recursos naturales y el impacto ambiental en el estado de México.

"Naucalpan, uno de los municipios del país que más impuestos genera al fisco, es una vergüenza, esté 'administrado' por el PRI o por el PAN. El honorable ayuntamiento, por segunda ocasión a cargo del señor José Luis Durán Reveles, oscuro ex subsecretario de Gobernación, autoriza todo, en teoría mediante el pago de la licencia correspondiente, sea o no viable la obra.

"Proliferación de edificios comerciales sin cajones de estacionamiento en angostas calles de zonas habitacionales; falsos distribuidores viales a costa de un cerro-zona ecológica; otro gimnasio de lujo junto al estrecho acceso al bazar de Lomas Verdes, la avenida maldita, con cráteres lunares en su desgastado pavimento y explosiones de gas por falta de inspección adecuada; restoranes en las laterales del Periférico que incluyen gratis en su menú ruidos de vehículos y olor a Diesel; ambulantaje por todas partes; construcción de un centenar de casas en la calle de Piñón, con gracioso robo de 50 centímetros de asfalto en seis metros de curva y, la cereza en el pastel, numerosos parques-muladares sólidamente bardeados pero sin ninguna vigilancia, en los que el mantenimiento y la recolección puntual de basura son nulos", concluye Fernández Flores.

Como este falso aprendizaje de vida los naucalpenses y cuantos padezcan enajenaciones similares, podrán acelerar su muerte, pero difícilmente lograrán aprender a morir.

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