Usted está aquí: domingo 19 de noviembre de 2006 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil

Mi deseo en tu piel

Ampliar la imagen Una película de amor marcada por la renunciación y el sacrificio

Mi deseo en tu piel (En soap ­una telenovela), de la realizadora danesa Pernille Fischer Christensen, es una historia de amistad en la que confusamente se inmiscuye el deseo sexual. Una historia entre Ulrik/Verónica (David Denick), un joven que anhela cambiar de sexo, y Charlotte (Trine Dyrholm), una mujer inestable que anhela encontrar en las relaciones afectivas algo más que sexo.

Los dos personajes viven en el mismo edificio, y al intentar la segunda conquistar la amistad del primero, se topa enseguida con una barrera de recelo. No hay posibilidad de entendimiento si Charlotte insiste en tratar a Ulrik como hombre. Este último tiene programada una operación quirúrgica, quiere liberarse del atributo viril estorboso; vive entregado al cuidado de su mascota canina, Miss Daisy, y es, sicológica y anímicamente, tan femenina como su vecina y se empeña en demostrárselo.

Lo que inicia como una posible comedia, pronto adquiere tintes melodramáticos con un intento de suicidio de por medio, una golpiza propinada a Charlotte por uno de sus amantes y la paulatina solidaridad entre las dos amigas que vuelve sus existencias un reflejo fiel de la telenovela estadunidense que ambas ven todas las tardes.

La propuesta narrativa es tan sencilla y candorosa que la directora misma eligió titularla Una telenovela. Sin embargo, lo sobresaliente en la empresa no es tanto la trama de evolución previsible, y si se desea, un tanto convencional, sino las ambigüedades crecientes en una atracción erótica que derriba las certidumbres que cada personaje tiene de sí mismo. Los relatos de solidaridad afectiva entre una mujer y un homosexual abundan, y son casi lugar común en series televisivas estadunidenses, pero la situación aquí es diferente y se complica cuando el deseo de cambiar de sexo no implica necesariamente una orientación sexual definida. Jamás se muestra que Ulrik/Verónica sienta una atracción real por los hombres, lo que desconcierta por completo a su vecina, quien sintiéndose atraída por él, deberá admitir la incómoda posibilidad de dos mujeres deseándose mutuamente. El futuro transexual se deja así cortejar por una lesbiana que se ignora.

Esta comedia de equívocos es más sutil de lo que aparenta a primera vista, y el primer personaje desconcertado es Kristian (Frank Thiel), novio golpeador de Charlotte, quien prefiere no involucrarse demasiado en la amistad creciente de las dos amigas. Mi deseo en tu piel ensaya de entrada el registro humorístico: Charlotte dará secretos de belleza a Verónica, enseñándole a ser auténticamente mujer, en tanto el futuro transexual doblegará la falsa reciedumbre de una Charlotte endurecida por el maltrato pasional, haciendo de ella una mujer realmente sensible. Doble educación sentimental en afirmación
combinada y enriquecida de la feminidad. La directora, quien admite su afición por el cine de Douglas Sirk, elabora luego una intensa historia de amor marcada por la renunciación y el sacrificio. Un melodrama jocoso, una telenovela divertida que caprichosamente confunde y entremezcla los géneros sexuales y narrativos para mayor disfrute de un público que nunca sabrá en qué bando cada personaje cumplió mejor su cometido.

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