Usted está aquí: viernes 17 de noviembre de 2006 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

El PRD, Calderón y Donceles

El pragmatismo de la Nueva Izquierda

Silencio cómplice de líderes del sol azteca

Después de escuchar las declaraciones, que vienen y van, de los diferentes personajes del PRD, uno no sabe a ciencia cierta qué clase de organización es esa. Las contradicciones que expresan manifiestan que unos u otros sobran en ese partido.

Para el grupo colaboracionista, es decir, para Nueva Izquierda, la presencia de Felipe Calderón en el recinto de la Asamblea Legislativa para la toma de protesta de Marcelo Ebrard, no agrede ni sus principios ideológicos, ni su respeto a la dignidad del votante burlado en las elecciones pasadas, ni lastima la sensibilidad política de los defeños que en aplastante mayoría le dijeron no a la derecha como opción de gobierno.

Nueva Izquierda está dispuesta a recibir con los brazos abiertos a Felipe Calderón en la casa de los representantes de quienes habitan la ciudad, que en muchas ocasiones han demostrado su abierto rechazo al panismo, a sus representantes y al fraude que se impondrá en todo el país, a un gobierno espurio.

Todo ello tiene sin cuidado a la tribu que en la asamblea tiene como jefe a Víctor Hugo Círigo, y como vocera a una diputada por Xochimilco, quienes demuestran, con sus declaraciones, su abierta disposición a trabajar con la derecha, desde luego en busca de acomodarse con quienes asaltarán el poder. Esto en nombre de la costumbre que señala que el nuevo presidente del país asista a la toma de posesión del jefe de Gobierno, porque no hay ninguna ley ni protocolo que así lo estipule.

Desde luego, Nueva Izquierda estaría en contra de que el invitado a tal evento fuera López Obrador, porque una buena parte de esa tribu, no todos, eso hay que dejarlo claro, han decidido declarar la guerra a todo lo que huela a lopezobradorismo.

Tan es así, que sin importar que el jefe de Gobierno electo, Marcelo Ebrard, haya declarado en varias ocasiones que él no reconocerá a Felipe Calderón como presidente de México, Nueva Izquierda, o cuando menos Víctor Hugo Círigo, y su vocera, ansían llevar al recinto de Donceles a Calderón, para demostrar que ellos le harán la guerra al propio Ebrard.

Pero mientras ese grupo mantiene su ideal de colaboración con el proyecto de derecha, otra parte del PRD en el DF se mantiene firme en su postura de no dar reconocimiento alguno a Calderón, y habrán de ir con mucha gente, según advierten, a impedir que el panista pise suelo de la Asamblea.

Esta discrepancia es tan profunda que uno de los dos grupos, como ya lo hemos expresado aquí, debe salir del PRD, por congruencia o por vergüenza, pero parece imposible que esta diferencia abismal se dé en una organización a la que su militancia le ha marcado el camino.

Que Nueva Izquierda colabore con la derecha no es censurable, que se halle ubicada dentro del esquema de un partido de izquierda sí debe poner a pensar a la dirigencia, y desde luego a la militancia, que seguramente sin tener la información suficiente votó por esa opción, siguiendo la idea de que quienes acompañaban a Andrés Manuel López Obrador en su partido pensaban como él.

¿Hasta cuándo los diferentes líderes del PRD, en todos los ámbitos del partido, seguirán callados ante tanta incongruencia? Seguramente hasta que el electorado, dentro de tres años, para no ir más lejos, les dé la espalda y les arrebate el poder que les ha otorgado, y entonces vendrán las culpas, pero ¿habrá partido para entonces? Ya veremos.

Puntualidad azul

No es de extrañar, ahora Emilio Alvarez Icaza nos acusa de propagandistas. Miren nada más, el burro hablando de orejas. ¡Qué bárbaro!

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