Usted está aquí: miércoles 15 de noviembre de 2006 Política El ambiente de violencia en Oaxaca amenaza ya a un sector de la Iglesia

Radio Ciudadana difunde rumores sobre la aprehensión de algunos sacerdotes

El ambiente de violencia en Oaxaca amenaza ya a un sector de la Iglesia

Convierten en blanco de agresiones a párrocos ligados al movimiento popular

La resistencia confronta a las comunidades de base con la postura del alto clero

BLANCHE PETRICH

Oaxaca, Oax., 14 de noviembre. El capellán de la iglesia de la Compañía de Jesús, Jorge Villa, sale temprano el domingo a comprar el periódico y a fumar un cigarrillo. Alrededor del antiguo templo de cantera verde empieza el hormigueo habitual en un día de mercado. La gente va y viene entre los grises de la Policía Federal Preventiva (PFP) que se concentran en el primer cuadro de la ciudad desde hace 16 días.

En la primera misa del día, por primera vez en muchos meses, la iglesia se llenó de fieles. "¡Todo ha vuelto a la normalidad, gracias a Dios!", dice con un dejo de ironía. Baja la mirada y termina la frase: "...aparentemente". A pocos pasos de ahí, donde hasta hace dos semanas estaba el plantón popular, había una manta que decía: "Bartolomé Carrasco, te extrañamos".

Villa es de los sacerdotes de Oaxaca que no aceptan la normalidad vigilada que se impuso a partir del 29 de octubre, esta cotidianidad cercada por tanquetas y toletes. Forma parte del grupo de religiosos que, desde que inició el conflicto en Oaxaca, abrió las puertas de los templos para dar refugio al movimiento popular, pero que también entendió, según explica el presbítero de San Bartolo Coyotepec, José Rentería, que era necesario que el clero "fuera más allá de lo asistencial, de lo caritativo. Procuramos que saliera la voz de lo que está sucediendo a nivel internacional, difundir denuncias. No buscamos ser protagónicos, pero sí nos corresponde formar una especie de paraguas que dé cobertura al pueblo."

Rentería también ha jugado un papel clave en este periodo. Ha sido enlace del sector iglesia en la Iniciativa Civil por el Diálogo, y en vísperas de la incursión de la PFP, cuando grupos de choque atacaron la barricada que cercaba la casa de gobierno estatal en Santa María Coyotepec, su parroquia dio refugio a centenares de maestros que eran perseguidos por las autoridades municipales de Santa María. "Si por jugar el papel que nos corresponde nos agreden, ni modo. Es parte de nuestra misión", afirma el párroco.

En efecto, el clima de violencia y amenaza ha tocado ya al sector religioso. Desde Radio Ciudadana, una emisora que opera sin las licencias correspondientes y desde un sitio desconocido, se esparcen rumores de que existen órdenes de aprehensión contra algunos sacerdotes.

"Espero que sean sólo eso, rumores, porque no hay ninguna base legal para que nos detengan", puntualiza el presbítero de San Bartolo Coyotepec.

Pero ya hay un antecedente: Miguel Angel Morelos, párroco de Santa Elena de Xoxocotlán, recibió un citatorio judicial. Desde este poblado aledaño a la capital, Morelos coordina a un nutrido grupo de parroquianos que se organizó para apoyar con víveres y medicinas a las barricadas y plantones de maestros y activistas de la Asamblea Popular de los Pueblo de Oaxaca (APPO). "En un contexto de guerra sucia ­agrega Rentería­ se procede así. Señalan para luego dar el golpe. Espero que no sea eso lo que está sucediendo aquí".

Impensables, amenazas contra el arzobispo

Lo cierto es que Radio Ciudadana ha roto en los días recientes un tabú en Oaxaca y el propio arzobispo José Luis Chávez Botello ha dejado de ser intocable para ser mencionado en mensajes cargados de violencia por los "radioescuchas" que salen al aire constantemente en sus emisiones.

"Eso es nuevo, impensable hasta hace poco. Imagino que los sectores más recalcitrantes contra la APPO le están cobrando la factura por haber propiciado un acercamiento de la arquidiócesis con sus dirigentes".

El trabajo de estos sacerdotes ha caminado cuesta arriba en una diócesis que no siempre ha visto con buenos ojos el compromiso de sus párrocos con las luchas populares. El clero más identificado con las directrices de la teología de liberación, que en su momento marcó el ya fallecido arzobispo Bartolomé Carrasco, se dispersó y diluyó con la gestión de su sucesor, el conservador Héctor González. Pero las comunidades eclesiales de base y los párrocos progresistas no dejaron de hacer lo que Rentería llama "una labor específica".

Esto se hizo evidente cuando, a finales de agosto, 29 sacerdotes de la arquidiócesis de Oaxaca firmaron un desplegado público señalando la necesidad de la renuncia del gobernador Ulises Ruiz, la desaparición de poderes y la instalación de un gobierno interino. El presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, José Guadalupe Martín Rábago, desautorizó este pronunciamiento.

Pero el auge del movimiento popular que se inició hace cinco meses había vuelto a movilizar a esa fracción liberal de la iglesia. Y es que muchos de los templos aledaños al zócalo tuvieron que reaccionar y abrir sus puertas desde el primer día, cuando el 14 de junio la Policía Ministerial atacó con balas y gases lacrimógenos al plantón de maestros. Esa fue la embestida que provocó la creación de la APPO.

El plantón y las barricadas, que durante esos meses vivieron al límite entre el acoso de paramilitares y la presión del gobierno, fueron un reto más.

Al principio en los templos de La Merced, Siete Príncipes, La Compañía "y otros que no son tan visibles" ­puntualiza Rentería­ empezaron a organizarse en brigadas para repartir agua a los activistas, que de sumar cientos pronto pasaron a miles.

Con el paso de los días las necesidades se multiplicaron y los mecanismos de asistencia tuvieron que afinarse. La capellanía de los jesuitas se convirtió en un vital centro de abasto.

Durante semanas enteras el padre Villa tuvo que dejar a un lado sus la-bores de restaurador para entregarse en cuerpo y alma al abasto de las barricadas.

Ahora ha vuelto al taller con sus asistentes. En estos momentos están restaurando una hermosa escultura del siglo XVIII, de Santa Cecilia. Debe quedar lista para la fiesta de la santa patrona de los músicos, que ya se aproxima. Y junto a Santa Cecilia espera "una intervención mayor" un Cristo de estuco del siglo XVII, apolillado y maltratado por los siglos.

La directriz del Concilio Vaticano II

El padre José Rentería, de la parroquia de San Bartolo Coyotepec, calcula que de La Compañía salió cada día comida para 4 mil personas. Las provisiones llegaban de San Bartolo, Xoxo y otras iglesias que se vieron inundadas por ciudadanos y locatarios de los mercados que querían participar en el movimiento aportando víveres. Comida nunca faltó.

El movimiento empezó en junio. Ya para agosto en las parroquias de las seis diócesis de Oaxaca se había instalado el debate y el análisis de la coyuntura.

A finales del mes, en una carta, 39 presbíteros se pronunciaron por la renuncia de Ulises Ruiz, en un desplegado que fue "mal visto" y desautorizado por el presidente del Episcopado, José Guadalupe Martín Rábago.

A partir de ese desencuentro, presbíteros y sacerdotes cuidaron las formas, pero ampliaron su análisis y su abanico de acción. "Como Iglesia estamos viviendo un momento muy distinto al de los años de monseñor Carrasco. Nos hacen falta herramientas de lectura sociológica y teológica, porque esta coyuntura es muy complicada. Hoy todos en Oaxaca se reivindican y quieren caber en el término pueblo."

Desde esa perspectiva, los párrocos han trabajado todos estos meses "haciendo tejido social, construyendo confianza. Eso es lo que nos toca hacer". En octubre se produjo el primer encuentro de lo que después se llamó Iniciativa Ciudadana para el Diálogo, al que asistió el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz.

­¿Es un rol inspirado en el papel que jugó el tatik Samuel Ruiz en el conflicto chiapaneco?

­Sí, en parte, pero nuestra inspiración viene de la directriz marcada por el Concilio Vaticano Segundo.

­Esa directriz fue planteada en 1965. ¿No ha quedado en el olvido para muchos sectores de la Iglesia?

­El hecho es que está, es una referencia fundamental eclesiológica, teológica y disciplinar. Y una de las directrices es dialogar con el mundo, con la historia.

­En otros momentos hubo obispos como Samuel Ruiz, Arturo Lona y el propio Carrasco que caminaron contra la corriente mayoritaria en la jerarquía católica para sostener los principios del concilio. ¿Ahora en la Iglesia hay una nueva forma de convivir con la diversidad? ¿Hay más tolerancia?

­Hay más conciencia de la necesidad de tolerancia ante la diversidad.

A finales de octubre, cuando la PFP había consumado la ocupación de Oaxaca, con un saldo de tres muertos, presbíteros de cuatro diócesis de Oaxaca le escribieron al presidente Vicente Fox:

"Hay una incongruencia inadmisible entre la promesa de un operativo que supuestamente brindaría protección a la población y los hechos terribles que hemos presenciado. Por ello, en nombre de Dios, y en nombre de este sufrido pueblo agraviado históricamente por poderes autoritarios y corruptos, pedimos: cese la represión".

Y hace una semana volvieron a pronunciarse en otra carta a Martín Rábago, cuestionando el apoyo que el presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana había brindado a la PFP en su incursión a Oaxaca. La diferencia, concluye Rentería, es que la primera carta ­a Fox­ la firmaron presbíteros de cuatro diócesis. La segunda fueron ya las seis diócesis del estado.

 
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