Usted está aquí: martes 14 de noviembre de 2006 Opinión Pintura estadunidense en el Munal

Teresa del Conde

Pintura estadunidense en el Munal

Ha causado revuelo en los medios el precio tope pagado por una pintura: Número 5, de Jackson Pollock, superó el alcanzado por el cuadro del austriaco Gustav Klimt, que también marcó puntaje. De la selección de acervo de Los Angeles County Museum of Art se exhibe ahora un cuadro de quien fue más famoso de los action painters en el contexto de las obras más tardías allí mostradas, es de pequeñas dimensiones (55x55) y data de 1950, desde luego no produce el mismo efecto que sus obras de formato amplio, que no parecían tener límite, pero lo interesante es que en ese mismo espacio en la zona de exposiciones temporales se muestra también un cuadro importante de su maestro, Thomas Hart Benton, El hombre de Kentucky (1954), que corresponde a la filmación de una película del mismo título, protagonizada por Burt Lancaster personificando al personaje Big Eli Wakesfield. El pintor condensó la película en un óleo de dimensiones generosas, que da cuenta de su maestría y de una visión ''retro" que lo convirtió en el paladín de los regionalistas, o pintores de ''escena".

La colección exhibida ofrece un recorrido sucinto por la pintura estadunidense desde mediados del siglo XVIII hasta la mitad del XX, buena ocasión para adentrarse en un tema no tan frecuentado aquí, porque salvo a pintores como Geoerge Bellows, el más famoso de los maestros de la Ash Can School, o Reginald Marsh, representado con El tren elevado de la tercera avenida (1931), que en algo recuerda a Daumier, o bien como el ilustrador Norman Rockwell, quien realizó las portadas el Saturday Evening Post, no mucho es lo que conocemos del género urbano tan socorrido y con tan notables representantes en ese contexto. Eso sin hablar de firmas tan famosas como Georgia O'Keeffe o el abstracto, de vanguardia para su tiempo Stanton Macdonald-Wright.

Una buena mayoría del público se muestra sorprendida, y con razón, al conocer la retratística estadunidense de la segunda mitad del siglo XVIII, heredera no sólo del retrato inglés, sino superior a algunos de sus representantes, quienes a su vez abrevaron en Van Dyck. Tal vez el más conocido de todos sea Copley (1738-1815), que desarrolló su trayectoria principalmente en Inglaterra, aunque trató temas locales, como lo evidencia su retrato del conde de Egliton, vestido con los emblemáticos tartanes escoceses de su regimiento, parado en campo de batalla, como si fuera una estatua.

En cambio, Rembrandt Peale (1778-1860) abrevó a conciencia en Ingres y los dos retratos de personajes de la burguesía de su época, así lo revelan, inclusive en sus respectivas poses y volúmenes.

Otro rubro importante está constituido por los paisajes, sobre todo por los de Thomas Cole, que fundó la tradición de los Hudson River Painters, si bien una de las pinturas que de él se exhiben: Il penseroso, está inspirado en italia y contiene una escena destinada, creo, a fijar las proporciones de los elementos de la naturaleza y de la citadella que se percibe en lo alto de una colina. Una muchacha, supuestamente campesina, se postra ante el pequeño altar adosado a una construcción ruinosa, tipo Hubert Robert, el maestro francés de las ruinas románticas. Lo interesante de este cuadro es que la Madonna que recibe el homenaje de su devota, es una minúscula glosa de la Asunción de Tiziano, de modo que éste y otros pintores se encontraban imbuidos de la pintura europea y no fue sino hasta que se propusieron explorar la inmensidad paisajística del Hudson River, que crearon escuela, y muy buena escuela.

Entre ellos, el mejor y más conocido es Church (1826-1900), quien por cierto viajó a Sudamérica y allí realizó un paisaje de los Andes que causó sensación. Church también estuvo en nuestro país y debe haber realizado al menos bocetos al óleo, pero no me ha sido dado toparme con alguno.

Hubo muy buena pintura derivativa del impresionismo en Estados Unidos, que siempre ocupa buen lugar en los museos enciclopédicos del país vecino, señaladamente en el Metropolitan de New York y en el Museo de Boston. Hay buenas muestras aquilatables en el conjunto que comento, las principales son de Childe Hassam, que vivió en París hasta 1886. Fue, como Camile Pissarro, pintor de escenas urbanas, de las que se muestra una pintura, que a más de competente, es de carácter histórico, pues alude a los aliados en la Primera Guerra Mundial.

Otro cuadro suyo también exhibido tiene como escenario la costa de Carmel, en California, que era ya desde entonces ciudad de artistas, ahora lo es menos, con todo y el gran número de galerías con que cuenta. A las pinturas de la llamada Escena Americana me referiré en una próxima nota que, como ésta, tiene por objetivo principal promover la visita a una exposición que vale la pena observar a conciencia.

 
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