Usted está aquí: martes 14 de noviembre de 2006 Opinión APPO

José Blanco

APPO

Conforme pasan los días, comentaristas de diversos diarios, "generalmente bien informados", como suelen decir los informadores de los diarios respecto de sus fuentes, publican datos que parecen mostrar la reunión en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oacaxa (APPO) de un conjunto de presuntos vivaces vividores del erario que se ensartan en las finanzas gubernamentales en una típica relación clientelar.

El clientelismo político es un sistema extralegal de intercambio de favores, en el que los titulares de cargos públicos administran la concesión de "prestaciones" o la dádiva de dineros, aprovechando su función pública, a cambio de apoyo electoral o de mantener quietas las aguas.

El clientelismo se configura mediante la organización de grupos que se vuelven intermediarios entre comunidades o masas de ciudadanos desorganizados, que tienen necesidades vitales o que son víctimas de los oprobios de la desigualdad, y los poderes públicos.

En este sistema se usa y abusa del poder administrativo del Estado para beneficio del funcionario en turno. Por sí sólo ello habla de una legitimidad precaria del gobernante y una injusticia social estructural que no es atendida por el gobierno. Son los olvidados de la tierra, los marginales, las masas que conforman el precarismo infame en el que viven millones de seres humanos. De ello está plagado el país de costa a costa, pasando por el Distrito Federal.

Se atribuye a Carlos Hank el cínico saber mexicano de que "problema político que se resuelve con dinero es barato".

Los grupos clientelares bien organizados y entrenados para alzar movimientos, encabezarlos y medrar a costa de ellos tienen el suficiente poder para arrancar al gobernante, con una gran cola que le pisen, reivindicaciones al menos mínimas para sus temporalmente representados.

Repito aquí información recabada por el periodista Jorge Fernández Menéndez. "Flavio Sosa, dirigente de la Nueva Izquierda Oaxaqueña; la COCEI que escribió en el pasado muchas páginas de luchas políticas en el istmo; la llamada Organización Democrática Insurgente, dirigida por el ex diputado perredista Manuel Pérez Morales; la RED, una organización dirigida por el profesor Humberto Alcalá Betanzos, ex dirigente de la sección 22 y ex secretario general del PRD local, son parte de los grupos que fueron financiados, partiendo de posiciones supuestamente opositoras, con recursos de Coplade y el ramo 33 y se aliaron con el gobierno de Murat y algunos con Ulises Ruiz. Pero hay muchos más.

"Entre los grupos que hoy son parte directa o indirecta de la APPO y que han sido financiados, también, con los recursos públicos federales se encuentran, en forma muy destacada, las llamadas Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO), que está encabezada por Alejandro Cruz López y Crisolo Calleja Hernández. Tienen presencia y trabajo político en la Costa, en la Mixteca y en la Sierra Sur, donde han surgido la mayoría de los grupos armados en Oaxaca. Esta organización fomenta la autodefensa armada de los pueblos indígenas y colabora, públicamente, con el EZLN. Ha recibido recursos públicos de todo tipo del gobierno del estado, lo que le ha permitido ampliar significativamente su cobertura y financiar sus actividades y la de sus dirigentes."

Estos grupos, por supuesto, sólo pueden surgir en sociedades abatidas por la injusticia social, "gobernadas" por partidos políticos que nunca jamás tuvieron el objetivo de contribuir a sacar de la miseria profunda a comunidades de parias mantenidas así por siglos. Pero los grupos que intermedian entre esas comunidades y el poder público tampoco tienen el más mínimo interés en la miseria por la que dicen luchar. Arrancan dineros al desgobierno corrupto y medran a costa de la pobreza profunda.

La reivindicación de derechos negados a millones de mexicanos sujetos a una brutal indigencia, no debiera llevar a nadie a confundir al extenso precarismo oaxaqueño, con quienes en la coyuntura aparecen como sus representantes, sin negar que al calor del moviendo oaxaqueño pudieron haber surgido dirigentes genuinos. Demasiados intereses distintos parecen estar mezclados en el movimiento, de carácter clientelar, y de propósitos políticos locales y de nivel nacional.

Con muchas ganas de ver, parece que empieza a perfilarse algún arreglo, que tal vez pueda dejar atrás ­esto es más dudoso­ la pérfida necedad de Ulises Ruiz, pero ello dejará a la comunidades en el estado en que estaban antes de sufrir este movimiento que ha afectado, más que a nadie, el nivel de vida de las propias comunidades. Simplemente porque los actuales dirigentes, si los datos incluidos antes son correctos, como siempre, harán mutis en el momento en que juzguen oportuno. Basta con que alguno o algunos de ellos arme un buen aquelarre, y reviente la dirección colectiva que acaba de configurarse.

Algún día nos enteraremos cómo fue posible que, esta vez, grupos clientelares de tan larga data entraran en conflicto con un gobernador priísta que en materia clientelar, como todos sus cofrades, es experto.

 
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