Usted está aquí: lunes 13 de noviembre de 2006 Estados Paseos en calandrias, tradición en Guadalajara que se resiste a morir

Cada vez más turistas eligen recorridos en 2 líneas de camiones, se quejan operadores

Paseos en calandrias, tradición en Guadalajara que se resiste a morir

"Hay semanas en que no hacemos ni un viaje; sólo vemos cómo se va el día", aseguran uno de los promotores de esta capital

JUAN CARLOS GARCIA

Guadalajara, Jal., 12 de noviembre. La globalización acicatea a los caballos con el peor látigo: el del hambre. Cada uno debe generar, a fuerza de jalar los carruajes turísticos conocidos aquí como calandrias, al menos 400 pesos semanales para su dieta mínima de maíz y alfalfa. Pero a sus cascos el gobierno estatal les impuso el hándicap del motor de combustión interna, al permitir la entrada de dos lí-neas de camiones que ofrecen paseos por la ciudad: el Tapatío tour y el tranvía turístico.

Los corceles poco pueden hacer contra la modernidad. El Tapatío tour es un autobús de dos niveles con edecanes y traductores; el tranvía turístico emula a su antecesor, que circulaba sobre rieles.

"No permitiremos que esta tradición muera, las calandrias tienen en su gobierno municipal un velador", gritó a principios de año el entonces presidente municipal capitalino Emilio González Márquez a decenas de cocheros que se manifestaron por la caída de sus ingresos debido a la competencia estimulada por el propio gobierno.

"El apoyo es esta camisita", dijo Rafael Martínez, a quien, como a la mayoría de los 50 calandrieros de Guadalajara, el ayuntamiento de Guadalajara le regaló la prenda con logotipo naranja y botones de percal.

La queja es uniforme. A pesar de la distribución de las calandrias por los cuatro puntos cardinales del centro histórico, cada vez menos turistas prefieren este medio de transporte.

"Hay semanas en que no hago ni un viaje. Ahora en este diciembre espero que mejore, porque pagar caballeriza, alimento del animal y sacar para llevar algo para la casa no es fácil", afirmó Rafael Martínez, quien tiene más de 25 años en un negocio el cual hoy está a punto de naufragar.

La crisis se acentuó a partir de noviembre de 2005, cuando se autorizó la operación del Tapatío tour, y con éste la competencia que ya existía de un par de años atrás con el tranvía turístico.

A precios económicos por su capacidad, ambos transportes motorizados generan en un día ganancias que las calandrias obtienen en un mes.

El tranvía realiza un trayecto de una hora con 15 minutos y recorre más de 30 puntos de interés en la ciudad, entre ellos la Catedral Metropolitana, Plaza de la Liberación, el Palacio Legislativo, el mercado de San Juan de Dios, la Plaza de los Mariachis, el Museo Regional, las colonias Americana y Moderna, el Centro Magno, la glorieta Minerva, el templo del Expiatorio, Plaza Universidad y el Instituto de Meteorología de la Universidad de Guadalajara, entre otros.

En la unidad caben 32 personas sentadas y durante el recorrido se pueden escuchar grabaciones de explicación en inglés o español. El conductor comenta sobre los sitios que se visitan, todo por 80 pesos con descuentos para adultos mayores y estudiantes; el servicio es gratis para menores de diez años.

En cambio, en las calandrias el precio es de entre 120 y 200 pesos ­sujeto a negociación­; cubren paseos mucho más cortos, sin la posibilidad de bajar de compras como en el Tapatío tour, ni ver la ciudad desde la altura de un segundo piso.

"No tardo en irme al norte a trabajar. Aquí nomás se la pasa uno viendo cómo se va el día", se lamentó Martínez.

 
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