Usted está aquí: sábado 11 de noviembre de 2006 Política Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez
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El pueblo kurdo

Estambul, Turquía. Aysel es kurda. Nació en Malatya, en el sureste, un pueblo en el que comparten la vida kurdos y turcos. Más al este, hacia la frontera con Irak, se encuentran pueblos enteros habitados totalmente por kurdos. Es una mujer fuerte, trabajadora y, sobre todo, con esperanza a pesar de sus muertos, sus familiares presos o dispersos y, lo más grave y sobrecogedor, a pesar de la política de exterminio contra su pueblo.

Los de abajo en Turquía son, sin duda, los kurdos (además de los campesinos y obreros turcos). Los kurdos son los de abajo de abajo. Aysel ve transcurrir su vida y sus ideas en la cocina subterránea de un restaurante ubicado en Taksim, el centro de las actividades comerciales de esta ciudad dividida entre dos continentes.

"Soy kurda y vivo en esta ciudad turca. ¿Por qué estoy aquí? Encarcelaron a mi esposo, un revolucionario de izquierda, y yo tuve que salir huyendo con mi hijo pequeño. Llegué a Estambul sola, a buscar trabajo y un lugar donde vivir."

El trabajo lo consiguió en el sótano de un restaurante, como cocinera. Ahí trabaja 11 horas diarias. A las 10 de la noche toma un autobús que recorre toda la ciudad para llevarla a la periferia, donde viven los migrantes, la mayoría kurdos, como ella.

Alibeykoy se llama su barrio, uno de tantos ubicados al este de Estambul, donde florecen los gecekondu, que quiere decir "casas construidas de la noche a la mañana". Se trata de asentamientos irregulares en los que se levantan las casas sin permisos de construcción. Poco después llega un representante de algún partido político y les ofrece la regularización a cambio de un voto. Como en cualquier otro lugar del mundo.

Aysel sonríe sentada en una de las pequeñas sillas del Té Clandestino, llamado así porque en la década de los 80 no se permitía el consumo del té proveniente de Medio Oriente. Hoy ya no es clandestino, pero el nombre se conserva.

Después de la ofensiva militar de los 80 contra todo el movimiento radical revolucionario, comunidades kurdas enteras fueron arrasadas. El movimiento independentista se radicalizó y el pueblo, en sus casas, resintió en carne propia el exterminio.

Actualmente hay un alto al fuego y, dice Aysel, "se abre un espacio, o se puede abrir, para construir otra cosa. Yo soy kurda y defiendo mi identidad. Tengo esperanza de que algún día mi pueblo sea reconocido. Por un lado hay un Estado represor y por el otro una organización armada en la que no me siento representada. Es una organización que no toca nuestra vida cotidiana. Hay que buscar, en medio de todo esto, otra alternativa. El propio movimiento radical tendrá que cambiar, transformarse, o tendrá que nacer algo nuevo, diferente".

Hay organizaciones y personas kurdas y turcas que están por otra opción: el reconocimiento de la autonomía kurda dentro del Estado turco. Se habla de un Estado pluricultural y de la necesidad de reconocerlo; pero otra parte del pueblo kurdo, con toda su complejidad y matices, lucha por su territorio, su historia y su identidad.

 
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