Usted está aquí: sábado 11 de noviembre de 2006 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil
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Camino a Guantánamo

LA 48 MUESTRA Internacional de Cine tiene hoy su verdadero arranque con una cinta indispensable, Camino a Guantánamo (The road to Guantanamo), docuficción sobre las atrocidades que, con impunidad absoluta, se perpetran en la base militar estadunidense.

LA CINTA, DIRIGIDA por Michael Winterbottom (Nueve orgasmos, In this world), en colaboración con su asistente Mat Whitecross (Código 46), es una aproximación inteligente al caso de los llamados "tres de Tipton", tercia de jóvenes británicos de origen pakistaní que en septiembre de 2001 emprenden un viaje a Karachi para asistir a una boda y son confundidos con terroristas de Al Qaeda.

UNA DESVIACION IMPRUDENTE de la ruta original, el horror de asistir al bombardeo de Kabul por la fuerza militar de la Alianza del Norte, su llegada hasta un refugio de talibanes en Afganistán y el arresto masivo seguido de la deportación violenta a la base militar en Cuba son episodios de una cinta de acción que los directores conducen con precisión y pericia, alternando la dramatización con los testimonios directos de los protagonistas, entrevistados cuatro años después, luego de haber sido liberados con disculpas castrenses.

ASIF IQBAL, RHUHEL AHMED y Shafiq Rasul relatan frente a la cámara las torturas infligidas por soldados estadunidenses y británicos para hacerles firmar confesiones prefabricadas. El espectador contrasta continuamente la actitud serena de los sobrevivientes, su denuncia precisa e implacable, los rostros a la vez duros y risueños con el variadísimo registro histriónico de los actores casi adolescentes que los interpretan en la dramatización propuesta.

LA TORTURA A que se les somete es física y sicológica, e incluye incomunicación verbal, encierro en jaulas, prohibición de rezar, el horror de tener que escuchar durante horas música estridente en una celda, la humillación moral, el insulto y la blasfemia, la desnudez forzada y el esfuerzo sistemático de cancelarles su condición de seres humanos.

A ESTAS PRACTICAS de tortura, legalizadas hoy en Estados Unidos, los personajes oponen notables estrategias de resistencia moral: el humor irreverente y la devoción religiosa, la ironía y un ingenio verbal que, sin desarticular los efectos de la violencia infligida, reduce a los mandos militares al papel patético de meros instrumentos en una lógica de exterminio que los incluye y rebasa.

CAMINO A GUANTANAMO exhibe la fragilidad de los argumentos que pretenden justificar la razón de Estado. Sin incurrir en una fácil división de mártires y villanos, los realizadores muestran gestos de generosidad y desconcierto en soldados anglosajones tan jóvenes como los prisioneros musulmanes, y complejidad y control emocional en quienes padecen la humillación metódica; también documentan su denuncia señalando la complicidad de los mandos británicos y estadunidenses, y de modo especial la impunidad de la que hoy gozan esta barbarie y sus incontables defensores.

 
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