Usted está aquí: sábado 11 de noviembre de 2006 Espectáculos Una vuelta a La manzana

Leonardo García Tsao
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Una vuelta a La manzana

Una vez más cabe recordar que, según la teoría del autor, un cineasta considerado como tal tiende a hacer la misma película una y otra vez. La práctica no es tan repetitiva como pareciera, según puede comprobarse con Las vueltas del Citrillo, estrenada con un año de retraso, pues el más reciente largometraje de Felipe Cazals marca un regreso a la sencillez narrativa de La manzana de la discordia (1968), su opera prima, y abunda en un tema que ha sido constante en su filmografía: el envilecimiento de la conducta masculina a causa de un entorno social determinante. Una vez más la anécdota es mínima; la riqueza resulta de los detalles que se van dando a lo largo de la interacción de los personajes.

En este caso, Cazals sitúa su acción en el México de 1903, o sea, una década antes de la Revolución. El sargento Collazo (Damián Alcázar), el soldado José Isabel (José María Yazpik) y el cabo Aboytes (Jorge Zárate) se dedican a cometer tropelías bajo el influjo del pulque. Melba (Vanessa Bauche), la compañera del primero, tendrá un desliz con José Isabel en la trastienda de una dulcería.

Collazo se hace de la vista gorda. Será después de la celebración del bautizo del hijo de ella, borrachera y comilona de por medio, que el sargento tomará represalias.

Una de las escenas más memorables de Canoa (1975) era aquella en la cual, durante el linchamiento climático, un par de rancheros charlaban sobre cosas tan banales como los chivitos de uno. No se trataba de una puntada cruel, sino de una muestra del sentido de observación del cineasta, capaz de captar ese signo humorístico que suele acompañar al horror de la tragedia nacional.

Ese es el tono en el que transcurre Las vueltas del Citrillo. Si bien las actividades de los personajes son sórdidas y bastante tristes, la película es inevitablemente graciosa en su descripción de una picaresca ancestral.

Para apoyar la verosimilitud de la misma, el guión del propio Cazals ha hecho una labor arqueológica y rescatado un desparecido modo de hablar del mexicano. Por medio del argot y dichos de antaño, los diálogos de la película remiten a otra constante en el cine del realizador: el personaje que vive en la evocación verbal y cuyo peso en la historia se irá dando, como testigo, al margen del tiempo y el espacio. (Una advertencia: los espectadores limitados en su vocabulario ­quienes hablen conjugando sólo variantes del término güey, por ejemplo­ van a necesitar subtítulos.)

El pesimismo habitual de Cazals encuentra ahora una variante. Por primera vez en su obra asoma un sentido espiritual que imbuye a las secuencias finales una sensación mágica. Esos momentos en que Melba le canta a su bebé, mientras Collazo ve fantasmas y José Isabel descubre que el más allá es un poco más de lo mismo, descargan una fuerza conmovedora que uno no asocia con una filmografía marcada por desenlaces tan brutales como parcos.

Formalmente, Las vueltas del Citrillo continúa el proceso de depuración que ha seguido el realizador. A contracorriente del barroquismo de moda, la puesta en escena de Cazals es un modelo de economía y solvencia narrativas que no necesita ejercer un virtuosismo grandilocuente para demostrar la sabiduría cinematográfica adquirida con los años.

A eso se suma una precisa dirección de actores. Al registro al parecer ilimitado de Alcázar, se ha sumado ahora un personaje que resulta emotivo aún en sus actos más reprobables; la transformación de Yazpik ­en su actuación más arriesgada hasta ahora­ es tan sorprendente que uno tarda en reconocerlo; Bauche le pone límites al machismo de su pareja en un discurso memorable; Carlos Cobos encarna al cura más divertido en la línea anticlerical del director, y Giovanna Zacarías parece salida de un grabado de Posada.

Es previsible que muchos espectadores se sentirán atraídos para ver otro estreno, Babel, dirigido por otro cineasta mexicano. Pero ésta permanecerá en cartelera, amparada por la publicidad, cientos de copias y una distribuidora trasnacional. En cambio, uno sospecha que la oportunidad de apreciar Las vueltas del Citrillo será demasiado breve.

Las vueltas del Citrillo

D y G: Felipe Cazals/ F. en C: Angel Goded/ M: Omar Guzmán/ Ed: Oscar Figueroa/ I: Damián Alcázar, José María Yazpik, Vanessa Bauche, Jorge Zárate, Mario Zaragoza, Giovanna Zacarías/ P: Imcine, Cuatro Soles Films. México, 2005.

 
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