Usted está aquí: jueves 9 de noviembre de 2006 Opinión Casanova o la fugacidad

Olga Harmony

Casanova o la fugacidad

En estos momentos en que para mucha gente en la izquierda el arte debe quedar en manos de los aficionados, pero sin preparación previa, ''porque el pueblo mexicano es de artistas natos", es muy importante resaltar a los grupos de jóvenes que estudian arduamente y se entregan con entusiasmo a las escenificaciones previas a su profesionalización total, como éste del Centro Universitario de Teatro al que he de referirme y que contradicen a los defensores del amateurismo. Ignoro si la planta de profesores es buena o mala, no estoy totalmente de acuerdo con que sus prácticas se deban a los planteamientos de Darío Fo, pero es un acierto de Antonio Crestani, su director, llamar a egresados del CUT, ya con mucha trayectoria, a escribir textos especiales, a dirigir los montajes y rodear a los jóvenes prospectos de toda la magia teatral, con expertos en cada una de sus ramas.

Esta vez fue convocado David Olguín a escribir y dirigir. Olguín acaba de presentar, con actores profesionales, a un Casanova viejo y decadente, en las vísperas de su muerte, en Casanova o la humillación, de la que me ocupé en su momento, y ahora escribe un divertimento con las aventuras del joven Casanova en Casanova o la fugacidad. A pesar del enorme contraste de tono entre ambas obras, persiste la unidad temática entre lo perdurable en los escritos y lo fugaz de cualquier lance, amoroso o no. Ya no es el viejo Casanova empeñado en agotar sus últimos momentos en la escritura de sus memorias, en un afán de inmortalizarse, sino el joven aventurero que opone la vida y el amor de las mujeres ante un Voltaire aferrado a las ideas y a los libros, en un duelo de palabras y de acciones que, también, dan los dos lados del quehacer vital. Este Casanova ardiente y vigoroso ya no escribe memorias, sino que narra y revive sus aventuras en un juego dramatúrgico en el que el Casanova primero hace aparecer a un Casanova 2 que realiza la mayoría de las acciones, pero que, en otra vuelta de tuerca y como si se tratara de una representación teatral, cuenta con el Casanova 3 algunas de sus peripecias, mientras Casanova 1 contempla regocijado lo que narra el Casanova 2 y actúa el Casanova 3.

El autor hace desfilar a un gran número de personajes que encarnan estos jóvenes actores, doblando papeles a excepción de Voltaire y Casanova 1 y pide una diversidad de lugares, cada uno ubicación de un nuevo relato. Un ujier va dando las acotaciones, en donde la galanura del lenguaje que es propia de David se hace muy presente, amén de chispeantes frases que entrecruzan el protagonista y su antagonista Voltaire, quien exclama algunas de las más agudas frases (''Es muy tarde para cacerías con el guardabosques presente'' ante los apremios amorosos del joven hacia su sobrina, o la queja ''El jardín de Cándido se parece al hostal de Europa", porque la importuna visita lo molesta grandemente). Teatro dentro del teatro, narración dentro de la narración, son las señas del regocijante texto.

En una escenografía de Gabriel Pascal, también iluminador, que en la primera parte deja libre el escenario, con una puerta cubierta y una ventana, también cubierta, abiertas en las paredes de grandes arcos, y sin mayor mobiliario que dos butacas y un sillón en que se encuentra Voltaire, y en la segunda parte una larga mesa con tres sitios, dos cabeceras en que se instalarán los antagonistas, pero también un lugar donde se desarrollarán las escenas de Casanova 3, el autor dirige su obra. A veces, dos grandes lienzos tirados por algún actor son las embarcaciones venecianas desde las cuales el joven y una bella máscara entrecruzan amorosas miradas. En ocasiones la ventana da lugar a las confidencias de las monjas y, al principio, la puerta descubierta muestra a Voltaire y su corte de aduladores. Por momentos es en las alturas de los techos en donde se desarrolla la acción.

Hay que mencionar el estupendo vestuario debido a Gloria Carrasco, que exagera pelucas y aditamentos y estiliza los trajes de época, sobre todo de las mujeres y el acierto de la musicalización de Raúl Zambrano. Pero sobre todo cabe destacar la inteligente recepción de los actores a los que sólo enumero porque están a un paso de la profesionalización: Sandra Cobián Bichir, Acoyani Guzmán, Aura Hidalgo, Violeta Sarmiento, Abel Ignacio Hernández, Daniela Sánchez Reza, Víctor Navarro Jup, Isabel Guzmán, Salomón Santiago, Mónica Alvarez, Marco Antonio Pacheco, Abraham Vallejo Arzate, Luis Mora Acosta y Javier Sixtos Esteban.

 
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