Usted está aquí: jueves 9 de noviembre de 2006 Opinión Navegaciones

Navegaciones

Pedro Miguel
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Historia del cuello y la soga

Saddam ante el cadalso

Ejecución para plebeyos

Ampliar la imagen El ahorcado Foto: Jesús Barony en http://www.pen-paper.net/artgallery/JesusBarony

Entre los países que practican la pena de muerte, la horca y el fusilamiento siguen siendo los métodos favoritos. La primera está consignada en los códigos de 78 países, y el paredón, en los de 86. En las naciones en las que ambos métodos mantienen vigencia, el fusilamiento suele reservarse para reos de delitos cometidos en tiempos de guerra o para el cumplimiento de sentencias dictadas por tribunales militares. Tradicionalmente, la horca tiene una connotación deshonrosa en diversos tiempos y lugares. Apunta Juan José Batalla Rosado que en la Edad Media y comienzos de la edad moderna "la horca era usada exclusivamente para la ejecución de plebeyos, mientras que los nobles eran degollados o decapitados. El ahorcamiento se considera una infamia para el noble. Todavía a mediados del siglo XVIII, cuando una persona de la nobleza era condenada a muerte por un delito que merecía la horca, la pena se permutaba por el garrote".

De acuerdo con algunos medios de prensa, el antiguo hombre fuerte de Bagdad tiene muy presente el carácter infamante de la horca y por eso habría dicho al juez que lleva su caso: "Te pido como iraquí que, en caso de dictar una sentencia de muerte contra Saddam Hussein, te des cuenta de que Saddam es un militar y que la ejecución debe llevarse a cabo mediante un pelotón de fusilamiento y no en la horca como cualquier criminal".

Volvamos a Batalla Rosado: "Legalmente, el ahorcamiento debía llevarse a cabo sobre dos maderos hincados en tierra y uno transversal [...] No obstante, era normal llevar a cabo la ejecución en un árbol. Un suplicio añadido consistía en que los ajusticiados podían ser colgados por los pies, brazos, axilas u órganos genitales. [...] Cuando el reo era colgado de los pies, se le ponían brasas debajo, o animales como perros, lobos o cerdos para que les comiesen la cabeza y el tronco con el fin de hacer más infamante la pena y añadir tormentos al ajusticiado. A la horca podía acompañar el descuartizamiento, pudiendo ser el penado bajado de la cuerda aún con vida para proceder al mismo".

http://www.bioetica.bioetica.org/muerte8.htm

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/0556653 /articulos/REAA9595110071A.PDF

http://www.clarin.com/diario/2006/01/04/elmundo/i-02502.htm

http://www.aldia.atonra.com/?p=477

Hasta fines del siglo XVIII no se había desarrollado una técnica precisa. En el mundo anglosajón se pasaba el cuello del reo, previamente atado de manos, por un nudo corredizo en el extremo de una cuerda amarrada a un árbol o a una construcción; luego se le hacía trepar en una carreta, en un caballo o en una simple caja de cartón, y luego se le retiraba el soporte de los pies. Si se operaba con rapidez, la muerte sobrevenía por ruptura de las cervicales y lesiones fulminantes de la médula espinal de las que provocan un inmediato paro cardiorrespiratorio; si no, el infeliz moría por asfixia. A veces la caída era tan abrupta que a la víctima se le desprendía la cabeza por efecto del tirón. En ocasiones la cuerda quedaba floja y removía toda la carne de la cara; a veces, el verdugo se colgaba del ajusticiado para terminar de matarlo. En algunos casos la agonía se prolongaba quince o veinte minutos, durante los cuales el reo convulsionaba; algunos verdugos piadosos remataban a sus víctimas a garrotazos.

En la Inglaterra del XVIII los ahorcamientos públicos eran un entretenimiento de masas tan solicitado como los actuales conciertos de rock. Las leyes contra la vagancia masificaron a tal punto las ejecuciones de gente pobre que casi todos los pueblos y ciudades instalaron en sus plazas cadalsos permanentes y se requirió de la profesionalización de los matarifes. En 1829 William Calcraft fue nombrado verdugo oficial de Londres. Este virtuoso de la muerte realizó 450 ejecuciones públicas, 35 de ellas de mujeres, y sus actuaciones congregaban multitudes, como la de 50 mil almas que presenció en Bristol la ejecución de los esposos Frederick George y María Manning, o la de cien mil fanáticos que se dieron cita en Glasgow para ver morir al doctor Edgard William Pritchard, el 28 de julio de 1865.

William Marwood, sucesor de Calcraft, desarrolló el método denominado "de caída larga" (en contraposición a la "caída corta" que se venía usando) y demostró que la introducción súbita de una distancia de entre seis y diez pies entre el suelo y los pies del ajusticiado (dependiendo del peso de su cuerpo) era una manera eficiente de romper las cervicales sin que la cabeza se separara del cuerpo y de causar una muerte instantánea y limpia de convulsiones y otras consecuencias desagradables, salvo la erección póstuma en el caso de los reos varones. Entre 1874 y 1883, año de su muerte, Marwood colgó a 176 personas. Con base en sus enseñanzas, la Comisión Real del Reino Unido sobre la Pena Capital sistematizó tablas que indicaban la longitud de la soga y la distancia del suelo en función de la talla y el peso de los condenados.

En el siglo XIX los ahorcamientos públicos eran muy populares también en Estados Unidos, especialmente en el sur esclavista. Dejo la palabra a Rafael Rodríguez Cruz, es abogado de derechos civiles de Connecticut: "Se formaban motines y disturbios de decenas de miles personas luchando por alcanzar a ver el reo convulsionando o apoderarse de una de sus pertenencias. Quizás como reacción a ello, entre 1833 y 1849 quince estados decidieron celebrar los ahorcamientos en privado, evitándose así el costo asociado a los motines de espectadores embriagados por el olor a sangre. En 1846 Michigan abolió la pena de muerte; siguió Rhode Island en 1852, debido principalmente a la presión de los universalistas y cuáqueros; en 1853 Wisconsin puso fin al uso del ahorcamiento, un día después que un reo batallara por veintitrés minutos antes de que pudiera anunciarse su muerte. [...] A mediados de la década de los ochenta de ese siglo, la compañía Thomas Edison de Nueva York libraba una lucha a muerte con la Westinghouse por el nuevo mercado de sistemas eléctricos. Westinghouse era dueña de los sistemas de corriente alterna (AC) y Edison de los sistemas de corriente directa (DC). Para probar que los sistemas DC eran superiores a los AC, Edison sugirió en 1888 su uso para la electrocución de reos. Luego de observar cómo el sistema funcionaba en varios animales, el gobernador de Nueva York autorizó la ejecución de William Kemmler. La electrocución no ocurrió de forma tan limpia como Edison había prometido, pero de todos modos ­y a pesar de algo de humareda­ el gobierno de Nueva York ordenó la eliminación de los cadalsos e hizo saber al mundo que Estados Unidos tenía su primera silla eléctrica. La última vez que un reo fue ahorcado en una penitenciaria federal fue el 15 de marzo de 1963. El método es todavía legal en Washington y New Hampshire."

Qué triste es todo esto.

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_6037000/6037800.stm

http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=3694

http://www.unesco.org/courier/2000_10/sp/ethique.htm

http://misticablog.wordpress.com/2006/10/10/pena-de-muerte/

 
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