Usted está aquí: viernes 3 de noviembre de 2006 Deportes Con prolongada ovación dan el último adiós al luchador Huracán Ramírez

No pudo reunir una gran taquilla, pero su despedida fue digna de un campeón

Con prolongada ovación dan el último adiós al luchador Huracán Ramírez

Una de las máscaras que regaló a AA se conserva en un museo del organismo en Nueva York

JORGE SEPULVEDA MARIN

Ampliar la imagen Cartel tamaño natural frente al féretro del gladiador Foto: Carlos Cisneros

Largos minutos de la palabra "Hu-ra-cán... Hu-ra-cán... Hu-ra-cán... Hu-ra-cán...", seguidos del aplauso que retumbó en las paredes de la agencia funeraria, fueron la última ovación con que los asistentes despidieron ayer al luchador Huracán Ramírez, cuyo cuerpo fue cremado.

Era un prolongado cántico trisílabo con el que familiares, amigos, compadres, réferis, rivales y compañeros dieron el último adiós, "como lo hubiera gustado", al legendario gladiador y aunque no fue "una función taquillera", como las muchas que dio en vida, se coreó su nombre de batalla con la emoción del recuerdo.

Sobre el plateado féretro lucía una pipa, de su amplia colección, pintada con una máscara azul con vivos en blanco, reproducción miniatura de la que hizo famosa en su prolongada carrera sobre los cuadriláteros.

También había un par de fotografías tomadas apenas el jueves de la semana pasada y una réplica de juguete: un luchador articulado de plástico, enmascarado como Huracán Ramírez.

Frente al ataúd, un cartel tamaño natural muestra al amante del pancracio con tres cintos colgando del brazo izquierdo extendido, y uno más se aprecia en la cintura.

Los presentes comentan en voz baja los recuerdos del luchador fallecido, las anécdotas vividas a su lado o como sus oponentes.

Entre los arreglos florales y las coronas destacaba uno con un diploma de la embajada de Bolivia dirigido a "nuestro gran amigo", así como otros tantos de quienes han querido dejar constancia no sólo de su presencia en el duelo, sino de la gran estima que sienten por Huracán.

Las tres generaciones de luchadores se vuelven a reunir en el lugar. Los padres, hijos y nietos no se cansan de platicar y escuchar los recuerdos repetidos una y otra vez, Hablaban de las enseñanzas del que reconocen como el maestro Ramírez.

Poco antes del mediodía, la familia más cercana; la viuda Eulita, su hija Karla y Axel, el yerno luchador, mejor conocido como el nieto del Santo, se unen en una oración al lado del féretro. Unos minutos más tarde dieron un beso a la caja mortuoria que fue conducida al horno crematorio.

El llanto se apoderó de más de uno. No querían verlo irse, se resistían a pensar que el ídolo de las multitudes emprendería de esa forma un viaje sin retorno; tomaría un sendero del que nadie ha vuelto.

Y la única forma de brindarle un gran homenaje, en el momento, era coreando su mote de lucha, ese que lo hizo famoso en las principales plazas alrededor del mundo, y más en México.

Francisco Javier, uno de sus compañeros de la otra batalla, la que libran millones contra el alcoholismo, confió que una de las máscaras que Huracán Ramírez le regaló a Alcohólicos Anónimos aún se conserva en el museo que esa organización tiene en Nueva York.

Poco después de las 12:30 horas el ataúd desapareció tras la puerta del horno. Una porra más suena y el aplauso vuelve a prolongarse en ese adiós definitivo.

Y entonces nace una nueva leyenda. La de Hu-ra cán... Hu-ra-cán... Hu-ra-cán... que deja un legado de privilegio para quien se atreva a tomarlo y llevarlo a su máxima expresión, la famosa huracarrana.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.