Usted está aquí: miércoles 1 de noviembre de 2006 Sociedad y Justicia Concierto de repudio a la política cultural

Concierto de repudio a la política cultural

En San Lázaro, músicos de varias sinfónicas protestan por el misérrimo apoyo oficial

ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ

Ampliar la imagen La Cámara de Diputados se transformó ayer en sala de conciertos, en la que músicos de varias orquestas sinfónicas del país interpretaron obras y pusieron al desnudo el desdén del gobierno federal para apoyar con mayor presupuesto las actividades culturales Foto: José Antonio López

Poco antes de las 11 de la mañana los violines, chelos, trompetas, instrumentos de viento prehispánicos y un contrabajo se conjuntaron en un insólito concierto que, con piezas de Antonio Vivaldi, Manuel M. Ponce, Bernal Jiménez, Hernando Franco y Wolfgang Amadeus Mozart, transformaron el salón de plenos de la Cámara de Diputados en improvisada sala de conciertos.

Se esperaba, con interés de periodistas y pocos diputados que escuchaban a los músicos profesionales, la interpretación de la primicia mundial: la ópera Moctezuma, de Antonio Vivaldi, en su versión mexicana.

Los músicos encabezados por el maestro Samuel Máynez se presentaron en el salón de plenos para protestar de la forma más bella para los oídos, por el escasísimo respaldo que las actividades musicales y culturales en el país reciben del gobierno.

La interpretación de las piezas musicales no hubiese sido posible sin un acuerdo entre los coordinadores de los grupos parlamentarios que integran la Cámara de Diputados.

Resulta que Emilio Ulloa Pérez, presidente de la Comisión de Cultura, en una cena con el maestro Samuel Máynez propuso que los músicos se presentaran ante el pleno para hacer sentir a los legisladores -cuando se espera la inminente negociación del presupuesto- su inconformidad por el histórico maltrato que ha recibido ese sector de artistas.

Ulloa se dirigió a Javier González Garza, coordinador de la bancada del PRD; a Emilio Gamboa, del PRI, y a Héctor Larios, del PAN, con objeto de conseguir el apoyo para que se interpretara un breve concierto ''de repudio'' a la política cultural en México y, sobre todo, al escaso presupuesto que año con año se asigna a ese sector.

De no haberse acordado tal permiso, no hubiese sido posible que los artistas ingresaran al balcón de invitados con sus instrumentos. Cinco cantantes de ópera también deleitaron a los escuchas que, atónitos, los observaban desde distintos puntos del salón camaral.

Surgió entonces un oasis en medio de la tormenta política que se ha desatado en los últimos días en el Palacio Legislativo de San Lázaro por la reticencia de la fracción del PRI a reconocer que el gobernador Ulises Ruiz se ha convertido en obstáculo para la resolución del conflicto en Oaxaca.

Samuel Máynez, el maestro violinista que promovió la protesta, enunció una a una las piezas que él y sus compañeros interpretaban. En cada una de las pausas emitía un mensaje dirigido a los diputados, quienes en el salón de sesiones eran los menos. Los únicos que se acercaron al sitio donde estaban los músicos fueron Emilio Ulloa y el presidente de la Cámara, Jorge Zermeño Infante.

El panista saludó al maestro Máynez y al resto de sus compañeros, y dijo: "Bienvenidos a la Cámara de Diputados, y esperamos que ahora sí tengan los apoyos que ustedes requieren".

Los integrantes de las orquestas Sinfónica Nacional, Carlos Chávez, OFUNAM, del INBA y del Conservatorio continuaron con su ejecución.

En cascada ofrecieron el Concierto para dos trompetas, de Antonio Vivaldi; el Motete náhuatl, de Hernando Franco; el Concierto virreinal, de Bernal Jiménez, el Primer minueto, de Wolfgang Amadeus Mozart, escrito a los cinco años de edad; la Gavota, de Manuel M. Ponce, y la ópera Moctezuma, de Antonio Vivaldi, versión mexicana, como primicia mundial.

Aquel oasis en el desierto se difuminó cuando el presidente de la Cámara tocó la campanilla para iniciar la sesión ordinaria, previa a la celebración del Día de Muertos. Las cuerdas, los instrumentos de viento y las percusiones callaron.

Entonces, el diputado Ulloa Pérez explicó que la protesta busca llamar la atención de los legisladores para que otorguen mayor presupuesto a las actividades musicales en el país. "Los intérpretes y autores mexicanos se ven obligados a emigrar del país; se van becados, pues aquí no hay reconocimiento a su trabajo, y el único objetivo para la mayoría de ellos es Europa o Estados Unidos. Por eso, planteamos que era necesario e innovador que la protesta se diera con música, para que cumplamos con sus legítimas demandas".

Por su parte, el maestro Máynez fue lacónico, pero dejó sobre la mesa el principal problema que afecta, no sólo a los músicos, sino a la cultura en nuestro país:

"Venimos a manifestar nuestra perplejidad por el trato que se da a la música; hay que hacer un alto en el camino para que los gobiernos apliquen políticas más coherentes. Se gastan millones de dólares en una biblioteca innecesaria; si queremos aspirar a que la gente lea, una biblioteca de esas características (en alusión a la José Vasconcelos) es inoperante y absurda."

Así, de la misma forma en que ingresaron al salón de sesiones, en orden, los músicos recogieron sus instrumentos y se retiraron para continuar los ensayos diarios, mientras los diputados iniciarían una sesión más, donde lo que menos abunda son los acuerdos.

 
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