Usted está aquí: lunes 30 de octubre de 2006 Opinión Crisis pesquera y daños a la fauna marina

Iván Restrepo

Crisis pesquera y daños a la fauna marina

Los países industrializados suelen culpar a los del tercer mundo del daño ambiental y la destrucción de recursos naturales que sufre el planeta. La pobreza, el subdesarrollo científico y tecnológico, los gobiernos corruptos o negligentes, la falta de cultura ecológica de la población se citan entre las causas que originan dicho daño. Sin embargo, también en el primer mundo existe mala utilización de la riqueza natural. Un ejemplo reciente es el de los países que tienen sus flotas pesqueras en el Mediterráneo y el Atlántico oriental, y que están acabando con el atún rojo al que han sobrexplotado. Hace cinco años los científicos advirtieron que las capturas de dicho atún iban a la baja, que las flotas extraían del mar cada vez más ejemplares de menos peso y que, por lo tanto, era urgente tomar medidas radicales a fin de recuperar la especie y garantizar el empleo entre los pescadores. Se estableció finalmente en 32 mil toneladas la cuota oficial de captura. Pero ésta supera las 50 mil toneladas. Los especialistas advierten que se puede estar ante la mayor crisis pesquera desde la ocurrida con el bacalao de Terranova que, entre otras cosas, dejó sin trabajo a miles de hombres del mar. Cuatro países aparecen como saqueadores del atún rojo: Francia, Italia, Turquía y Libia. Se dan el lujo de contar hasta con flotas piratas.

Otro atún, el aleta azul, también desaparece por malas prácticas pesqueras y la contaminación que se produce en el extremo occidental del Mediterráneo y el Adriático. La causa de la sobrexplotación es el aumento de la demanda del aleta azul por el mercado de sushi y sashimi de Japón. Los barcos de arrastre de Europa (Francia, Italia y España), de Libia, Croacia y Turquía capturan ese atún sin tomar en cuenta su tamaño ni su número. Además se instalaron granjas de engorda en la costa de Croacia, país que no consume aleta azul, pero lo exporta en forma considerable a Japón y Estados Unidos.

Los barcos del primer mundo igualmente depredan la anchoa. Las reservas suman menos de 20 mil toneladas, cifra que, a juicio de los científicos, está muy por debajo de los niveles biológicos que garanticen su existencia. Las instancias que en la Unión Europea regulan la pesca decretaron recientemente veda absoluta de la anchoa en sitios como el Golfo de Vizcaya, a la vez que aprobaron ayudar económicamente a las flotas afectadas por la medida. Cabe señalar que hace casi un año el gobierno español tenía todos los informes técnicos que demostraban la necesidad de regular drásticamente la captura de la anchoa y ordenar una veda de largo alcance. Pero, a contracorriente de lo que decían los expertos, los ecologistas y los pescadores y autoridades del País Vasco, por ejemplo, hubo empeño en dejar sin efecto la veda de nueve meses aprobada por la Unión Europea al comprobar que la sobrexplotación conduce a la extinción de la anchoa, pues su población se encuentra en el mínimo histórico.

En México tampoco cuidamos como se debe la fauna marina. En el caso de las especies que dan empleo a miles de familias es frecuente que las artes de pesca obsoletas, la piratería y la falta de regulación de las capturas ocasionen severos problemas. Es lo que sucede con el mero, el pulpo y las diversas especies de tiburón. El gobierno no ha sabido tomar las medidas adecuadas para garantizar unas pesquerías que, bien administradas, pueden rendir óptimos frutos. En el sexenio que está por terminar fue más notoria la ausencia de una política pesquera sustentable. Igual que en lo tocante a ciencia y tecnología. Por eso la advertencia de los científicos marinos y grupos interesados en la conservación de los recursos naturales de que, si no se cambia de rumbo, el colapso de ciertas pesquerías será inevitable.

Vivimos el absurdo: somos megapotencia en biodiversidad, pero muchas especies marinas existen sin que siquiera estén clasificadas por los científicos. Pueden desaparecer en poco tiempo si las instancias pesqueras gubernamentales siguen en manos de ineptos y continúa el desprecio oficial hacia el quehacer científico nacional.

 
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