Usted está aquí: jueves 26 de octubre de 2006 Política Fernando Henrique Cardoso, nunca más

Emir Sader

Fernando Henrique Cardoso, nunca más

El pueblo brasileño ya adoptó una decisión inapelable: ¡Fernando Henrique Cardoso, nunca más! Después de convertirse en ministro de Economía y de, en la práctica, colocar a Brasil en la versión "tupiniquim"1 del plan de estabilización del Fondo Monetario Internacional, fue electo presidente al prometer poner fin a la inflación y, con ello, allegar la felicidad a todos.

Al acabar con el "impuesto a los pobres" -pregonaba-, sobrevendría el crecimiento económico con la llegada de las inversiones, la modernización del país y la distribución de la renta. Se daría vuelta "a la página del getulismo" (partidarios del ex presidente Getulio Vargas2) -que representó la capacidad reguladora del Estado, el patrimonio de las empresas públicas, los empleos con carnet de trabajo, la política redistributiva a través de los salarios, la ampliación del mercado interno de consumo popular, el desarrollo económico junto con la extensión de los derechos sociales-, o sea con el papel rector del crecimiento y de los derechos sociales.

Con Cardoso, Brasil sustituyó definitivamente el objetivo del desarrollo económico por el de estabilidad monetaria -como prescribían el FMI y Pedro Sampaio Malan (ministro de Economía) y el presidente acataban. Como resultado, el discurso de que el Estado "gasta mucho y mal" desembocó en la multiplicación por 11 del déficit público, con la inflación consecuente transferida por dicho déficit, dejando al Estado en situación de inanición.

En sus dos mandatos -recordemos que este presidente compró los votos para cambiar la Constitución durante su gestión y conseguir relegirse, tal como hicieron Menem y Fujimori- Cardoso quebró al país tres veces, teniendo que apelar en cada uno de estos casos al FMI. En la tercera de ellas, los intereses fueron elevados al 49 por ciento (sic). Acabó su mandato rechazado por el pueblo brasileño. Su candidato a sucederlo fue derrotado y él pasó a ser el eventual postulante presidencial con mayor grado de repudio popular. Dejó el gobierno con la inflación controlada, pero con el patrimonio público dilapidado -el mayor expediente de corrupción de la historia brasileña en el caso de las privatizaciones, que ni siquiera fue objeto de investigación por el Congreso-, las finanzas públicas arrasadas y la economía estancada y fragilizada. Salió como el presidente que había gobernado para los ricos, como el presidente de los ricos.

Desde el lujoso conjunto financiado por el gran empresariado paulista, donde instaló su fundación -caricatura de la que tiene Bill Clinton-, Cardoso pasó a hacer oír la voz del gran capital brasileño -en verdad, paulista, de la Avenida Paulista-, amplificado por el dolor de la derrota de 2002 y el éxito internacional de la política exterior de Lula. No se mantuvo en su papel de ex presidente y pasó a intervenir en la política cotidiana. No se dio cuenta de que el tiempo había pasado, que su imagen se había degradado; creyó que aún podía contar con la aureola de intelectual que pontifica sobre todo.

Está reducido a ser un viejo político derrotado -junto a Antonio Carlos Magalhães, a Tasso Jereissati, a Jorge Bornhausen, que formaron parte de la base fundamental de apoyo a sus ocho años de desastre para Brasil, en el peor ciclo de gobierno que tuvo el país. Sin embargo, nadie cree que Cardoso se retire a la vida privada. ¿Qué va a hacer? Su narcisismo no se esperó a la publicación de sus "memorias" -de autoexaltación y desprecio por la realidad. ¿Qué va a hacer? Su vanidad, la nostalgia por cuando aparecía en los periódicos para decir cualquier tontería y se la publicaban lo impulsan a un futuro peligroso. Su imagen se va a degradar cada vez más. La situación de los "tucanos"3 que no se atreven a defender a su gobierno en la presente campaña electoral presagian lo que le espera a Cardoso de aquí en adelante.

El pueblo ya emitió su veredicto: cada vez que Cardoso habla la adhesión a Lula aumenta (al extremo de que algunos especulan acerca de la posibilidad de darle algunos minutos en el programa del presidente a Cardoso, reconociendo con ello el incremento de la ventaja de Lula).

Cardoso nunca más. Nunca más un intelectual que pretenda dictar su verdad al pueblo desde lo alto de una supuesta sabiduría, engañando, mintiendo, difundiendo falsedades (como que "La globalización es el nuevo Renacimiento de la humanidad" o "Hay 12 millones de brasileños no empleables", entre tantas otras).

Cardoso nunca más; nunca más ricos gobernando en nombre de los ricos con falsas promesas para los pobres. Nunca más un gobierno vasallo de Estados Unidos. Nunca más un gobierno que criminalice los movimientos sociales. Nunca más un gobierno que desmantele el patrimonio público con la privatización de las empresas estatales. Nunca más un gobierno que privilegie la educación privada en detrimento de la pública, promoviendo la mercantilización de la cultura. Nunca más Cardoso. Nunca más "tucanos-pefelistas".4 Nunca más gobiernos que concentren más la renta de Brasil, que vendan el Amazonas para ser vigilada por las babosas del Imperio. ¡Cardoso nunca más!

1 Tupiquinim: político paulista, embaucador, "pastor de rebaños humanos" que se asocia a la gestión presidencial de Cardoso.

2 Getulio Vargas, presidente en cuatro periodos: 1930-34; 1934-37; 1937-45 y 1951-54.

3 Tucanos: denominación aplicada a los militantes del Partido de la Social Democracia Brasileña devenida en su mascota.

4 Pefelista: adherente del Partido del Frente Liberal.

 
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